Así es la vida de Alberto Linero fuera del sacerdocio

Mar, 19/07/2022 - 09:21
Alberto Linero abrió su corazón en KienyKe.com, revelando las razones por las que dejó el ejercicio sacerdotal, los secretos de su nueva vida en pareja, el libro que lanzó recientemente y las metas por cumplir.
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Sebastián Benítez - KienyKe.com

Alberto Linero prefiere que ya no le digan ‘Padre’, hace unos meses ‘colgó la sotana’ y está escribiendo un nuevo capítulo en su vida, representando así un giro de 180 grados y que ahora rige su destino, su esencia y los sentimientos que emanan desde su corazón.

El ahora exsacerdote está transitando por un proceso de transformación, hoy en día se ve con una imagen más fresca, libre, y hasta con el cabello largo, signos de esos vestigios que significan encontrar la felicidad, el amor y un nuevo camino que no da lugar a las frustraciones.

Linero, una de las personalidades más reconocidas en Colombia, abrió su corazón en KienyKe.com, revelando las razones por las que dejó el ejercicio sacerdotal, los secretos de su nueva vida en pareja, el libro que lanzó recientemente y las metas por cumplir.

Alberto Linero
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Vocación

La vida sacerdotal exige grandes sacrificios y fuertes pruebas en torno a la vocación y la fidelidad en cuerpo y alma a Dios, cumpliendo la misión terrenal de llevar su mensaje y guiar espiritualmente a una comunidad, siendo la luz que ilumina a los feligreses por un buen camino, acompañando estos pasos para alcanzar la gracia y la gloria eterna que ofrece el Todopoderoso.

Alberto Linero estuvo bajo la ordenación presbiteral durante 33 años, pese a que ya no ejerce, deja muy en claro que aún sigue perteneciendo a la Iglesia Católica, aquella a la que ha servido con amor, fidelidad y pleno respeto.

“Yo soy presbítero de la Iglesia Católica, yo no he dejado de ser presbítero de la Iglesia Católica. Yo no ejerzo el presbiterado, pero el presbiterado sigue estando en mi y la gracia del sacramento sigue estando en mí aunque ya no ejerza”, resaltó Alberto José Linero a Kienyke.com.

Estas acciones siguen muy vigentes en su día a día a través de las palabras y la actitud con la que se acoge al amor de Jesús, y pese a que ya no puede presidir sacramentos, las autoridades del Vaticano le brindan potestad para estar en momentos en los que una persona necesite sacramentos en peligro de muerte como la confesión o absolución, está en la obligación de hacerlo, si no ejerce este mandato, comete pecado. Esta situación ya le fue correspondida con su padre, un momento muy duro, pero que con amor y valentía llevó a cabo.

“Mi padre ya estaba en las ‘últimas’, los dos estábamos contagiados con covid-19, no había manera de buscar otro presbítero, así que ejercí el presbiterado de nuevo, lo absolví y lo ungí con la esperanza de que el Dios de la vida lo acoja en su presencia, yo creo que es así. Lo ejercí al saber que era amado por Dios ”, afirmó.

Vea aquí la entrevista con Alberto Linero:

La renuncia

Alberto José encontró la vocación sacerdotal desde muy joven gracias a su abuela, quién le dio ese germen de la experiencia con Dios. Aquellas calles polvorientas del barrio Olivo de Santa Marta, eran testigos de una niñez alegre y extraordinaria, ejerciendo liderazgos que luego se cimentaron a través de experiencias de oración: la gracia y el llamado divino que direccionarían su camino.

“Voy a una experiencia espiritual y allí tengo un encuentro lleno de sublimidad, de alegría y de gozo con Dios, eso me marcó de manera muy especial. Empiezo a participar de manera activa en grupos de oración; yo era un niño de 14 años y encuentro ese gozo divino”, recordó.

