Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

Chao, alcalde “Kingtero”

La ciudadanía, a través de tertulias, coloquios, columnas, comentarios en taxis, reuniones sociales, medios, redes, etc., ya anda tejiendo el balance de los alcaldes y gobernadores de sus respectivos lugares, tras cuatro años de gestión, e indigestión en no pocos casos. Los medellinenses, por supuesto, no podíamos estar en una tónica distinta, máxime si, a lo largo de estos casi inacabables 48 meses, la ciudad ha estado en manos –en muchas manos– de un apuesto joven y de una apuesta de decenas de chicas y chicos en edad de aparearse, que, en general, saldrán de la alcaldía con costosas argollas de compromiso matrimonial o emparejamiento. O con las esposas de la ley.

¿Cuáles cosas podremos decir muchos de los ciudadanos que hemos estado atentos a la tarea iniciada en Medellín el 1 de enero de 2020 por Daniel “Kingtero” Calle? Aquí te tengo, alcalde, algunas versiones de visiones, resumidas y apretadas, sobre valores que han orbitado alrededor de tu gesta política y personal en la otrora “tacita de plata”:

• Sí, tu alcaldía fue un proceso… hacia el retroceso.
• Posaste de estadista… y quedaste de estilista.  
• Te tenías como pacifista… y fuiste camorrista.
• Creíste estar rodeado de una legión de líderes…, pero solo era un club de núbiles.
• Soñaste ser el embajador de la ciudad…, y resultaste ser el embarrador.

• Te consideraste brillante…, pero no pasaste de detonante.
• Buscaste ser pionero…, pero llegaste a cadenero.
• Pudiste haber sido constructor…, pero fuiste demoledor.
• Aspiraste a ser promotor y lo conseguiste…, pero de odios.
• Te atraía generar ilusiones…, pero creaste frustraciones.

• Anhelabas sumar afectos: conquistaste abyectos. 
• Posaste de brioso: fuiste tortuoso.
• Quisiste ser admirado: resultaste despreciado.
• Aspiraste a ser caudillo: no rompiste el cascarón.
• Creíste que el apegamiento era empoderamiento.

• Predicaste coherencia, y lograste inconsistencia.
• Soñabas en quedarte con el apoyo "del pueblo", pero ese pueblo se quedó soñando.
• Creíste que formabas equipos, pero formaste “barras”.
• Sembraste “quinterismo”, y cosechaste arribismo.
• Buscabas forjadores, encontraste vividores.

• Creías ser un faro luminoso: no pasaste de veladora.
• Te sentías ánfora perfumada, pero se te acabó el perfume.
• Pensaste que liderabas seguidores, y eran simples “roedores”.
• Te definías como una esperanza continua: fuiste un desespero sin fin.
• Estuviste convencido de que serías una divisa para el mundo: no alcanzaste a ser eslogan.  

INFLEXIÓN. Quizás, en el futuro, tu talento y las maquinaciones te proporcionen otra oportunidad para servir. ¿Le dirás al Destino: “Aparta de mí ese cáliz!”? ¡Que no sea para servirte o para ser vil! 

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Ignacio Arizmendi Posada
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