Miryam del Socorro Rosales vivía en el barrio Nuevo Horizonte de Mocoa. Se encontraba en medio de lo profundo del sueño junto a su esposo cuando escuchó el estruendo de una piedra lanzada contra su portón, se levantó sobresaltada y pensó que sería algún vecino el culpable, pero cuando abrió la puerta vio el barro, las piedras y los árboles agolpados contra su casa.
Al ver que no podían salir, se quedaron contra la pared del primer piso de la casa, el agua había tumbado una pared y había arrastrado con todas las cosas. Su esposo le agarró la mano y ella le dijo que salieran porque se iban a ahogar, "si nos ahogamos, nos ahogamos juntos", le dijo su esposo y se quedaron esperando el final. Así estuvieron hasta las 5:00 a.m., con el agua al cuello, hasta que llegó el Ejército y la Cruz Roja para rescatarlos, relató la mujer a la Sexta División del Ejército.
Hace exactamente un año, el 31 de marzo de 2017, los habitantes de Mocoa, Putumayo, vivían un viernes común a cualquier otro, pero en la noche su vida cambió radicalmente. Entre la noche de ese día y la madrugada del 1 de abril, una avalancha provocada por las fuertes lluvias del mes arrasó con 17 barrios de la zona oriental del municipio.
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Una tragedia sin anuncio avanzó y sorprendió a miles de personas que despertaron con el ruido apocalíptico de las piedras, los árboles y los 130 milímetros de lluvia que recorrían las calles tumbando cuanta construcción se encontraban a su paso. “Le solicitamos a la Policía y al Ejército un helicóptero, aquí en Los Pinos estamos en peligro de muerte, el agua ya llega a la mitad de la casa”, relató una mujer desesperada en un audio enviado a través de redes sociales.
"A mí no me daba miedo, me daba era sentimiento de ver la gente que uno no podía ayudar", relató una mujer sobreviviente entre las lágrimas que le produce el recuerdo. Ella, con todo el deseo de socorrer a los afectados, abrió la puerta de su casa para que se resguardaran unas personas en la terraza, una vecina le dijo si no le daba miedo que la robaran, a lo que ella contestó, "que roben, pero yo no voy a dejar que se ahoguen".
Luego, cuando vio a lo lejos a los organismos de rescate, decidió salir de su casa sin percatarse que el piso estaba cubierto por metros de lodo, pisó y empezó a hundirse y aunque sus hijas trataban de rescatarla el barro la absorbía. En ese momento llegaron los soldados de la Sexta División del Ejército y 'bregaron' con palos y lazos, para rescatarla, a ellos agradece continuar con vida.
Pero la tragedia tiene consecuencias a futuro para los sobrevivientes. "Hacía una semana habíamos vendido una casa que habíamos construido en el barrio San Miguel, la vendimos para pagar unas deudas y compramos al lado del Taruca una casa, firmamos escrituras el viernes a la 1:00 pm. A las 12:00 a.m. quedamos sin nada", relató Miryam, "afortunadamente no perdimos ninguna vida humana, solo se fue el esfuerzo de toda una vida".
El país se despertó al día siguiente con la noticia, cerca de 200 personas habían sido reportadas como muertas y las cifras de desaparecidos superaban los 200. Pero la tragedia se incrementó conforme avanzó el tiempo, los resultados finales fueron 344 fallecidos, 398 heridos, 76 desaparecidos que a la fecha no han sido encontrados y más de 2.200 damnificados.
Mocoa sobrevive a un año de la tragedia
Sáb, 31/03/2018 - 08:15
Miryam del Socorro Rosales vivía en el barrio Nuevo Horizonte de Mocoa. Se encontraba en medio de lo profundo del sueño junto a su esposo cuando escuchó el estruendo de una piedra lanzada contra su