Luego del paso académico por el bachillerato y bajo decisión de sus padres, ingresa al Seminario Menor de Santa Marta, lugar donde persigue ese llamado divino y con los preceptos claros de enrutar el camino para servir y acoger al prójimo bajo la potestad eclesial.

“El Señor me estaba invitando, me siento provocado a servir, me siento provocado a estar en favor de la gente, me siento provocado a compartir la palabra con la gente y ahí estoy los próximos 33 años de mi vida al servicio presbiteral”, añadió.

Sin duda, renunciar al sacerdocio ha sido la decisión más trascendental de su vida; tuvo miedo, incertidumbre, pero lo hizo convencido de ser feliz, de no ser egoísta consigo mismo, brindando una oportunidad al amor, pero quizá lo fundamental: darse la oportunidad de amar, vivir y sentir muchas cosas por primera vez.

“Fui un presbítero feliz, disfruté la vida, nunca perdí la fe o dejé de ejercer porque estuviera frustrado. Yo dejé de ejercer porque mi diálogo espiritual con el dueño de la vida y en mi discernimiento creí que habían unos relatos no correspondían, ya no habían algunas coincidencias que podía vivir de otra manera; y fue lo que hice con total libertad y con total transparencia. Una motivación muy espiritual y muy propia, yo sentí lo que Dios me pedía en el corazón. Yo no me salí por ningún problema o dejé de ejercer por una situación externa, yo no creo que nada externo tenga tanto poder sobre mí, a veces la gente me dice: “tú te retiraste por una mujer”, no creo que ninguna mujer o ninguna persona tuviera ese poder sobre mí. Decidí hacerlo por un proceso interior y espiritual”, dijo.

Alberto tomó esta decisión libremente, sin presiones, sin sentir que cometía algún pecado o error; sentía que ya no compartía algunos conceptos de la iglesia y simplemente creyó que esa era la decisión correcta. Obviamente la vida no volvería a ser igual, tuvo que cambiar cosas y comportamientos desde los más básicos, hasta los más complejos.

“No sé si he logrado transformar el ‘chip' que llevo por dentro de la formación presbiteral, creo que sigo siendo un presbítero y me sigo comportando así en muchas de mis maneras de vivir. ¡No ha sido fácil! Esa es una de las dificultades, con cosas muy sencillas: antes yo decidía qué iba a almorzar, hoy no, ahora lo tengo que consultar con alguien. Ha sido complejo adaptarme, al principio viví en un apartamento de soltero y ahí pude continuar un poco la misma vida; luego conozco a esta persona y construimos una relación juntos, las cosas han sido más difíciles, pero también más provocadoras e intensas y eso me llena de felicidad”, afirma.

Padre Linero
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Ella 

Linero prefiere hablar poco de ‘Ella’, no le gusta casi mencionarla, para él es sagrada esa privacidad, esas “sombras” en la que esta relación se va cimentando. ‘Ella’ conquistó su corazón, le hizo cambiar la forma de ver el mundo y que dio un viraje para llevarlo por nuevos rumbos, los dulces rumbos del amor.

La describe como una mujer bella, líder, inteligente, con vida propia, en la que destaca claramente sus cualidades y habilidades, dándole ese brillo especial que emana desde su ser y por el cual lo llena de admiración y felicidad por esa compañera de vida que ahora lo acompaña.

“Yo le pedí a mi Dios -porque fue una oración- , que mi acompañante a la que pudiera encontrar, tuviera unas características y ella las tiene; entonces creo que esa es una respuesta de Dios y por eso estoy feliz”, resaltó.

Sin duda, ‘Ella’ le ha impregnado aportes significativos en la vida de Alberto, afrontando los desafíos como un equipo, en la que por momentos ella lidera los procesos o los hace él; situaciones que ayudan a fortalecerlos como pareja con el único fin de ser completamente felices.

