La capital del Magdalena pasa por uno de los peores momentos de su historia reciente. Pobreza, inseguridad, alto costo y baja calidad de vida están al orden del día, según las últimas cifras publicadas por el Dane.
Santa Marta se ha convertido en una ciudad de profundos contrastes, por un lado, es el destino más visitado del Caribe Colombiano y con las mejores cifras del sector turismo de la región, pero el día a día de su gente es un caos completo disfrazado de paraíso.
Lejos de los que muchos se imaginan, el costo de vida ha aumentado según El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) que reveló que la capital del Magdalena registra la mayor variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC), con 8,99%, explicada principalmente por el comportamiento del valor de la electricidad y los arriendos.
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La inflación de alimentos consumidos al interior del hogar para 2021 fue de 17,23%, la papa tuvo un incremento de precios 111,00%, la carne de res uno de los 33,03% y la leche de 12,76%. Pero lo más preocupante es que el costo de vida aumenta, pero los ingresos de los samarios continúan cada día disminuyendo, lo que significa que la pobreza monetaria sigue subiendo.
Santa Marta cerró con una tasa de pobreza extrema de la población, al 23.1% en 2021. La ciudad tenía un promedio de 67.000 personas en situación de pobreza extrema durante el año 2019, y pasó a ver 117.000 personas, lo que quiere decir que casi más de 49.000 personas ingresaron a situación de pobreza extrema.
“No podemos olvidar que Santa Marta venía cargando un problema en materia de pobreza especial porque solamente entre 2018 y 2019, la ciudad estaba acostumbrada a ver esta incidencia en un dígito. En 2018 era de 9%, pasó al 13.5% en 2020 y posteriormente al 23.1% en 2021. Es decir, se multiplicó casi por 2.5 veces la pobreza extrema”, aseguró Juan Daniel Oviedo, director del Dane.
Todo esto posiciona a la denominada perla de América como la 3ra capital del país con más pobreza extrema, según Santa Marta Cómo Vamos. Donde, además, registra una tasa de desempleo de 13,4% para el trimestre (septiembre – noviembre del 2021) y una informalidad laboral de 65,3 % en este mismo periodo.
Las alarmantes cifras se reflejan en una realidad social que está en constante convulsión. Las cifras de seguridad también son críticas, la ciudad cerró 2021 con 165 homicidios, el hurto a personas también incrementó, pasó de 1.966 casos a 2.609, con un aumento del 32.7%.
“Santa Marta se está llenado de los llamados “serenos” o vigilantes, algunos dotados con armas traumáticas (o quizá hasta reales) porque la inseguridad ha crecido rápido y a escalonado, que las personas no se sienten seguras ni en sus propias casas”, aseguró el experto en violencia, Lerber Dimas.
Y el panorama no es nada alentador en educación, salud, calidad en el servicio de agua, alcantarillado y energía, que conforman ese largo listado de los problemas estructurales que pasada la segunda década del siglo XXI aún en Santa Marta no se logran establecer soluciones reales que se sostengan en el tiempo.
Mientras tanto, en medio de tanta inequidad, falta de oportunidades y niveles de corrupción abrumadores, los samarios siguen empujando su carreta, con una capacidad de resistencia para vivir en estas condiciones, pero a la vez en un letargo que le incapacita despertar para exigir verdaderas transformaciones.