Antanas Mockus Sivickas ha mostrado las nalgas en público tres veces; en otra oportunidad simuló bajarse la bragueta del pantalón para orinar a unos estudiantes que no escuchaban; en una reunión de decanos universitarios se lanzó a la piscina con ropa, no tuvo como cambiarse y presidió el encuentro semi desnudo y escurriendo agua.
La lista de sus acciones para muchos se trata de "excentricidades", en todas las etapas de su vida pública, que es larga, resaltó. En una de sus campañas presidenciales usaba chaleco antibalas con un hueco en el corazón, al Palacio llegó un día con una espada de plástico rosada para combatir a los malos, creó a un superhéroe, se casó en un circo y llegó con la novia encaramado en un elefante. Y cuando se firmó la paz hizo una guerra de almohadas en la Plaza de Bolívar.
Cada uno de los actos “estrafalarios” de Mockus tiene un mensaje pedagógico y cuando él ha salido a explicarlos solo algunas personas lo entienden, pero muchos lo siguen.
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Ha recibido toda clase de críticas: loco, banal, excéntrico, obsceno y muchos calificativos más, pero a él lo tienen sin cuidado, en famosas universidades como Harvard está considerado un modelo de pedagogía y al final mucho ha aprendido el país de su 'cultura ciudadana.'
Nalgas famosas
En 1993 al día siguiente del escándalo que ocasionó, cuando ocupaba la rectoría de la Universidad Nacional, al bajarse el pantalón y mostrar sus nalgas en el Encuentro Nacional de Artes a un crecido grupo de personas en Manizales, él explicó por qué lo había hecho pero no logró acallar a sus críticos.
“Si al acto sólo hubieran asistido artistas no hubiera existido interés alguno en divulgar el asunto y volverlo un escándalo, porque este tipo de gesto es comprendido como parte de los recursos que puede usar un artista” dijo con mucha tranquilidad.
En Bogotá en el propio auditorio de la universidad había hecho la misma acción de mostrar sus nalgas para acallar a los estudiantes que protestaban contra los directivos del centro docente incluido él como rector y cuya cabeza muchos pidieron rodara por irrespetuoso.
Esta reducción se logró gracias a que la alcaldía contrató 150 mimos para que trabajaran en igual número cruces de calles. Cuando un carro se paraba sobre la cebra, por ejemplo, el mimo hacía la mímica de empujar el auto hacia atrás. Muchos conductores obedecían, otros no, pero los ciudadanos aplaudían a la policía de tránsito cuando les imponía multas.
El “recurso” de Antanas buscaba llamar la atención para que le permitieran hablar y efectivamente las dos veces acalló los gritos, pero su irreverencia, por muy pedagógica que fuera le generó ataques y a partir de ahí sus nalgas se hicieron famosas en todo el país.En mayo de 1993, siendo alcalde de Bogotá llegó al Palacio de Nariño armado con una espada rosada de plástico y pidió hablar con el presidente Cesar Gaviria. El mensaje era la no violencia para resolver las diferencias entre el gobierno local y el nacional. Sin embargo, la conducta del exalcalde es motivo de estudio de expertos en el tema de la comunicación mockusiana, como el realizado por el doctor Absalón Jiménez ‘Pensamiento pedagógico y político de Antanas Mockus: la comunicación y la constitución de un ciudadano contemporáneo’, en el que divide en tres la transformación de su pensamiento. El doctor Jiménez enumera las tres etapas: “Como docente e investigador, particularmente, en los años ochenta, cuando incursiona realizando una crítica a la tecnología educativa; luego, como pedagogo, cuando da a conocer en coautoría un libro de vital importancia para los educadores, Las fronteras de la escuela (1995); y por último, como un intelectual y político que centra su propuesta en la cultura ciudadana.”
Mimos para la seguridad
Durante sus dos mandatos en Bogotá Mockus logró reducir los indices de criminalidad, entre 1994 y 2003 Bogotá pasó de 4352 asesinatos por año a 1604, es decir, de 80 homicidios por cada 100 mil habitantes a 23, lo que significó una reducción del 75 por ciento.Los delitos contra la propiedad se redujeron cerca de 50 por ciento y se pasó de 174 secuestros a 21, y de 376 robos a bancos en 1997, a 14 en 2001.