Aparte de las dos guerras, cuando se trata de hacerle seguimiento a las noticias mi atención ha estado puesta en cuatro frentes: la transición Biden-Trump, el fin de la dictadura de Maduro, la caída de Sánchez y, cómo no, las embarradas del gobierno del mequetrefe. Mi interés es encontrar en ellos indicios de una posible salida de una narcotiranía que se ha venido imponiendo en Colombia con total alevosía. El más importante de los eventos mencionados arriba es, sin lugar a dudas, el del fin del desastroso gobierno de Biden y el inicio de un segundo mandato de Trump. No creo equivocarme al decir que si no le hubiesen robado las elecciones a Trump hace cuatro años las cosas en el mundo y particularmente en Colombia no se habrían deteriorado de una manera tan dramática. Estar al borde de una guerra nuclear a gran escala, por no hablar de una Tercera Guerra Mundial, es el fruto podrido de una administración cobarde y corrupta como la de Biden la que, gracias a Dios, está en sus últimos días.
Biden, en los estertores de su agónico gobierno, ha dado pasos de inmensa gravedad como solo lo hacen los tiranos. “Después de mí, el diluvio”, parece ser su lema emulando a Luis XV quien dejó el problemita a su heredero en el trono. A algunos analistas les escuché hablar de sus temores de que los demócratas hacían todo para no ganar las presidenciales porque se venían días muy oscuros y que dejarían la papa caliente a los republicanos. Mi pregunta ahora es si Biden habría autorizado a su compinche Zelenski utilizar los misiles americanos de largo alcance si hubiera ganado Harris las elecciones. Lo cierto es que mi interés está puesto en lo que pueda significar para Colombia el cambio de gobierno con la llegada de Trump al poder. Las designaciones de quienes lo van a acompañar son muy alentadoras para nosotros y, desde ya, podemos tener la certeza de que dejaremos de ser el patio trasero descuidado para recuperar nuestro lugar en una América grande.
En una vieja revista leí que para 1980 el negocio de la cocaína era de alrededor de 50.000 millones de dólares. Hoy habría que multiplicar por veinte o treinta esa cifra para ver su siniestra magnitud. Aparte de eso, hay que tener en cuenta que para los izquierdistas ha sido vista la cocaína como un arma para atacar al “imperio” desde la perspectiva de un sur oprimido y un norte opresor. ¿Cómo no va a ser prioritario el ataque frontal al narcotráfico para la administración Trump? Ya lo anunció Trump en su campaña cuando dijo que terminaría con los cárteles de la droga y no se refería solamente a los mexicanos. Por este lado el mequetrefe estará viendo muy oscuro su futuro.
Muy de la mano con lo anterior se encuentra el segundo punto. El fin de la dictadura chavista y de todo su esquema de criminalidad que se viene abajo con fuertes repercusiones para la narcotiranía colombiana lo que nos dará un respiro. El narcotráfico ha sido el soporte del Socialismo del siglo XXI, pero también su talón de Aquiles. Por ahí se iniciará su estruendoso derrumbe. El 10 de enero es un día clave y el pueblo venezolano tiene toda la confianza puesta en que Edmundo González será su presidente. La valerosa María Corina Machado ha hecho las cosas bien y los resultados se verán a comienzos de un 2025 que pinta bien para la región. Con el triunfo de Trump las perspectivas son distintas, muy distintas a si hubiese seguido a Biden su vicepresidente. Se comenta que Maduro ha conformado, para su defensa personal, un ejército privado conformado por tres mil bandidos del ELN, las FARC, Hezbolá y del G2 cubano. Estoy seguro de que, ya sea con mercenarios privados o con los mismos militares venezolanos, serán fácilmente derrotados.
La caída del corrupto y cobarde Pedro Sánchez hace parte de ese juego de ajedrez. Los pasos dados por el mequetrefe para imponer sus reformas parecieran copiados de Sánchez. Ahora se trae al payaso de Iglesias a RTVC como muestra de su simpatía con la perversa alianza entre el chavismo y Podemos, ambos ya de capa caída. No tengo la menor duda de que los días de Sánchez están contados como los de Maduro, lo que podría indicar que los del mequetrefe también.
Y, para terminar, las embarradas del mequetrefe no paran y con ellas va trenzando la cuerda con la que se le va a colgar. Lo del ICETEX clama al cielo. Quitar a los jóvenes la oportunidad de un crédito con el cual pagar sus matrículas en las universidades privadas con el fin de arruinarlas es un acto de una vileza tal que no tiene perdón alguno. Comprar descaradamente a congresistas para nombrar a un magistrado y celebrar públicamente su elección es de un descaro nunca visto. Pero de este señor se puede esperar lo peor. Por suerte sus acciones son de corto alcance porque más pronto de lo esperado caerá y los colombianos habremos aprendido, con mucho dolor, una enseñanza que nos quedará para siempre.