En la última semana en la ciudad de Medellín, el fútbol colombiano dejó de ser uno de los deportes más populares que reúnen a las personas alrededor del estadio para apoyar a sus equipos, y se convirtió en un atroz catalizador para incitar a la violencia e intolerancia entre los asistentes al partido entre el equipo Atlético Junior de Barranquilla y Atlético Nacional de Medellín. En cuestión de minutos, esta “Batalla campal” terminó, según las autoridades competentes, con 25 heridos, ocho de gravedad y uno internado en UCI.
Este lamentable insuceso que no debería estar relacionado con el noble deporte del fútbol colombiano, me obligó a reflexionar sobre la falta de consciencia social y personal, buscando el origen de esta violencia urbana y analizando los resortes psicológicos que la motivan.
Una de las primeras definiciones sobre el término hincha, la encontré en el libro de José Gabriel López Busian titulado “Fútbol para bobos”, publicada en el año de 1920, donde explicaba que el hincha es una persona que:
“no razona y se limita a “sentir” a su equipo. Existe en el tono de sus discusiones la agresividad que emana de ese mismo análisis. El hincha es realmente, un dogmático. Cree porque cree. Su raciocinio rudimentario escapa a la gravitación de otra fuerza que no sea su ciega pasión por su equipo. Frente a la realidad, formulará las consideraciones más superficiales y absurdas para sacar adelante su tesis, siempre favorable a su pasión. En presencia del contrincante ocasional, nunca se declarará vencido. Y cuando la fuerza incontenible de la lógica lo haya arrojado a un rincón, surgirá de sus cenizas retóricas la definitiva mala palabra y el furioso insulto con los cuales cubrirá, suciamente su derrota”.
Existen dos clases de hincha: por un lado, el que asiste como aficionado a los partidos de fútbol de su equipo por el placer y por la pasión del espectáculo, y, por otra parte, está el hincha violento, es decir, aquellos que ven el fútbol como un pretexto para incitar a la agresión antes, durante y después del partido.
Ahora bien, el proceso para convertirse en un hincha violento contiene básicamente características que a continuación expondré, las cuales, hipotéticamente serían la motivación que incitaría a los hinchas a pertenecer a una barra brava, brindándole su total “lealtad” al equipo en todo momento sin importar que con estos comportamientos agresivos, crueles y brutales puedan amenazar las vidas de los asistentes a estos partidos y por tanto transgredir las leyes colombianas:
Algunas características psicológicas de las barras bravas
1. Identidad de grupo
- Las barras bravas ofrecen un fuerte sentido de pertenencia, creando una identidad colectiva que es esencial para sus miembros. Este sentido de pertenencia a menudo está relacionado con la necesidad de reconocimiento y aceptación, especialmente en contextos donde los individuos pueden sentirse marginados o desatendidos.
2. Conducta violenta y agresiva
- Muchos miembros de las barras bravas presentan conductas agresivas, tanto verbales como físicas. La violencia se justifica como una forma de defender al equipo o territorio, lo que refuerza la idea de la rivalidad. Esta agresividad puede estar vinculada a un ambiente de presión social dentro del grupo, donde la violencia es vista como una forma de lealtad y masculinidad.
3. Desinhibición en masa
- Los comportamientos de los miembros tienden a desinhibirse cuando están en grupo. La sensación de anonimato en la multitud puede reducir la responsabilidad individual, lo que lleva a actos que no harían en situaciones normales. El fenómeno de la "conducta de masa" permite que la violencia se incremente, debido a la pérdida temporal de las normas sociales y morales.
4. Fanatismo
- Las barras bravas tienden a mostrar un fanatismo extremo por su equipo, lo que incluye un amor irracional hacia los símbolos y la historia del club. Este fanatismo puede desencadenar un sentido de devoción y sacrificio hacia el equipo, llevando a sus miembros a arriesgar su integridad física e incluso a justificar comportamientos antisociales.
5. Búsqueda de poder y control
- Para algunos líderes de las barras, ser parte de estos grupos les otorga una plataforma de poder y control. A menudo, hay una jerarquía dentro de las barras bravas donde los líderes ejercen una gran influencia, dirigen las acciones del grupo e incluso, organizan actos delictivos o conflictos con barras rivales.
6. Intolerancia y rivalidad extrema
- La rivalidad entre barras es intensa y puede estar basada en factores más allá del fútbol, como el estatus social, las diferencias geográficas o históricas. Esta intolerancia hacia los rivales crea un entorno de confrontación constante, donde la violencia se percibe como una solución natural.
7. Baja tolerancia a la frustración
- Muchos miembros de las barras bravas muestran una baja tolerancia a la frustración, lo que los lleva a reaccionar de manera impulsiva ante situaciones que perciben como injustas, como una derrota o una decisión arbitral. La frustración acumulada se canaliza en agresiones físicas o actos vandálicos.
8. Manipulación emocional
- A menudo, los líderes de las barras bravas manipulan emocionalmente a los miembros, aprovechando sus carencias afectivas y económicas. La promesa de respeto, poder y pertenencia puede ser suficiente para que los individuos sigan las directrices del grupo, incluso si esto implica comportamientos peligrosos o ilegales.
9. Sentido de justicia propia
- Las barras bravas suelen desarrollar un código moral propio, donde la justicia y el honor se vinculan con el equipo. Así, las agresiones y la violencia pueden justificarse como actos de justicia por el club, y quienes no comparten esa moral son vistos como enemigos o traidores.
10. Influencias socioculturales
- Factores como la pobreza, la exclusión social, y la falta de oportunidades educativas y laborales a menudo juegan un papel importante en la atracción hacia las barras bravas. Estos grupos ofrecen un sentido de identidad y un escape a la realidad cotidiana.
En resumen, las barras bravas en el fútbol representan una combinación de factores psicológicos e interculturales que promueven la violencia, la agresión y la intolerancia en nombre de una causa común, muchas veces relacionada con la necesidad de pertenencia y poder dentro de una sociedad que no ofrece suficientes alternativas saludables.
Actualmente, el gobierno nacional y las autoridades locales, están haciendo todos los esfuerzos posibles para controlar la epidemia de violencia de los Barras Bravas en los estadios de nuestro país a través de registro de códigos de barras en las cédulas de ciudadanía, la carnetización masiva y la identificación biométrica de los asistentes a los estadios colombianos.
Estas y otras medidas podrán arrojar resultados positivos para la solución de este conflicto, pero me atrevo a sugerirles que estas soluciones no se apliquen solamente en la `forma` del problema sino en el `fondo` del mismo, es decir, que se estudie y entienda, el por qué y el para qué del comportamiento psico-social de los hinchas violentos en Colombia, pues es allí donde nace la raíz del verdadero problema.
Nota: En la segunda entrega de esta crónica sobre la violencia en los Estadios en Colombia expondré como Rehabilitar Emocionalmente a los participantes de las Barras Bravas.