El escritor William Ospina, de lejos una de las figuras intelectuales más representativas de los últimos años en Colombia, se ha vuelto tendencia en las últimas horas por cuenta de una columna en la que dejó ver sus cartas de cara a las elecciones presidenciales. La polémica no se hizo esperar, ya que en su texto defendió la candidatura de Rodolfo Hernández, a quien calificó como “un empresario de provincia hecho a pulso, que evidentemente no pertenece a la casta centralista que ha mangoneado y devastado al país durante muchas décadas”.
Su texto fue publicado el pasado domingo en su acostumbrado espacio en El Espectador, donde tituló “Rodolfo Hernández: la hora de la franja amarilla”, en referencia a un famoso ensayo suyo en el que abordó gran parte de las problemáticas de Colombia y planteó como solución un nuevo proyecto de país basado en el aprovechamiento de la diversidad, la riqueza cultural y natural, el fin de la polarización política… En fin, un nuevo país que reconociendo sus fortalezas logre reconstruir su identidad. Es ahí donde según él, al parecer, cabe el exalcalde de Bucaramanga.
“El modo asombroso en que crece como espuma la candidatura de Rodolfo Hernández a la presidencia revela que el viejo país de la politiquería y de la corrupción está quedando atrás: en este momento no parece ya que nada pueda detener la indignación de los colombianos y su voluntad de cambiar”, señala Ospina nada más comenzando su columna.
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Sumado a ello, el escritor señala que entre los factores que hacen a Rodolfo Hernández diferente está el que sea un empresario “hecho a pulso que no pertenece a la casta centralista que ha mangoneado y devastado al país durante muchas décadas”. Deja entrever, además, que aprueba su gestión mientras fue alcalde de la capital santandereana, pues considera que allá fue capaz de “derrotar la corrupción solo con honestidad y con valentía”.
Cabe recordar que en la mayoría de ensayos de William Ospina relacionados con Colombia, como ‘¿Dónde está la franja amarilla?’ o ‘Pa que se acabe la vaina’, siempre estuvo presente la crítica hacia las familias poderosas que dirigen y han dirigido por años la política nacional. Una posición anti tradicionalista, que ahora se alinea con el discurso anti alianzas de Rodolfo Hernández, que tampoco es que haya sido ajeno de la política tradicional santandereana o nacional.
William Ospina dice: “Todos los candidatos del establecimiento están estupefactos. No entienden de dónde puede salir en Colombia alguien tan enemigo de las alianzas hipócritas, de la simulación, de la tartufería”. No se equivoca, ya que según las encuestas, a diferencia de los demás candidatos, el ingeniero Rodolfo sigue subiendo en favorabilidad.
Lejos de eso, el escritor ha encontrado en sus seguidores una muralla frente a su nueva columna, ya que en su gran mayoría están en desacuerdo con que Hernández represente el cambio que Colombia necesita.
¿Una franja amarilla todavía más perdida?
De acuerdo con Ospina, lo que hace a Rodolfo Hernández un buen candidato es su apoyo al proceso de paz y la JEP, que no finge ser perfecto, que habla claro y contundente frente a la mala administración de los recursos públicos, que busca reducir el gasto burocrático, que planea restablecer las buenas relaciones con Venezuela o “cortar el copete a los privilegios de los militares”. En fin, varias medidas y verdades que considera “les tiene que doler mucho a los Gavirias y a los Pastranas, a los Santos y a los Uribes”.
Sin embargo, una afirmación resulta llamativa y es cuando asegura que Hernández “es capaz de indignarse con la mentira, y es capaz sin cálculos de darle una bofetada con su propia mano al que le tiende una trampa”. Del fondo nace una pregunta: ¿No es acaso este comportamiento una antítesis de ese utópico proyecto de nación incluyente y con respeto por la diferencia que planteó en “¿Dónde está la franja amarilla”?? ¿Será la cachetada, física o metafórica, la forma de hacer las cosas de acá en adelante?
¡Y ojo que no han sido solo cachetadas! El ingeniero Rodolfo Hernández ha protagonizado varios escándalos por su carácter explosivo, en su mayoría por audios revelados que dan cuenta de su facilidad para expresar groserías o incluso amenazas. Una pregunta para William Ospina: ¿Acaso alguien que tenga en su acervo la expresión “le doy un tiro” es una persona idónea para acabar con la polarización y la violencia?
Eso sin contar el episodio en el que, hablando como empresario, manifestó la satisfacción que le producía que una persona le pagara intereses por años en los edificios que financia: “Yo cojo las hipotecas, que esa es la vaca de leche, imagínese 15 años un hombrecito pagándome intereses ¡Eso es una delicia!”. Una frase que, más allá de si está o no bien en el plano empresarial, en política no es precisamente algo que marque la diferencia y hasta permite cuestionarse por el papel que jugaría el exalcalde como mandatario nacional ¿Podrá desligarse de su yo empresario?
Una pregunta que cobra relevancia si se tiene en cuenta, por ejemplo, que durante los últimos dos años de pandemia el pago de deudas (y sus intereses) ha sido uno de los retos de gobernabilidad más grandes. Mucha gente se quedó sin trabajo y guardada en casa difícilmente logró obtener un diario ¿Qué pasaría si los colombianos vuelven a sufrir otro golpe como esos? ¿Qué pasaría si la ‘delicia’ de los empresarios vuelve a peligrar?
Lo demás es historia política santandereana: la sociedad del entonces alcalde Rodolfo Hernández con el cuestionado político Fredy Anaya, ahora contralor de Santander y ficha del Clan Aguilar; dos sanciones disciplinarias relacionadas con su carácter explosivo mientras fue mandatario; y el presunto caso de corrupción de Vitalogic, que hoy por hoy tiene a Hernández en juicio por supuestamente (según la Fiscalía) haber favorecido el otorgamiento de un contrato de consultoría de más de 300 millones de pesos en el proceso de tecnificación del manejo de residuos en el relleno sanitario El Carrasco.
Por ese mismo caso, el exalcalde tuvo que salir a pedir disculpas públicamente a nombre de su hijo, Luis Carlos Hernández, ya que este último habría firmado un documento que señalaba que recibiría una enorme suma de dinero si intercedía para que Vitalogic se ganara la licitación para el manejo de las basuras en Bucaramanga. “Una acción fallida en la que pretendieron involucrar a mi hijo”, dijo en su momento el alcalde.
Entonces, palabras más palabras menos, defender a capa y espada a un candidato está lejos de ser el camino para encontrar la franja amarilla. Puede que sea Rodolfo Hernández, como pueda que no, lo importante, como lo ha dicho en innumerables casos el señor William Ospina, es que el pueblo logre desarrollar dignidad alejándose del favoritismo ciego y que, identificando sus verdaderas necesidades a través de la identidad, proponga o apoye una propuesta de nación en la que todos quepan y nadie sobre.