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En el corazón del altiplano cundiboyacense, entre montañas y vestigios de una civilización avanzada, alguna vez se escuchó con fuerza el muysccubun, el idioma del pueblo muisca. Sin embargo, en 1770, la Corona española prohibió su uso, condenándolo a la extinción.
Más de dos siglos después, un grupo de lingüistas, académicos y activistas está intentando traerlo de vuelta. Pero, ¿es posible revivir un idioma que dejó de hablarse hace tanto tiempo? ¿Podría el muisca recuperar su lugar en la historia y en la vida cotidiana de los colombianos?
La desaparición forzada de una lengua milenaria
Los muiscas fueron una de las civilizaciones más influyentes del territorio que hoy es Colombia. Su idioma, el muysccubun, fue declarado en 1580 la “Lengua General” del Nuevo Reino de Granada debido a su extendido uso. Sin embargo, la llegada de los españoles y la imposición del castellano marcaron su declive.
El golpe final llegó en 1770, cuando el rey Carlos III de España ordenó la prohibición de todas las lenguas indígenas en América. Esta medida, parte de la política de castellanización, llevó al abandono progresivo del muisca hasta su extinción total en el siglo XIX.
¿Puede un idioma resucitar después de siglos?
A pesar del tiempo transcurrido, la historia del muisca no ha terminado. En los últimos años, investigadores han reconstruido su gramática y vocabulario a partir de documentos históricos. El proyecto “Muysc cubun” ha sido clave en este proceso, digitalizando diccionarios coloniales y creando recursos educativos para su enseñanza.
Las herramientas digitales han permitido una difusión más amplia de la lengua. Actualmente, existen bases de datos, talleres y cursos que buscan reintroducir el muisca a la sociedad colombiana, aunque el reto es enorme: no hay hablantes nativos, y la reconstrucción se basa en registros fragmentados.
El arte y la cultura, aliados en la recuperación del muisca
El cine ha jugado un papel fundamental en esta iniciativa. En 2020, la película animada Tundama sorprendió al público al estar hablada completamente en muisca, generando interés en la lengua y su historia.
Asimismo, comunidades indígenas y académicos han comenzado a ofrecer cursos y programas para enseñar el idioma. Aunque la mayoría de los descendientes muiscas no lo hablan, hay un creciente movimiento que busca aprenderlo como un acto de resistencia cultural y recuperación identitaria.
Los desafíos de revivir un idioma perdido
Resucitar un idioma extinto es un proceso complejo. Ejemplos como el del hebreo, que pasó de estar prácticamente muerto a convertirse en el idioma oficial de Israel, demuestran que es posible, pero requiere un esfuerzo colectivo y una fuerte motivación social.
El muisca enfrenta dificultades: sin una comunidad de hablantes nativos y con una reconstrucción aún en desarrollo, su futuro es incierto. Sin embargo, su revitalización es más que un intento lingüístico: es un símbolo de resistencia y memoria histórica.
¿Volverá el muisca a ser una lengua viva?
El renacer del muisca es un desafío que va más allá de las palabras. Aunque es poco probable que vuelva a ser un idioma de uso cotidiano, su recuperación representa un acto de reivindicación cultural y una oportunidad para fortalecer la identidad indígena en Colombia.
La pregunta sigue abierta: ¿logrará el muisca resurgir como lengua funcional o quedará como un recuerdo del pasado? Lo que es seguro es que su historia aún no ha terminado.