Repercusiones de la pandemia del coronavirus en el teatro colombiano

Mar, 12/05/2020 - 14:54
Varios directores y gestores culturales muestran un panorama sobre las posibles repercusiones del coronavirus y el futuro de las artes escénicas en el país.
Créditos:
Gustavo A. Delvasto D. - Agencia Anadolu

El teatro colombiano está pasando por una de las peores crisis debido a la pandemia mundial del coronavirus. La presidenta de la Corporación Colombiana de Teatro, Patricia Ariza, en un texto publicado en el diario El Espectador, hizo un llamado urgente al Gobierno ante la grave situación que enfrenta el sector, pues al menos 130 salas permanecen cerradas y solo unos pocos artistas han sido priorizados para recibir ayudas económicas.

Para Hernando Parra, presidente de las salas concertadas de Bogotá y fundador del Teatro R-101, "lo que está en peligro es la monetización del quehacer teatral y en consecuencia, todo el modelo de economía cultural”. Según él, la pandemia generó cinco graves problemas: se suspendieron los proceso de creación, se interrumpió la circulación de las obras de teatro, se detuvieron los procesos de formación y fidelización de públicos, se evidenció la fractura de los canales de promoción, y no hay ingresos económicos, pues la gente no está yendo a teatro.

 

"La crisis económica que nos afecta es muy grande, tenemos problemas muy graves de sostenibilidad del sector, de las salas teatrales en quiebra. Los actores no tienen ingresos. Toda la cadena de valor, técnicos, iluminadores, escenógrafos, gestores, ha sido afectada", asegura Octavio Arbeláez, director del Festival de Teatro de Manizales. 

Teatro digital

Varios teatros han usado las redes sociales para obtener ingresos y mantener la atención de su público con talleres virtuales, presentación de obras, lecturas dramáticas y han creado plataformas donde la gente puede hacer aportes o donaciones. "El teatro tiene muchas vertientes, posibilidades narrativas, sonoras, investigativas y de análisis. Eso estamos haciendo, utilizando esas vertientes que dependen del eje central: la relación directa con el público", asegura Fabio Rubiano, fundador del Teatro Petra y quien acaba de lanzar una novela gráfica de su obra ‘Labio de Liebre’ y un podcast de teatro llamado El Problema Fundamental.

“Tal vez es un momento de experimentación, de pronto encontramos nuevas plataformas, nuevos lenguajes para hacer que el teatro sea válido”, asegura Pedro Salazar, docente de artes escénicas de la Universidad de Los Andes. No obstante, el teatro requiere la presencia física de los actores y de ese momento único e irrepetible del encuentro con el espectador. Ese “encuentro de los cuerpos” es, lastimosamente, lo que la cuarentena prohíbe para evitar la propagación del coronavirus.

Para el actor Hernán Cabiativa, ser un artista de teatro durante esta pandemia “significa un dolor, una impotencia. No quiero ser dramático, pero de verdad, la tristeza fue muy dura. A eso me dedico: a que otros me miren, a reunirme con otros". Hernán hace parte del Teatro del Embuste, quienes estaban a punto de estrenar una nueva obra llamada ‘El sitio de Sarajevo’, de Matías Maldonado, ganadora de un estímulo estatal de dramaturgia. Ahora planean presentarla sin público para grabarla y montar el video en redes sociales.

Respuesta del Gobierno

El Ministerio de Cultura dijo que atenderá la emergencia del sector cultural con COP 120 mil millones. Del total, se girarán COP 80 mil millones a 3.000 artistas y gestores culturales que son adultos mayores, considerados vulnerables en esta pandemia, en 500 municipios del país. Esa ayuda equivaldría a un pago total de COP 160.000 en tres meses, por medio del Programa de Ingreso Solidario.

El dinero "busca ayudar económicamente a quienes se encuentran en la informalidad y no hacen parte de los programas sociales del Gobierno Nacional como Familias en Acción, Jóvenes en Acción o Adulto Mayor". Durante la citación que le hizo la Cámara de Representantes para explicar los alcances de los decretos relacionados con el COVID-19, la ministra Carmen Inés Vásquez aseguró que, junto a los Beneficios Económicos Periódicos, estos artistas podrían llegar a recibir COP 345.000 mensuales.

La entidad también ha flexibilizado la Ley de Espectáculos para que el dinero destinado a infraestructura cultural, 40 mil millones de pesos, se use para procesos de formación virtual. También amplió el plazo de contribución de parafiscales de la Ley de Espectáculos Públicos y abrió líneas de crédito y financiación para el sector cultural. Sin embargo, para los artistas que viven del teatro, estas medidas no son suficientes y no resuelven el problema estructural para apoyar al teatro colombiano.

Además, el registro de grupos teatrales no está actualizado, en parte porque caracterizar este sector por su misma naturaleza es muy complicado. El problema se agrava si tenemos en cuenta que el Estado es el mayor contratante de estas entidades, y para hacerlo, las salas deben estar constituidas oficialmente y pagarle a la Cámara de Comercio cada año. Patricia Ariza, en su texto, asegura que Colombia es el único país del mundo donde los artistas le pagan al comercio.

Por su parte, el Instituyo Distrital de las Artes, Idartes, está llevando a cabo dos estrategias: una de relacionamiento para reconocer los diversos actores de la cadena de valor de las artes escénicas y así repensar los modelos de fomento y uno de visibilización de los artistas. Para Diana Pescador, gerente de arte dramático de Idartes, "los artistas de teatro y circo son indispensables ya que cuentan con amplia experiencia para aportar en los procesos de cultura ciudadana y en la mitigación de problemáticas sociales complejas como la salud mental y la violencia intrafamilar que, como consecuencia del encierro, se han agudizado bajo la contingencia de la cuarentena".

