Una papeleta de bazuco o de marihuana entregada a un joven o a un niño desata todos los males de una ciudad.
Las bandas de microtráfico regalan las papeletas a niños y jóvenes en parques, dentro de los mismos colegios y en las universidades. Luego de que envician al joven, este deserta del colegio, inicia las actitudes agresivas por la ansiedad y viene la violencia intrafamiliar. Después, por el afán del consumo, comienzan los hurtos de dinero o aparatos electrónicos en la propia casa. Posteriormente son reclutados por las bandas y comienzan los robos de celulares en las calles. Allí inicia el crimen organizado, porque se activan las bandas internacionales de tráfico de estos móviles. La “vicha” o papeleta es la madre de muchos males que aquejan a nuestras ciudades.
Estamos perdiendo a una generación de jóvenes y niños a mano del microtráfico; todo bajo el escudo de la dosis mínima. En los últimos tres años, más de 7000 jóvenes entraron al sistema penal adolescente; eso quiere decir que cometieron un delito y fueron sancionados. El 80% de ellos son consumidores de drogas ilegales y los principales delitos que cometieron fueron hurto y tráfico de estupefacientes. Las bandas criminales manipulan e instrumentalizan a los jóvenes para sus negocios. Los usan como carne de cañón para delinquir y también para envenenarlos con todo tipo de drogas ilícitas.
El decreto que expidió el Presidente Duque que confisca la dosis mínima en espacio público, parques y alrededor de los colegios es un paso fundamental y necesario para proteger a miles de nuestros niños y jóvenes. En todos los barrios que he visitado en Bogotá el clamor urgente y prioritario de los padres es que se acabe la dosis mínima. La comunidad en su sabiduría popular tiene absolutamente claro, que la dosis mínima es la fuente principal de los males que aquejan a sus barrios. Parques tomados por los jíbaros, parques a los que no se pueden ir de noche por presencia de visitantes viciosos. Todos los adultos mayores excluidos de ciertas zonas porque no quieren inhalasen el humo de la marihuana que ronda por doquier.
La medida de la dosis mínima es parte de un programa integral que incluye persecución y desmantelamiento de las bandas de microtráfico y una estrategia de erradicación y sustitución de cultivos ilícitos. Así mismo se crearán los puntos SACUDETE (Salud, Cultura, Deporte y Tecnología) para las nuevas generaciones y un amplio programa de prevención entre los jóvenes a través de actividades de uso de tiempo libre. A todo lo anterior también se suman los programas de rehabilitación de jóvenes drogadictos que ya van más de 200 mil y que deben ser ampliados de forma masiva.
Los contradictores argumentan que el decreto afecta el derecho al libre desarrollo de la personalidad. Hay que rechazar categóricamente esa afirmación. Aquí se penaliza a los jíbaros y a las bandas; se toman medidas administrativas a quienes porten la droga en espacios públicos donde podrían afectar la convivencia de todos. Se defienden los derechos de las mayorías. Si quieren consumir, que lo hagan en su propia casa; ¿por qué nos tienen que imponer a los no consumidores y a todos los niños su propia convicción?
El reto que enfrenta el gobierno nacional es que las entidades territoriales con sus cuerpos de policía den aplicación inmediata al decreto. Se deben asignar los recursos y desarrollar las acciones policiales con toda la contundencia. No puede haber excusa, esa debe ser la máxima prioridad de seguridad para proteger a los niños de Colombia.
*Por Diego Molano
Concejal de Bogotá
https://www.youtube.com/watch?v=1RZ4Xer7o6M&feature=youtu.be
Dosis Mínima, prioridad Máxima*
Mar, 09/10/2018 - 07:07
Una papeleta de bazuco o de marihuana entregada a un joven o a un niño desata todos los males de una ciudad.
Las bandas de microtráfico regalan las papeletas a niños y jóvenes en parques, dentr
Las bandas de microtráfico regalan las papeletas a niños y jóvenes en parques, dentr