Desde el 28 de abril hasta hoy se ha adelantado un paro nacional en Colombia. El catalizador fue una reforma tributaria que elevaría los costos de la canasta familiar justo en medio de una de las crisis económicas más álgidas del país, propuesta por un ministro de Hacienda que se mostraba, más que indiferente, ignorante de las necesidades de la clase media y vulnerable de Colombia.
Los ninis han sido los protagonistas de este paro nacional. Muchas personas que no participan del paro —y posiblemente no se han informado de las circunstancias— preguntan cómo es posible que todavía haya personal para bloquear vías y convocar a marchas multitudinarias después de tres semanas. "¿No trabajan?" y "¿No tienen nada mejor que hacer?" son las preguntas que, con desdén, inundan las redes sociales.
María Elvira Cabrera, colaboradora de la organización no gubernamental (ONG) Temblores, cree tener una respuesta muy cruel para esas preguntas: "muchas de las personas que están saliendo a marchar, efectivamente, están desempleadas por la pandemia. Yo siento que, si hay más gente en las calles, se puede ver al mismo desempleo contra el que también para la población", confiesa María Elvira.
Eso sí, desde que empezó el paro, ni ella ni el equipo de Temblores ha parado un solo día. Aunque el nombre de la ONG es metafórico, Temblores y el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) hacen que tiemble la tierra en Colombia cada vez que uno de estos tuits se publica:
Las dos organizaciones se unieron para dar visibilidad de los casos de violencia ocurridos en el marco del paro. Ahora se cruzan la información para tener datos mejor consolidados y que Colombia y el mundo tengan mayor conocimiento de lo que sucede fuera de la vista de la institucionalidad y las cámaras de los grandes medios. Eso sí, es exhaustivo el trabajo que hay detrás de esa infografía pequeña, cuadriculada y dolorosa. La palabra no es gratis.
Recoger los casos (sin enloquecer en el intento)
El equipo de Temblores no tiene sede propia y sus integrantes trabajan desde sus casas, todos ellos en la ciudad de Bogotá. Estos satélites, aunque no vuelan ni trabajan con tecnología de punta, tienen ojos en todos lados: durante las 24 horas del día, la sociedad civil colombiana les comparte casos en videos, audios y textos a través de los teléfonos y las redes sociales de Temblores.
Una vez tienen las pruebas en su poder, Temblores hace revisiones de cada una de ellas. Deben verificar que no sean archivos repetidos, trucados o viejos —algunas personas envían grabaciones de 2019 o 2020 sin darse cuenta—. Luego, ellos se encargan de llamar a los familiares o las clínicas para hacer seguimiento del estado de salud de las víctimas. Solo después de todo ese proceso se incluye un dígito más en ese conteo diario.
Como es un conteo hecho por seres humanos, es susceptible de dos cosas: errores de cálculo y la fatiga de las personas que llevan la cuenta. El primer problema, según María Elvira, es fácil de resolver para Temblores: "si en algún momento se nos va un número, nosotros hacemos la aclaración. Nosotros estamos en constante verificación".
El segundo problema, la fatiga, es un poco más delicado. La situación del país está pasando factura en la salud mental de quienes deben ver y filtrar todas esas imágenes a diario, comenzando por la gente de Temblores.
A María Elvira, en particular, le afectó recibir información sobre barrios residenciales que eran gaseados por la policía sin que sus habitantes estuvieran participando en las protestas. "Uno ve que estas personas estaban ahí, dormidas, con su familia, y de repente tienen que evacuar con todo y niños". Cabe recordar que justo en esas circunstancias perdió la vida la señora Jovita Osorio, el pasado 30 de abril, en la ciudad de Cali.
También le afectó mucho la muerte de Lucas Villa, el estudiante de la Universidad Tecnológica de Pereira que tuvo una larga agonía y muerte tras ser baleado por desconocidos durante una protesta pacífica. "Pudo haber sido cualquiera de nosotros. O sea, todos los que han muerto en este paro pudieron haber sido cualquiera de nosotros. Eso toca muchas fibras. Estaba viendo unos vídeos en Buga donde estaban evacuando un bebé y sentí que todo es muy pesado, en su conjunto es tan injusto y tan doloroso, tenaz", asegura María Elvira.
Ver todo eso le ha robado el sueño. "Hay días en los que he sentido que he descansado más, pero hay otros días en que el cerebro se queda pensando más allá o no se puede acostar", confiesa María Elvira.
"Ya he acabado mis labores, pero sigo alerta hasta la una de la mañana. Uno igual está pendiente del chat a ver si pasa algo, entonces siempre es una situación incómoda de estar pendiente siempre por si pasa algo. Creo que a la mayoría de nuestro equipo nos pasa, que siempre estamos pendientes", cuenta.
La dirección de la ONG es consciente de eso. Ella afirma que el equipo se toma tiempos para descansar: "Nos dijeron 'es hora de descansar'. La semana pasada fue caótica, entonces la mayoría estuvimos desconectados el fin de semana. No hubo labores exhaustivas, pero igual estuvimos pendientes. También nos tomamos turnos para manejar el WhatsApp o registrar, porque si no uno se enloquece en un trabajo así".
Asimismo, a título personal, María Elvira trata de cuidar de sí. "Tener tiempo libre ayuda a mantener la cordura. Entonces, leer, hacer ejercicio y salir son la clave para mantener la cordura en trabajos como este", concluye.