Felipe Reyes, codirector del Teatro de Garaje, una de las salas no concertadas, asegura que los teatros pequeños se han unido para pedir ayudas a Idartes y al Consejo de Teatro de Bogotá. No han querido formalizarse, pues “una sala concertada tiene que ser una fundación que no capta dinero, es decir no vender boletas, y así recibir bonos de apoyo, aunque son un monto muy pequeño”. Muchas salas se sostienen de esto, pero para Felipe esta política genera una competencia entre compañías por el dinero y debería ser al contrario, que la cultura sea vista como algo de primera necesidad y comunal.

"No es mucho lo que está ofreciendo el Gobierno. La gente del teatro no puede endeudarse, los créditos no son una opción para nosotros. Estamos reduciendo personal, viendo cómo darle una vuelta de tuerca a la pandemia, pero todo es costoso", asegura Alejandra Borrero, fundadora de Casa E. “Si no invertimos en el arte, no vamos a tener piezas teatrales trascendentales en nuestro país”, agrega.

También Octavio Arbeláez, director del Festival de Teatro de Manizales, cree que "el sector teatral está realmente moribundo y necesita una ayuda decidida, importante y seria. Más allá de cualquier retórica o de créditos inaccesibles, necesita una fuerte inyección de recursos. Que piensen en nosotros más allá de la coyuntura. Necesitamos una visión más estratégica".

Gina Agudelo, gestora del Ministerio de Cultura, asegura que la entidad está estudiando el uso de los recursos públicos, pero algunos de ellos están “amarrados” a unos planes culturales y al Plan de Desarrollo Nacional. Según ella, los recursos que se otorgan al teatro se hacen por medio de estímulos y estos tienen una reglamentación específica, por ejemplo, el dinero debe destinarse a lo misional, es decir, no se puede usar para pagar nóminas administrativas. 

“Para modificar esto se deben hacer cambios administrativos y jurídicos que respalden esa decisión. Eso ha sido muy complicado porque nos ha tocado volver a establecer metas, es decir, pedir una autorización a Planeación Nacional para que se puedan cumplir, y eso se demora mucho", asegura Gina. Según ella, se quieren crear incentivos por medio de convocatorias dirigidas al sector teatral para poder facilitar el pago de nóminas y arriendos, y cualquier persona, inclusive las salas no concertadas, podrían postularse.

Economía Naranja

El profesor Pedro Salazar recuerda que en los años veinte, durante la Gran Depresión en Estados Unidos, bajo el programa de política intervencionista de Franklin D. Roosevelt llamado New Deal, el Gobierno se dedicó a darle trabajo a las personas que laboraban para las artes escénicas en el Proyecto Federal de Teatro. Este programa estatal subvencionaba presentaciones artísticas en vivo. “De hecho, muchos de los grandes escritores como Arthur Miller, Orson Welles y Tennessee Williams, entre otros, se formaron trabajando en este programa”, agrega.

La mayoría de teatristas colombianos no están de acuerdo con el apoyo que está recibiendo la cultura desde la llamada Economía Naranja, el plan de gobierno de Iván Duque que pretende apostarle a las industrias creativas y la cultura como un motor de desarrollo. Para Salazar, “el teatro y la creatividad no suceden por combustión. La Economía Naranja cree que el arte es para emprender y generar dinero. A veces las ideas más interesantes ni siquiera tienen resonancia durante la vida del artista”. 

Esta política afecta, de manera paradójica, al teatro colombiano. Según el economista Erick Behar Villegas, de la Universidad del Ruhr de Bochum en Alemania, el teatro sufre de una falla de mercado que difícilmente le permitirá ser rentable, y eso lo ubica en desventaja estructural en las iniciativas del Gobierno, como los bonos naranjas, frente a industrias como, por ejemplo, la de los videojuegos. 

“En el [discurso] de la economía naranja, no cabe el teatro. La definición es amplia en demasía y la financiación se puede diversificar tanto, que, al teatro, por su falla de mercado, probablemente le quedarán viejos apoyos de programas de estímulos y salas de concertación, que han ido desmejorando”, dice el académico en su columna ‘¿Estamos matando el teatro en Colombia?’.

Mesa de trabajo

Todos los artistas están angustiados frente al futuro más cercano, asegura Pedro Salazar. "Hay demasiada desprotección del sector y necesitamos que se escuchen las dificultades que muchas personas están pasando". Además, es tarea del Gobierno cuidar la cultura y el arte del país, señala Alejandra Borrero, fundadora de Casa E. “No podemos seguir poniéndole toallitas húmedas porque esto no va a mejorar así, tenemos que hacer unos remedios más consistentes y ojalá el Gobierno entienda que la cultura tiene debe ser subvencionada y apoyada. Es nuestro patrimonio”.

El llamado general de los artistas al Gobierno es que los tenga en cuenta en este momento tan crítico para su subsistencia y que construyan conjuntamente, desde la crisis, una política concertada y democrática a favor de las artes. Por el momento, esta semana empieza una mesa de trabajo entre artistas y el Ministerio. “Van a haber representantes del sector, teatro, circo, literatura, danza, entre otros y de ahí se espera que salgan las propuestas que apoyará el Ministerio”, asegura Gina Agudelo.

Para Juan Diego Arias, dramaturgo del Teatro Libre, el problema es que la cultura siempre será la última de las prioridades. Y agrega: “El mensaje para al Gobierno sería que no se olviden de nosotros, porque el arte, el teatro, la cultura en general son tan importantes como cualquier otra industria, y si queremos sobrepasar esta pandemia, el arte es lo único que nos va a poder ayudar".

Por José Ricardo Báez G. 

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Agencia Anadolu
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