Sweet, los vampiros del chisme

Vie, 01/04/2011 - 06:00
¿Puede haber un ser humano más detestable que el que cuenta el final de una película? Sí, el que cuenta el final de una telenovela.

El contar el final de una película sólo manda a la basura d
¿Puede haber un ser humano más detestable que el que cuenta el final de una película? Sí, el que cuenta el final de una telenovela. El contar el final de una película sólo manda a la basura dos horas de la vida, pero el conocer el final de una telenovela, a la que se le han invertido miles de horas y cientos de días, debería tener como castigo la silla eléctrica. Sweet, el programa del dulce sabor del chisme, lo ha hecho varias veces. Unos días antes de que terminara la telenovela La Babysister se consiguieron el libreto y contaron cómo iba a finalizar. Los productores estaban furiosos. También han revelado quiénes van a salir de los realities. Los primeros presentadores de Sweet fueron Ana Karina Salgado y Carlos Giraldo. Desde entonces, muchas presentadoras han pasado por el programa, pero Giraldo ha estado siempre, en todas las emisiones, sentado delante del letrero de letras pegadas color naranja, con su pelo teñido de amarillo, como si no quisiera pasar desapercibido, a pesar de que su condición de “Ph.D. en chismología” requeriría tener un perfil bajo. Poco le importa que todo el mundo lo identifique y sepan que está ahí, al lado suyo, al acecho, porque la condición de chismoso, tan humana como sentir envidia, se potencia cuando se vive de contar chismes, y ahí la vergüenza no tiene cabida. En Sweet lo han sido por once años, y por eso es que los miembros de su staff tienen el don de la omnipresencia. Están por todos lados. Es más común ver a los periodistas de Sweet que a una camioneta de RCN, Caracol o El Tiempo. Ni siquiera el prestigioso historiador George Duby, autor de La historia de la vida privada, ha recopilado tantos chismes como estos vampiros de la vida ajena. La actual presentadora, María Clara Rodríguez, se ha acoplado muy bien al programa. La idea de hacer Sweet fue de César Castro, quien le presentó el proyecto a la dueña de Colombiana de Televisión, Adriana de Zubiría. Hicieron su primer programa un 28 de diciembre, día de los inocentes, en las instalaciones de CM&. Al principio, todos los odiaban. Pero, como buen pueblo mojigato, siempre los veían. Los colombianos no estaban acostumbrados a ver programas en los que se contaran las intimidades de los famosos. Tampoco estaban habituados a ver a un presentador desinhibido y homosexual sin intenciones de ocultarlo. Al principio, según Giraldo, el porcentaje de gente que lo odiaba llegaba al cien por ciento. Luego, con el tiempo, bajó al cincuenta. Lo nuevo siempre causa controversia, por eso el programa sufrió duras críticas. La programadora, sin embargo, lo mantuvo siempre. Aún a principios de 2000, cuando no tenían set y grababan en directo en parques, bares y restaurantes. Vivían del rebusque. La actual productora general del programa, Sandra Mora, recuerda aquellos tiempos como los más difíciles. Pero mientras se consiguieran buenos chismes lo demás era secundario. Varias celebridades criollas les han dado material para varios programas. En una época, la que más “daba papaya” era Catalina Aristizábal. La presentadora empezaba su carrera y cada rato tenía salidas desatinadas. En una ocasión publicaron el primer casting que hizo en RCN, en el que salió en vestido de baño. Le hicieron primeros planos a la celulitis, la mostraron de arriba abajo. Según Sandra Mora, Aristizábal “lloraba sus ojos cuando transmitieron el video”. Fue tal la rabia que le dio que, en venganza, la presentadora se consiguió un video de Carlos Giraldo bailando con un tutú de ballet. A Giraldo, por supuesto, no le afectó para nada. Quizás la que más ha salido en el programa sea Laura Acuña. Tenían tantos chismes sobre ella, que les sobraban, e iban sacando, como por goteo, en varios programas. Sus amores, sus separaciones, sus peleas, todo fue contado por Sweet. Sólo en dos ocasiones han tenido que enfrentar un juicio por sus chismes. Primero fue con Marbelle, de quien dijeron que hacía fuertes ruidos en su casa que incomodaban a los vecinos ‒estrellaba objetos contra las paredes, gritaba groserías y daba alaridos‒. Tuvieron que llegar a una conciliación y rectificar en otro programa. Otro episodio muy incómodo ocurrió luego de que se transmitiera una nota en la que se decía que la periodista Darcy Quinn había sido vista en un bar borracha por completo y lanzando el trago por un balcón. La sorpresa fue