Alberto Linero no extraña para nada el ejercicio sacerdotal, aquellos días presidiendo Eucaristía y luciendo sotana, quedaron completamente atrás. No se arrepiente de nada, siempre quiere estar bajo la gracia de Dios, viviendo y disfrutando del presente sin anhelar el pasado.

“Yo soy uno que cree que el pasado hay que dejarlo atrás, que uno tiene que concentrarse en el presente, yo no me puedo poner a añorar el pasado porque además yo tengo una vena nostálgica, y si yo patrocino esa vena pues no voy a disfrutar el presente. Yo no añoro nada, yo disfruté mi vida en comunidad, yo disfruté mi vida presbiteral, no extraño nada”, afirmó.

Una relación que se cimienta desde el amor, el cariño y el respeto, que ha brindado una visión de vida a Alberto. No pretenden tener hijos, consideran más que suficiente el amor para los dos.

Alberto Linero
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Críticas

Linero lleva cerca de 30 años de ejercicio periodístico en televisión, radio, prensa y medios digitales, escribiendo libros y dictando conferencias, siendo espacios en los que se ha ganado el corazón del público con mensajes, reflexiones y enseñanzas, acompañadas de la figura sacerdotal, carisma y esa ‘bacaneria’ que lo han caracterizado; retribuyendo con cariño ese amor que los colombianos le han brindado.

Sin embargo, a muchos de sus seguidores les costó asimilar la decisión que tomó, una posición celosa hacia un hombre de carne de hueso que simplemente ha ido en búsqueda de la felicidad. Las críticas mal intencionadas iban y venían, pero como dicen por ahí: “nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo”, sin embargo, Alberto simplemente las recibía con la mejor actitud y sin ‘pararle tanta bola’.

“Yo a ellos les digo cuatro cosas, primero: les agradezco el cariño que tienen por mí, les agradezco las expectativas que tenían en mí, les agradezco los reconocimientos que me hacen. Segundo: recuerden que la vida es de cada uno y la decide cada uno, y no podemos andar pensando en que tenemos que decirle al otro qué debe hacer; tenemos que evitar eso, que además está muy de moda por las redes sociales en las que todo el mundo quiere decirte qué tienes que hacer, ¡no! hay que dejar a los otros ser libres. Tercero: yo los miro a los ojos y les digo: trato de ser honesto, coherente, transparente; usted sabe a qué atenerse conmigo, quien me conoció y me vio ejerciendo el presbiterado sabe qué esperar de mí porque yo no escondo cosas, yo miro de frente y digo las cosas que pienso. Cuarto: tranquilos, lo importante aquí es ser feliz y yo lo estoy siendo, y mi fe sigue intacta”, reflexiona.

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Amar es ganarlo todo

Por estos días, Alberto Linero presenta el libro ‘Amar es ganarlo todo: incluso si no te queda nada’, siendo esta su primera experiencia escribiendo sobre el amor teniendo pareja, abriendo el corazón para explicar por qué el amor es la mayor enseñanza cristiana que debemos acoger y aplicar a diario.

Algunos le cuestionaban el por qué escribía y aconsejaba sobre la vida en pareja sin tenerla y más desde el ejercicio sacerdotal.

“Nadie ama a Dios si no conjuga bien el verbo amar”, resalta. 

Es un convencido de que el amor es la parte más importante de la existencia humana, la que permite lograr y vivir grandes experiencias, encaminadas a ser ese motor que mueve al mundo y a toda su creación. Por eso, y desde una nueva perspectiva, vio la necesidad de plasmar esos sentimientos y exponerlos ante el mundo, guiando a través de esas letras, a aquellos que necesitan encontrar respuestas por medio del amor.

“Creo que amar es la acción más importante del ser humano, yo digo que si tú no amas, no eres feliz, yo creo que esa es la tragedia y me preocupa que nos hemos ocupado en el sustantivo, en el amor, y se nos ha olvidado el verbo: amar, que no es algo que uno tiene sino que es algo que uno hace, y yo creo que necesitamos amor para ser felices”, resalta.

