La crisis política y económica que enfrenta Venezuela sigue siendo uno de los temas más relevantes en la geopolítica latinoamericana.
En una reciente entrevista con Kienyke, el analista Yann Basset, Director del Grupo de Estudios de la Democracia (DEMOS UR) de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario brindó una perspectiva profunda sobre la tensa situación en el país, particularmente en relación después de las elecciones y la relación con actores internacionales clave.
La falta de legitimidad del régimen de Maduro
Basset destacó la crisis de legitimidad que enfrenta el régimen de Nicolás Maduro, ya que a pesar de los esfuerzos del gobierno venezolano por presentar sus elecciones como democráticas, la realidad es que una amplia mayoría de la población venezolana apoya a la oposición.
El analista subraya que la reciente tentativa de fraude electoral ha dejado al descubierto la debilidad del régimen, al punto de que incluso los propios seguidores de Maduro no creen en los resultados de las elecciones. Esta falta de legitimidad no solo afecta la percepción interna, sino que también socava la posición de Venezuela en el ámbito internacional.
El rol de las Fuerzas Armadas en la estabilidad del régimen
Una de las claves para entender por qué el régimen de Maduro sigue en el poder, a pesar de su ilegitimidad, es el apoyo continuo de las Fuerzas Armadas.
Según Basset, el régimen se ha asegurado este respaldo mediante una mezcla de favores y presiones. Las Fuerzas Armadas representan el principal pilar de apoyo de Maduro, lo que hace que cualquier intento de cambio de poder sea extremadamente difícil, especialmente para una oposición que carece de fuerza militar.
Aunque Basset reconoce que la falta de apoyo popular y la represión brutal del régimen han debilitado a Maduro, advierte que mientras las Fuerzas Armadas sigan siendo leales, el régimen continuará sosteniéndose, aunque de manera artificial.
La comunidad internacional: ¿Un factor decisivo?
El analista también abordó el papel crucial que juega la comunidad internacional en la crisis venezolana. A pesar de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, y las denuncias de fraude por parte de la oposición, Basset destaca que el régimen de Maduro no está completamente aislado.
Países como Rusia y China siguen apoyando a Venezuela, principalmente por motivos comerciales. Esto ha permitido a Maduro mantener cierto acceso a los mercados internacionales, lo que refuerza su capacidad para seguir gobernando.
Por otro lado, el papel del Vaticano y las organizaciones de derechos humanos, como la Corte Interamericana, ha sido relevante en cuanto a la presión sobre el régimen para que respete los derechos humanos y busque una salida política. Sin embargo, Basset señala que, a pesar de estos esfuerzos internacionales, la comunidad global está dividida, lo que dificulta una acción contundente.
La represión y el futuro incierto
La situación de los derechos humanos en Venezuela sigue siendo crítica, y Basset sostiene que, aunque han existido intentos de desestabilizar al régimen desde el exterior, estos no han tenido éxito.
El régimen ha logrado mantenerse gracias a la lealtad de las Fuerzas Armadas y el apoyo de países autoritarios. Sin embargo, a largo plazo, la falta de legitimidad interna y el creciente aislamiento internacional podrían generar inestabilidad, lo que pone en duda la capacidad de Maduro para sostenerse en el poder a largo plazo.
A pesar de esto, Basset enfatiza que la presión internacional y las movilizaciones sociales dentro de Venezuela son fundamentales para exponer la fragilidad del régimen. Las protestas y el activismo siguen siendo herramientas clave para recordar la ilegitimidad del gobierno y presionar por una transición política.
El papel de Colombia en el contexto venezolano
En cuanto al papel de Colombia, Basset destaca los esfuerzos del presidente Gustavo Petro por mantener relaciones diplomáticas con Venezuela, a pesar de las crecientes críticas internas.
A diferencia de otros gobiernos latinoamericanos, Petro ha apostado por una postura de diálogo y cooperación, a pesar de las dificultades evidentes, como el creciente número de migrantes venezolanos en Colombia. Sin embargo, este enfoque pragmático se ha visto desafiado por la crisis electoral y la represión en Venezuela.
El gobierno colombiano, según Basset, se enfrenta a un dilema complicado: por un lado, necesita gestionar la gran cantidad de venezolanos que han huido de la crisis, y por otro, debe equilibrar sus relaciones diplomáticas con un régimen que no es reconocido por gran parte de la comunidad internacional.
La polarización interna y la transición
Por otro lado, Basset también se refiere a la profunda polarización que atraviesa la sociedad venezolana, pues la división entre chavistas y opositores sigue siendo un obstáculo para la construcción de una Venezuela post-chavista. En caso de una eventual transición, el analista sostiene que esta deberá ser negociada, como lo fueron las transiciones democráticas en otros países latinoamericanos en las décadas de 1980 y 1990.
Este proceso implicará acuerdos entre diferentes actores políticos, especialmente las Fuerzas Armadas, para garantizar una transición ordenada.
Uno de los temas más relevantes tratados por Basset es el impacto de la crisis venezolana en la migración regional. La crisis ha generado un éxodo masivo de venezolanos hacia países como Colombia, donde se estima que más de 2 millones de migrantes han llegado.
El gobierno colombiano ha respondido con políticas de apertura, pero la situación sigue representando un desafío tanto en términos humanitarios como económicos. La migración no solo ha afectado a Colombia, sino también a otros países de la región, que deben gestionar las consecuencias de esta crisis humanitaria.
La situación política en Venezuela sigue siendo extremadamente compleja y tensa, con un régimen de Maduro que, aunque debilitado, continúa sosteniéndose gracias al apoyo de las Fuerzas Armadas y la colaboración de regímenes autoritarios como Rusia y China. Sin embargo, la creciente represión, la falta de legitimidad interna y el aislamiento internacional podrían abrir la puerta a una eventual transición, aunque este proceso será largo y desafiante. La comunidad internacional, la presión interna y el papel de países como Colombia serán factores determinantes en el futuro de Venezuela y en la estabilidad política de la región.
