“Nunca creí que tendría que pelear en una Corte por los restos de mi padre”, asegura desde hace diez días Carolina Pérez, una de las hijas del ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, quien falleció el pasado 25 de diciembre en Estados Unidos, donde vivía con su esposa, Cecilia Mattos, y otras dos hijas, quienes no han permitido que su cuerpo sea devuelto a Venezuela para darle la debida sepultura.
Carolina, de 47 años, es la menor de los seis hijos que el ex presidente Pérez tuvo con Blanca Rodríguez de Pérez, su esposa y prima hermana. Las batallas de Carolina han sido muchas, pero la más reciente, la de recuperar el cuerpo de su papá, ha sido quizá la más difícil.
Lo ha hecho a través de los medios de comunicación de todo el mundo donde ha dado entrevistas donde suplica que el cuerpo sea llevado a Caracas y ha dicho, incluso, que de la muerte del ex mandatario se supo a través de un mensaje de la red social Twitter que publicó uno de los mejores amigos del ex presidente. “Supe que mi padre murió a las 2:41 p.m. del 25 de diciembre, porque el doctor Diego Arrúa, ex embajador de Naciones Unidas, en el segundo gobierno de mi padre, escribió en Twitter”.
La historia de Carolina ha sido trágica. En 1985, a los 22 años, tuvo que renunciar al sueño de ser mamá por cuenta de un cáncer. Una serie de quistes uterinos obligó a los médicos a extraer sus órganos reproductores y así salvarla de la agresiva enfermedad. Sin embargo, dos años después cuando vivía con su hermana mayor, Sonia, en Virginia, Estados Unidos, el cáncer apareció por segunda vez. En esta ocasión fue en uno de sus senos, y tuvo que ser intervenida de nuevo por los especialistas. Fue sometida durante un año a sesiones de quimioterapia y a seis meses más de radiaciones para tratar de eliminar el cáncer de su cuerpo.
Cinco años más tarde, cuando apenas se recuperaba de los rezagos que deja el tratamiento del cáncer, su hermana Thais, fue diagnosticada con diabetes. Carolina acababa de enterarse en una revista que su papá tenía una amante, Cecilia Mattos, y que tenía dos medio hermanas, María Francia y Victoria. La salud de Thais empeoró con rapidez y el 27 de noviembre de 1992, día en que Hugo Chávez intentó dar un golpe de Estado al entonces presidente Pérez, llevaba varios días hospitalizada por una deficiencia respiratoria como consecuencia de la enfermedad. Pérez no sólo tenía que luchar para no ser depuesto, sino con la enfermedad de su hija, heredada de uno de los hermanos del presidente, quien murió muy joven de un coma diabético.
Pérez fue capturado meses después y cuando consiguió que le otorgaran la detención domiciliaria, Tahis, que según Carolina era la hija favorita de Pérez, murió. Carolina recuerda con nostalgia que su papá no pudo ir al velorio de Thais. Blanquita, como todos conocían a la ex primera dama, decidió velar a su hija en la casa.
Un año después, Carolina sintió una masa extraña en su cuello. Acudió de nuevo al Instituto Nacional de Medicina en Maryland, en donde una vez más los médicos le dijeron que tenía un nuevo cáncer en la glándula tiroides. En junio de ese mismo año volvió a ser operada, pero esta vez el tratamiento no funcionó. En 1997 fue sometida a una cirugía que duró nueve horas. En la intervención los médicos le extirparon dos nuevos tumores, uno en los huesos del tórax y otro en la faringe.
Los médicos decidieron poner a Carolina en un tratamiento más agresivo. Lo siguiente fue un daño en su ojo izquierdo y meses más tarde perdió la visión del ojo derecho. Quedó ciega por completo. “Ni los médicos, ni nadie se explica por qué en tres meses quedé ciega. Fueron momentos muy difíciles, pero con una familia tan unida como la mía, tenía el camino hecho para aprender a vivir con una discapacidad”, dice Carolina.
Carolina es profesional en relaciones internacionales y es la directora de la Fundación Banco de Sillas de Ruedas, que preside su mamá, Blanquita, en Venezuela. Y con el propósito de seguir adelante con su profesión, aprendió a manejar un programa de sistemas especial para invidentes llamado Jaws. Asegura que aprendió a volverse una persona más paciente y más ordenada. “La ayuda de mi padre fue fundamental. El siempre me decía que no me molestara por las cosas que en un principio no pudiera hacer bien. Me decía que aceptara mi condición. A pesar de sus problemas, mi padre siempre tuvo una actitud positiva hacia la vida”.
Carolina recuerda la partida del ex mandatario en 1999 como uno de los momentos más difíciles de su vida. Pérez se exilió en Estados Unidos, huyendo de un nuevo encarcelamiento. Carolina fue varias a veces a visitarlo en Miami pero, siempre lo veía en alguna cafetería o en cualquier lugar, lejos de la casa de la nueva familia de Pérez.
Pero el cáncer parecía no darle tregua. En 2006 fue sometida a una última cirugía por un nuevo tumor en la garganta. Desde entonces Carolina va cada año a Maryland para un control exhaustivo, porque los niveles de cáncer han bajado, pero su diabetes no da tregua. En la actualidad toma seis clases de medicamentos diarios que la mantienen con vida.
Carolina asegura que lo último que su familia quería era llegar a un estrado judicial para poder enterrar al ex presidente en Venezuela. Pero así será.

