"No de trata de tenerles miedo a los muertos, sino respeto a la vida", dice Jorge Luis Mina, un hombre que ronda los 68 años, nacido en Cali, payaso de profesión. Confiesa que de joven sintió aversión por los muertos, pero que fue la violencia de Colombia lo que lo acercó a ella.
Relata cómo veía las plazas de municipios en Cauca y Caquetá con muertos y cómo, al terminar un show, se encontraba con muertos en el camino. Lo que es y sigue siendo el panorama de muchos colombianos.
En Bogotá sus más preciadas pertenencias son prendas de "finados", recuerdos que le han dejado y que le ahorran la molestia de ir a comprar ropa.
Se pasa la vida entre fotografías, recordando sus momentos más célebre como payaso. Ahora, con lo que gana, vive, al parecer tranquilo, en las frías calles del centro, muy cerca del Cementerio Central, donde están enterrados José Asunción Silva y su hermana, Laureano Gómez, Leo Siegfried Kopp y Rafael Pombo. Pero no les canta a ellos, tan recordados en la historia patria, sino a los olvidados que no tienen flores y a quienes les regala la posibilidad de vivir en el pensamiento de alguien, de un payaso, una vez más.
Camina en el cementerio y los vivos también lo reconocen, le piden que se cuide, pues lo quieren, y esboza una sonrisa sincera, curtida por años y vivencias y la implacable presencia de la muerte que nos recuerda que, de manera casi milagrosa, estamos vivos.
Conozca su historia en el más reciente capítulo de Rec en las Calles.