El primer punto de un acuerdo político debería concentrarse en evitar la
confrontación, el desprecio y hasta el odio por todo aquel que piensa distinto. Un frente común contra la polarización.
Este fenómeno sin duda, contribuye a ubicar a la sociedad a favor o en contra de algo o alguien. Es un elemento que convierte el accionar de un gobierno en una especie de batalla, a sabiendas de que se mueven todas las
emociones posibles. Aunque podría ser un arma de doble filo.
No obstante, es muy evidente que insertar el odio como mecanismo explícito
de gobierno, tiene como efecto casi inmediato la distancia entre los integrantes de un mismo país. Colapsa la empatía y espanta el consenso.
Es una creciente tendencia mundial, más apegada a lo que conocemos como
populismo duro y puro, además usa un lenguaje sencillo pero agresivo, que
tiene siempre una cabida inmediata en los titulares de los medios de
comunicación.
La polarización incrementa la hostilidad. Incluso se puede afirmar sin
exagerar, que hasta en las conversaciones cotidianas de los ciudadanos,
sacan a relucir las diferencias que se contagian a través de los mandatarios
populistas. La gente se vuelve irascible en los temas de país.
Entonces con un escenario tan ríspido, no hay alternativa para la
construcción colectiva, más bien se apuesta por la derrota del contrario, se
olvidan de los rimbombantes acuerdos, se engaveta el consenso. Cualquier
asomo de cercanía, tiene fecha de caducidad.
A mayor incremento de este tsunami polarizador, se profundiza la
radicalización. Este aspecto no contribuye a generar espacios de
entendimiento, es más, hacerlo va en contravía de la estrategia de ubicar
enemigos todos los días.
Debatir con argumentos, parece asunto que ya no interesa, por el contrario,
los jinetes de la polarización evaden esta posibilidad, saben que es un terreno que no les favorece. La guerra verbal es lo que fomentan.
Las democracias en el mundo afrontan el reto cada vez superior y esquivo, de sostener esta forma de gobierno, en medio del huracán de la polarización,
que busca arrasar todo a su paso y establecer autocracias y en el peor de los
casos, dictaduras.