La ciudad de Medellín ha sido escenario de una nueva controversia en torno a las expresiones artísticas en sus espacios públicos.
El pasado lunes 13 de enero, la Alcaldía de Medellín, bajo el liderazgo de Federico Gutiérrez, ordenó borrar un mural recién pintado en el deprimido de la Terminal del Norte, lo que desató un intenso debate en la ciudad. El mural, realizado el domingo 12 de enero por un grupo de colectivos artísticos, hacía alusión a los recientes hallazgos de restos óseos en La Escombrera, un lugar emblemático en la comuna 13 de Medellín, asociado a las desapariciones forzadas ocurridas durante el conflicto armado colombiano.
¿Qué representaba este mural?
El mural, que sólo estuvo unas horas visible, contenía tres elementos principales: la frase “Las cuchas tienen razón”, en referencia a las integrantes del colectivo Mujeres Caminando por la Verdad, quienes han luchado durante años por esclarecer las desapariciones forzadas en la comuna 13; la imagen de Margarita Restrepo, una de las líderes más emblemáticas de esta organización; y una representación distorsionada del expresidente Álvaro Uribe, con la frase “Yo di la orden”. Este último elemento generó controversia debido a la alusión directa al expresidente en un contexto de tensiones políticas en el país.
Rafael Núñez, docente universitario y uno de los participantes en la creación del mural, explicó que la obra buscaba ser un acto de construcción de memoria, destacando la importancia de visibilizar los hallazgos en La Escombrera, que podrían pertenecer a víctimas de desapariciones forzadas.
Para los artistas, el mural era una manera de reconocer y honrar las luchas de las mujeres que han buscado durante décadas a sus seres queridos, a pesar de la indiferencia de muchos sectores de la sociedad.
La reacción de la Alcaldía de Fico
Al día siguiente, el lunes 13 de enero, un grupo de personas que había participado en la creación del mural se sorprendió al ver que personal de la Alcaldía de Medellín estaba borrando la pintura. Esta acción generó una fuerte polémica, especialmente en las redes sociales, donde se criticó la decisión de borrar una expresión artística que, para muchos, tiene un fuerte componente de memoria histórica.
La alcaldía argumentó que, aunque apoya el arte urbano y el grafiti, el mural contenía elementos que, en su opinión, eran ofensivos y que no correspondían con los valores de la ciudad.
Federico Gutiérrez, el alcalde de Medellín, se refirió a la polémica en un mensaje a los medios, aclarando que su administración apoya el grafiti como forma de expresión artística en zonas específicas, como la comuna 13, pero que no toleraría mensajes que, según él, promuevan el odio o la ofensa. "Una cosa es el grafiti como expresión artística y otra cosa es lo que algunos consideran arte, pero que lo que hace es ensuciar la ciudad", señaló Gutiérrez.
El hecho reabrió el debate sobre el papel del arte en la construcción de memoria histórica, especialmente en un contexto tan sensible como el de las víctimas de desapariciones forzadas en Medellín y otras regiones de Colombia.
Los colectivos artísticos que realizaron el mural argumentan que el verdadero mensaje no está en la estética de la obra, sino en el contenido político y social que esta representa. Para ellos, borrar el mural no es una cuestión de limpieza urbana, sino de silenciar una verdad incómoda sobre los crímenes cometidos durante el conflicto armado.
Este mural estaba ubicado en un lugar estratégico, por donde transitaban miles de personas cada día, lo que aumentaba su potencial de generar conciencia y debate.
Esta polémica no es un caso aislado. En los últimos meses, Medellín ha sido escenario de otras controversias relacionadas con el grafiti y los murales que abordan temas políticos y sociales delicados. Un caso reciente fue la eliminación de un mural en la Avenida Paralela que decía “Nos están matando”, en referencia a la violencia contra líderes sociales en Colombia. Este mural fue borrado por la misma administración, generando protestas por parte de los colectivos de arte y derechos humanos.
El incidente del mural en la Terminal del Norte ha puesto sobre la mesa una cuestión central: ¿hasta qué punto deben las autoridades intervenir en las expresiones artísticas que cuestionan el orden establecido o que aluden a hechos históricos dolorosos? Para muchos, el arte es una herramienta poderosa para dar voz a las víctimas y visibilizar injusticias, mientras que para otros, la intervención estatal busca mantener el orden y evitar lo que consideran mensajes divisivos o provocadores.
En definitiva, el borrado del mural en Medellín refleja una tensión entre la libertad de expresión y la necesidad de construir una memoria colectiva, una disputa que seguirá siendo central en el debate público de la ciudad. La situación también subraya la importancia de continuar el diálogo entre las autoridades y los artistas urbanos para garantizar un espacio adecuado para las expresiones culturales que aborden temas sensibles.