Amarme, Amarte, Amarlos, y Amarlo; son los cuatro capítulos que conllevan este libro en el que Alberto desnuda una parte de su alma, y destaca una vivencia totalmente novedosa frente a los demás escritos que ha publicado y que lo han resaltado como uno de los autores más importantes de Colombia, educando e inspirando a todo el que se acerque por su consejo, ayuda o palabra de aliento y esperanza.

“Hace falta por estos días mucha compasión, no solo hay que dejar de hacer mal, hay que hacerle el bien al otro… no basta con tolerar, se necesita generar el bien al otro”, afirma.

Amar es ganarlo todo - Alberto Linero
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Éxito

Linero tiene estudios en Filosofía y Teología, una maestría en Comunicación Social de la Universidad Javeriana, especialización en Negociación de la Universidad del Norte, una especialización en Alta Gerencia de la Universidad de los Andes y un doctorado en Educación de la Nova Southern University.

Como educador, escritor, conferencista y comunicador de distintos medios, ha realizado un trabajo a lo largo de casi tres décadas con el objetivo de inspirar y aportar felicidad a la vida de las personas. Sus textos promueven el fortalecimiento de la libertad personal, del proyecto de vida y de las relaciones interpersonales. 

Comparte sus reflexiones diarias a través de la publicación El man está vivo y del espacio que lleva el mismo nombre en el programa Día a Día de Caracol Televisión en Colombia. Desde marzo de 2018 hace parte de la mesa de trabajo de Mañanas Blu y Voz Populi, programas de la emisora Blu Radio. Hasta realizó un cameo en Yo soy Betty, la fea, en la inolvidable escena ejerciendo su labor sacerdotal casando a ‘Betty’ con Armando Mendoza.

Roles que han denotado a Alberto como un hombre totalmente inquieto y activo, recordado por millones de personas que de alguna forma se han identificado con su mensaje e imagen. No pasa desapercibido por la calle, algunos le piden una foto, un autógrafo o una palabra amiga; figura que ha forjado gracias al trabajo y la entereza que ha puesto en todos los proyectos que emprende, considerando la autenticidad, el servicio a la comunidad y el don de la palabra que Dios le brindó, como las claves de su éxito.

“Tengo que darle gracias a Dios y a la gente, porque Dios me ha bendecido y la gente ha sido amable y cariñosa conmigo. Yo tengo que ser agradecido con la vida, a mi me ha ido bien y me irá bien en la vida, especialmente por ser auténtico, yo no necesito máscaras, yo no me avergüenzo de nada de lo mío y no tengo que esconderme. Dios me bendice y me sabe dar las vainas bien”, resalta.

Alberto Linero
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Sueños

Prácticamente, Alberto no pretende sueños personales, ha cumplido muchos de ellos: ha escrito, educado, enseñando, estudiado, narrado y amado. Sueña con una sociedad colombiana más justa donde haya espacio para la opinión, el debate, el respeto y que todos sean capaces de lograr una buena construcción de país.

Sin embargo, no descarta el anhelo por ver a su querido Unión Magdalena campeón, al que define como un amor tóxico, cuya gran consagración la dio en 1968, justamente el año en el que Alberto nació. Quiere ser completamente feliz, seguir escribiendo, le gustaría volver a narrar fútbol, ver crecer a sus sobrinos, disfrutar del amor en pareja y llegar a morir contento.

“Los invito a ser auténticos, a amar y servir a los demás, y a saber resolver los conflictos con inteligencia y buena gestión emocional. Tú estás llamado a vivir como una persona feliz”, concluye.

Él es Alberto José Linero, un samario renovado que le ha apostado todo al amor. Un hombre agradecido con Dios, la vida y sus seguidores; alguien valiente que quiere que el futuro sea una prolongación del presente y revele toda su esencia porque para él ¡amar es ganarlo todo!

Por: David Palencia

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David Palencia
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