Por Jonáz
Qué pesar, terminó el novelón de Valerie Domínguez y quizás el peor papelón de su carrera como actriz. No fue el final feliz típico, del galán que quedó junto a su amada. En esta ocasión, al parecer hubo ruptura de cobijas definitiva con su ex, de la otrora prestigiosa familia costeña, los Dávila Fernández de Soto, que quien sabe si de ahora en adelante podrán salir a la calle con la frente en alto. Claro está que como en este país hay tanto sin vergüenza. Bueno. Los que seguimos el caso, durante el proceso judicial de Valerie Domínguez, resulta que firmó varios documentos a ciegas y confiada en su diáfano novio. ¿Será que fue asaltada en su buena fe?, acá se puede hablar que: ¡los caballeros las prefieren brutas!, para algunas cosas. Oiga y que caballero, Dávila que la coaccionó y manipuló para que firmara. ¿Será que Valerie se estaba haciendo la loca con su responsabilidad?. Será creerle, pero para los más creyentes: para Dios no hay nada oculto. En otras palabras, la bella mujer, estaba durmiendo con el enemigo. Es complicado de creer que por 306 millones de pesos que iba a recibir de subsidio del programa Agro Ingreso Seguro, fuese a arriesgar su carrera, o será que existen personas tan sedientas de dinero, que no piensan en las consecuencias negativas por ganarse irregularmente un dinerito extra. Otro asunto que llama la atención es que el Estado a veces resulta ser tan frágil para la corrupción que existen abyectos que aprovechan cualquier bache para hacer de las suyas. En todo caso, la ex señorita Colombia fue absuelta, pero de todas formas se “boletió”. En las audiencias se ventilaron episodios de violencia entre la pareja. Celos, cachetada, jalón de pelo y madrazo, ingredientes para hacerle competencia a La Fiera, Pasión de Gavilanes, Pasión Morena, la que no podía amar o Topacio. Lo ocurrido a Valerie Domínguez trastoca valores como la confianza, arquetipos sociales y hacen cuestionar imaginarios. Queda claro, que no todo es perfecto en la vida de una diva exitosa y que el cuento de hadas en el que finalizan la princesa y el príncipe juntos, tampoco se dio. Eso sí, una de las beldades de esta patria, besó a su hombre y lo convirtió en un sapo, porque Dávila terminó involucrando a Valerie pensando que podría recibir más beneficios con la justicia. Valerie le sugiero el título del libro que seguramente editarán: “306 millones de razones para odiar a un ex”. Finalmente, cero y van dos analfabetas distinguidos en nuestro país: Valerie y Simón Gaviria que firmaron sin leer. Les va tocar que asistan de la mano a unas clases y no sigan cometiendo exabruptos que les perjudiquen su imagen. Ahí les dejo.