enorme cuando se enteraron de que la periodista, con el conocido abogado Jaime Lombana como defensor, iba a interponer una acción legal. De nuevo tuvieron que conciliar y rectificar. Jorge Rebollo, la voz detrás de cámaras de Sweet. Sweet se ha metido con cantantes, actores, políticos. Pero hay unos intocables, los directivos de los canales. Según cuenta Mora, a veces les llegan unos chismes buenísimos sobre ellos, que tienen que desechar. En alguna oportunidad dijeron que el edificio de Caracol se estaba hundiendo por una falla estructural. “Caracol, literalmente, se está hundiendo”, dijeron. Aunque la nota se había cambiado para bajarle el tono, la editora no hizo los cambios y dejó la primera versión. Y entonces se armó el avispero. Varias cabezas rodaron en el canal Caracol. Algunas veces se han curado en salud y no han publicado notas que podrían perjudicarlos. Esto ocurrió con el famoso video sexual de Luly Bosa que, antes de caer en manos de “la negra Candela”, les llegó a ellos. Decidieron no publicarlo, “La negra” sí lo hizo y tuvo que pagarle a la actriz una indemnización de 86 millones de pesos. Desde entonces, a Sweet han llegado videos de varias actrices y presentadoras. Pero ellos se han abstenido de publicarlos. En últimas, los chismes del programa son suaves. En lugar de decir que alguien está preocupado, dicen que está preocupadísimo; si una actriz se molestó por algo, dicen que está enfurecido. Las notas se condimentan con pequeñas exageraciones. Durante estos años, Sweet ha sacado a relucir la petulancia de muchos actores criollos. Según cuentan, los actores de más recorrido son más humildes que los jóvenes, quienes se creen Brad Pitt o Robert de Niro, aun cuando no hayan hecho sino pequeños papeles en telenovelas de segunda. La ignorancia les hace creer que salir en televisión los vuelve seres iluminados. Nunca, dicen, tienen tiempo para una entrevista. Van invitados a los eventos, recogen el regalo y se marchan, como le sucedió hace un tiempo a Sandra Mora en el lanzamiento de una tienda de ropa. Allá llegó la actriz Marcela Mar, escogió un par de tenis y se fue haciendo mala cara, como si no la hubieran atendido. El chisme, por su puesto, salió en el programa. El actor más distante con el programa es Manolo Cardona, quien sólo les ha dado una entrevista, presionado por su mánager. Otro que no los quiere es Andrés Juan Hernández, que siempre los llama a insultarlos cuando dicen algo de él. La principal imagen de Sweet es Carlos Giraldo, quien en la actualidad presenta el programa con María Clara Rodríguez. Giraldo, contrario a lo que muchos creen, no es el hombre extrovertido que se ve en televisión. Casi nunca va a fiestas y pasa la mayoría de su tiempo libre con sus dos perros gozques. “Mis chanditas”, como las llama. Giraldo dejó su profesión de bailarín y coreógrafo y se entregó a los placeres del chisme. Carlos Vargas sueña con entrevistar en la alfombra roja de los premios Oscar. El otro gran protagonista del programa es Carlos Vargas, un gay desinhibido que hace  entrevistas cargadas de doble sentido. Entre los que mejor reciben sus ácidos comentarios se cuenta Alejandra Azcárate y el ex presidente Ernesto Samper, que es una excepción entre los políticos, porque la gran mayoría prefiere no ser entrevistada por él. La vez que más ha estado nervioso fue cuando entrevistó a Jaime Baily. La razón, cuenta Vargas, fue la siguiente: “Unos de los pocos libros que me he leído, y que me fascinó, fue La noche es virgen, de Jaime Baily. Además, estaba tragado de él cuando hacía entrevistas en televisión”. Desde hace un tiempo, Vargas se convirtió en un fiel seguidor de la iglesia cristiana. Sweet es, sin duda, el mejor programa de chismes del país. Aún así, su rating está por el suelo y su horario, a altas horas de la noche, es casi imposible de ver. ¿Acaso Colombia es un país muy serio para ver chismes? ¿Aquí sólo tienen rating los programas para intelectuales? ¿La mojigatería ganó, por fin, la batalla contra lo light? Sin embargo, Sweet ha tenido una gran influencia en la televisión colombiana. Varios programas han  copiado su formato. Unos años atrás, Caracol quiso comprar el programa con todo y equipo. Pero si hubieran aceptado la oferta, habrían perdido la independencia que les da estar en un canal público, desde donde tienen más libertad para criticar a los canales privados. Ahora, cada canal emite sus propios chismes. Inofensivos y estériles, pero chismes al final y al cabo para la pequeña comarca que es Colombia.
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