Ya casi se cumple un año de la muerte de Ana María Castro y su madre, Nidia Romero, lo único que le pide a la justicia es que la ayude a conocer de una vez por todas la verdad de esta tragedia para así responsabilizar a quienes estuvieron detrás y poder vivir tranquila.
La joven de 21 años de edad falleció el 5 de marzo de 2020 tras salir de fiesta con algunos amigos. La Fiscalía General ya ha mostrado algunos avances en la investigación y capturó el pasado 22 de enero a Julián Ortegón, uno de los jóvenes implicados en lo que fue tipificado como un feminicidio agravado.
Los principales involucrados en el caso son: Ortegón, Paul Naranjo y Mateo Reyes, quienes estuvieron con Ana María la noche anterior en el bar. Según Nidia Romero, todos los jóvenes han entregado versiones confusas y “totalmente contradictorias”.
La mujer indicó que según Mateo Reyes, Ana María salió del bar y se subió a la camioneta de Paul para ir a otro sitio y que, sobre la calle 80 con carrera 69K, ocurrió el “accidente”.
“Mateo me dijo que iba en un taxi detrás de la camioneta de Paul, que se dio cuenta cuando la botaron y que él se bajó para pedir ayuda. Después cambió la versión. Mencionó que se acordó que él iba junto a Ana María en el carro, que se formó una discusión, los bajaron y que ella se asomó a la ventana para hablar con Paul. Después, dijo que él arrancó rápido y que ahí fue cuando Ana María se golpeó en la cabeza”, narró Nidia.
Otras versiones indican que a Ana María la tiraron de manera violenta de la camioneta que estaba aún en movimiento y que fue hallada en un andén con sangre en la nariz y oídos.
Paul Naranjo, por su parte, salió en su defensa y compartió un comunicado en el que aseguró que sí obligó a la joven y a Mateo a bajarse del carro después de una pequeña discusión, pero que jamás la botó del carro y que se retiró con su amigo Julián apenas notó que los dos estaban lejos del vehículo.
Así fue el último día de Ana María Castro
Nidia Romero, mamá de Ana María Castro, contó en anterior diálogo con KienyKe.com cómo fue el último día en que su hija estuvo con vida.
La mujer contó que en la tarde de ese miércoles 4 de marzo Ana María almorzó en casa, se bañó, se arregló y se maquilló para salir con Paul Naranjo. A ella no se le hizo extraño porque desde hace varios meses había escuchado ese nombre; su hija le decía constantemente que él la iba a recoger, que iban a cenar o a dar una vuelta. Al parecer, era uno de sus pretendientes.
“No te preocupes, mamá. Sé que mañana tengo que estudiar pero ahorita más tarde nos vemos”, le dijo Ana María. “Bueno, hija, eso espero. No tardes. Dios te bendiga”, le contestó.
La joven se dirigió hacia el bar ubicado sobre la calle 116, localidad de Usaquén. A las 8:56 de la noche Nidia le escribió por WhatsApp: “¿Ana, y tú qué? recuerda que mañana tienes que estudiar”. Hacia las 9:02 le insistió y en ese momento Ana María le respondió: “Tranquila, mamá, yo voy a ir a estudiar. No te preocupes”.
Nidia no volvió a saber nada de su hija después de ese mensaje. Estuvo toda la noche intranquila, triste y no pudo contener el llanto. Se “pegó” al celular y le marcó más de 50 veces pero ella jamás contestó.
A las 12:00 de la tarde del siguiente día comenzó el infierno. Una amiga de Ana María la contactó para decirle que la joven había aparecido y que estaba en el Hospital Simón Bolívar por causa de un “grave accidente”.
La mujer salió corriendo de su casa hacia el centro asistencial con la esperanza de encontrar a su hija con vida pero no fue así. Los médicos le dijeron que, como consecuencia a un trauma craneoencefálico, el cerebro de Ana María estaba inflamado y que tenía muerte cerebral. Minutos después, le informaron que sufrió un paro cardiorespiratorio y que falleció.
“Yo no hallaba qué hacer. Gritaba y lloraba. Decía que necesitaba verla. Cuando la vi noté que tenía su ojo izquierdo negro y un golpe en la cabeza que estaba lleno de sangre. Ella tenía su cara inflamada”, narró Nidia.