Las cifras más confiables
Diversas organizaciones internacionales, así como los medios de comunicación más prestigiosos del mundo, han mirado a Temblores durante esta coyuntura para obtener información cualitativa y cuantitativa sobre la violencia ejercida por la fuerza pública.
Asimismo, las cifras de Temblores hacen que tiemble la tierra porque la Defensoría del Pueblo, la entidad creada por la Constitución de 1991 para proteger los derechos humanos de la población colombiana, muestra unos datos bastante inferiores a los que han conseguido ellos con su proceso de recepción y verificación.
En medio de todo, María Elvira y los integrantes de esta ONG se sienten orgullosos de su trabajo y tienen la seguridad de que sus cifras son confiables. Tratan de no tomar partido sobre lo que ha ocurrido con la información de la Defensoría. En su trabajo silencioso, Temblores se limita a tener los avales de su información y compartirla sin chistar.
"Lo que nosotros queremos hacer es simplemente estar del lado del pueblo colombiano, de las personas que han sufrido este tipo de cosas. Es terrible no poder refugiarse en las instituciones, entonces a uno le queda confiar en las instituciones del pueblo, en las ONG, en la información independiente, en los 'en vivo' de Instagram que muestran lo que está pasando".
El origen de los temblores
Es importante que la sociedad civil colombiana y mundial tenga en cuenta esto: la situación social de Colombia era una caldera a punto de estallar desde hacía tiempo. "Colombia llegó a un punto tal vez de no retorno, que es todo o es nada. Yo nunca había visto una efervescencia social como la que está viviendo Colombia hoy", confiesa María Elvira.
Según María Elvira, Temblores nació en medio de los acuerdos de paz con el propósito de "mover las placas tectónicas y hacer un cambio verdadero en Colombia". Ella explica que las placas tectónicas son las instituciones que están a la cabeza, impiden todo cambio posible y condenan al ostracismo a todo lo que es diferente a ellos.
"La sociedad no se había dado cuenta del poder que tiene hasta ahorita, en este paro, que descubrieron que salir a marchar y manifestarse vale la pena. Entonces, yo creo que en las primeras placas crearemos una conciencia en las personas y a partir de ahí veremos cambios a nivel estructural, tanto en las instituciones como en los gobiernos", explica María Elvira.
Su misión principal es trabajar con las poblaciones que han sido excluidas históricamente en la sociedad colombiana: mujeres, miembros de la comunidad LGBTI, usuarios vulnerables de drogas, personas que hacen trabajo sexual a cambio de dinero, habitantes de calle, población carcelaria, entre otros. Además de la plataforma Grita, que da visibilidad de la violencia institucional y se encarga del conteo, Temblores también ofrece asesoría jurídica a través de su clínica de justicia ambulante, Policarpa.
Fue a través de Policarpa que María Elvira, abogada y socióloga de 28 años, se vinculó a Temblores. Allí encontró a un equipo sólido, que se apoya entre sí para apoyar a la sociedad civil. Dice que está satisfecha de pertenecer allí y que espera vincular su trabajo con una maestría en investigación que planea comenzar pronto.
Temblará el tiempo que tenga que temblar
Sin duda, los ninis —personas jóvenes que no están involucradas ni en la fuerza laboral ni en el sistema educativo— entran en la categoría de población vulnerable: es un grupo de personas que está desperdiciando su juventud en un sistema que no ofrece garantías y ha decidido dejarlos por fuera, sin considerar sus capacidades o potenciales.
Son ellos quienes conforman una buena parte de las manifestaciones de este paro nacional. Son quienes hacen las arengas complejas, los que conforman la primera línea, los que convocan y comparten. Están causando los temblores porque no tienen nada que perder. Para María Elvira, el cúmulo de frustraciones de ellos y el resto de la sociedad ha desencadenado un temblor que no parará pronto.
"Lastimosamente, nuestro país trae un historial muy triste de violaciones a los derechos humanos, de poblaciones olvidadas, de todas las demandas de las personas que no han tenido solución y ni siquiera se les ha puesto cuidado. Entonces, va a seguir temblando el tiempo que sea necesario. Ojalá de verdad algún día deje de temblar y empecemos a hacer otro tipo de proyectos, pero yo creo que pronto no dejará de temblar", asegura.
Ella considera que el paro debería seguir sin violencia, porque la mayoría de personas que han muerto son civiles, pero es firme en que la violencia policial no debe ser normalizada y que el paro es necesario. "A mí me da mucha cosa cuando las personas dicen que les toca caminar dos horas hasta llegar a su casa, pero es que no hay otra forma de hacerlo. De verdad, no hay otra manera que no sea bloqueando, que no sea haciéndose sentir", afirma María Elvira.
Finalmente, ella tiene un mensaje para las personas que se quejan de las incomodidades que causa esta coyuntura: "que la gente le haya perdido el miedo a morirse de covid es muy diciente. Hay que ser empáticos y solidarios. La mitad de la población prácticamente comen dos veces al día y hay otra proporción que sólo una vez. Uno no puede hacerse de la vista gorda con ese tipo de cosas, siento yo. Los que no quieren parar, que no paren, porque todos tenemos derecho a pensar diferente, pero tenga empatía con los problemas de los demás".
Temblores se financia con donaciones de personas naturales. En este momento tienen abierta la Temblaki, con la cual están recaudando fondos para seguir funcionando. Si le gusta la causa y quiere donar, haga clic aquí.