El pasado 19 de julio de 2024 se aprobó la Ley 2383, que busca darle más importancia a la educación socioemocional en colegios y escuelas de Colombia, desde preescolar hasta la media. Esta ley surge porque hace falta que en las aulas no solo se enseñen materias tradicionales, sino que también se les ayude a los niños y jóvenes a gestionar sus emociones y a relacionarse mejor con los demás. Como profe, veo lo valiosa que es esta norma, ya que en nuestro sistema educativo se ha descuidado bastante este aspecto emocional y social. Pero, aunque suena muy bien, también trae unos retos grandes que no podemos ignorar.
La educación socioemocional, según la ley, es un conjunto de habilidades que nos ayuda a manejar nuestras emociones, pensamientos y comportamientos de manera positiva. En pocas palabras, la ley quiere enseñar a los estudiantes a lidiar con sus emociones, llevarse bien con otros y desarrollar habilidades útiles para sus vidas personales, académicas y profesionales. Y claro, esto es buenísimo, ya que la salud mental en los colegios ha sido un tema olvidado por mucho tiempo.
Pero, lo complicado es cómo van a implementar esta ley. El artículo 5 menciona tres pasos: crear unas guías pedagógicas, implementarlas en los colegios y luego hacer un seguimiento y evaluación. Aquí está el primer reto: ¿Cómo se asegura que esto funcione igual en todos los colegios del país, especialmente en los que tienen menos recursos? La diferencia entre los colegios de Colombia es enorme, no solo en infraestructura sino en personal. ¿Tendrán todos los colegios los recursos y la capacitación para aplicar bien esta ley? No queda claro cómo van a garantizar que todas las instituciones tengan acceso a lo necesario para lograr una buena educación socioemocional.
Otra cosa clave es la capacitación de los profes. La ley dice que los docentes van a recibir formación en educación socioemocional, lo cual es un paso importante. Sin embargo, todos sabemos que la capacitación de los educadores en Colombia no siempre es la mejor, y si no se hace un buen seguimiento, puede que esta enseñanza se quede corta o, peor, que se convierta en un conjunto de actividades sin mucho impacto en los estudiantes.
También se habla de que los papás y cuidadores tienen que ser parte del proceso educativo, lo que me parece muy acertado. Incluso mencionan la creación de una "escuela socioemocional" para los padres, lo cual es una idea innovadora. Sin embargo, me pregunto cómo van a lograr que las familias, sobre todo en contextos vulnerables, se involucren realmente en estos procesos. Muchas veces las familias no tienen ni el tiempo ni las herramientas para participar, y si no se piensan bien las estrategias para incluirlas, esto podría quedar en el aire.
Un punto muy importante es que la ley habla de implementar esta educación en contextos de diversidad étnica y cultural, especialmente en comunidades Raizales y Étnicas. Esto es un gran acierto, ya que reconoce que cada comunidad tiene sus particularidades y no se puede aplicar una fórmula igual para todos. Pero, ¿están los mecanismos para que esto se cumpla? La historia de las políticas públicas en Colombia nos muestra que muchas veces estas buenas intenciones se quedan solo en el papel y no se llevan a la realidad.
Algo que preocupa es cómo van a manejar problemas graves como el suicidio, el bullying, el consumo de drogas y los trastornos alimenticios, que también se mencionan en la ley. Aunque es muy positivo que se reconozcan estos problemas en el ambiente escolar, no queda del todo claro cómo se van a abordar. El Ministerio de Salud tiene un papel clave, pero ¿está el sistema de salud preparado para atender a todos los estudiantes que lo necesiten?
El seguimiento y la evaluación son cruciales. La última etapa de la ley se enfoca en esto, y será la clave para saber si realmente estamos haciendo una diferencia en la vida de los estudiantes. Pero en Colombia estos procesos suelen ser débiles y no siempre tienen el financiamiento necesario. Sin una evaluación seria, corremos el riesgo de que la ley no se aplique bien y solo quede como una buena intención.
Para acabar esta columna, concluyamos que la Ley 2383 es un gran avance para nuestra educación. La educación socioemocional es esencial para el desarrollo integral de nuestros estudiantes. Pero el éxito de esta ley dependerá de cómo se implemente y del apoyo que reciban los colegios para llevarla a cabo. Esta ley abre una puerta importante, pero ahora nos toca cruzarla y hacer de la educación socioemocional una realidad para todos.
Bonita semana para todos, que Dios les bendiga.