Sobre las ruinas de uno de los municipios más prósperos del Tolima antes de la tragedia, este viernes los tolimenses rinden homenaje a las víctimas que dejó la avalancha de Armero el 13 de noviembre de 1985. Ya son 35 años del catastrófico suceso que dejó 25.000 personas fallecidas y una marca imborrable en la memoria de los colombianos.
Con la pandemia de Covid-19 aún vigente, la conmemoración que realizan familiares y amigos de las víctimas fatales de la avalancha de Armero cada año, será completamente diferente a la de ocasiones anteriores.
Este 13 de noviembre de 2020 el homenaje será sobrio, tranquilo y bajo estrictos protocolos de bioseguridad para evitar aglomeraciones que pongan en riesgo la salud pública.
Habrá eucaristías presididas por los sacerdotes de las Diócesis de Líbano y Honda y una caminata desde el parque central de Guayabal, Armero, hasta las ruinas del municipio que sepultó la furia del Nevado del Ruíz hace 35 años.
Además, la Fundación Armando Armero preparó una exposición que recoge las memorias de la fatídica noche y las historias de los niños y niñas que quedaron sin hogar y fueron adoptados tras la tragedia.
El peor desastre natural en Colombia
Hace 35 años, en la noche del miércoles 13 de noviembre de 1985, mientras los habitantes de Armero dormían, el Nevado del Ruiz se convertía en una amenaza inminente. La erupción del volcán acabó con la tranquilidad de la noche, la paz desapareció y la angustia y desesperación fueron protagonistas.
Cerca de la media noche, aproximadamente el 85 % de Armero estaba cubierto de lodo, piedras enormes, árboles y partes de edificaciones que la avalancha destruyó.
La catástrofe natural que sepultó una población dejó cerca de 230 mil personas afectadas y aproximadamente 25 mil víctimas fatales. La tragedia fue reportada en diarios internacionales.
La imagen de Omaira Sánchez, una niña que se convirtió en un ícono de la tragedia tras permanecer atrapada con el agua hasta el cuello durante unas 60 horas, le dio la vuelta al mundo y hoy sigue implantada en la memoria de los colombianos que aún lamentan lo sucedido la trágica noche del 13 de noviembre de 1985.
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En 1986, el Papa Juan Pablo II visitó las ruinas de Armero e hizo un homenaje a los fallecidos. Frente a una cruz, ubicada sobre lo que era la iglesia de la población, el sumo pontífice declaró a Armero como 'Camposanto'.
Luego de la avalancha en Armero no solo quedó el dolor de la tragedia, de las vidas perdidas y de los niños sin hogar, también surgió la frustración de saber que el entonces presidente Belisario Betancur y su ministro de Minas, Iván Duque Escobar, padre del actual presidente de Colombia Iván Duque Márquez, minimizaron las voces de alerta sobre una posible erupción del volcán.
