La atrayente crudeza del fotógrafo Bruce LaBruce

Sáb, 02/06/2012 - 04:00
No se ha visto suficiente sangre, semen y horror hasta no conocer el trabajo del director de cine, fotógrafo y escritor Bruce LaBruce, conocido por algunos como el corruptor de homosexuales. Sangre p
No se ha visto suficiente sangre, semen y horror hasta no conocer el trabajo del director de cine, fotógrafo y escritor Bruce LaBruce, conocido por algunos como el corruptor de homosexuales. Sangre por todas partes, en el piso, el techo y las paredes. Zombis homosexuales. Curas católicos con la cara llena de semen. Monjas mostrando las tetas. Orgías zombis. La inmunda lista es interminable e inimaginable. Es un provocador que trabaja con los límites de la representación tratando de representar lo irrepresentable. Bruce LaBruce es un maestro para sobrecoger con sus imágenes aterradoras, y sin embargo, lo que lo diferencia de tantos seudoartistas que continuamente imitan su trabajo es que LaBruce trabaja con estos fetiches tan agresivos, y al mismo tiempo se sonroja por ellos. La gente que hace porno también siente emociones típicas de los humanos. Aunque les interesen fetiches extremos igual sienten timidez y vergüenza. No se vuelven una máquina de sexo. Asumir que no se impactan, es juzgarlos. Bruce tiene un lado muy romántico que va totalmente en contra de las imágenes que representa, y esto no es algo que le parezca contradictorio, lo ve como un balance algo extraño. Pero balanceado al fin y al cabo. En su vida personal jamás ha sido un exhibicionista, y su trabajo es más un espectáculo que exhibicionismo. Se inventó un alter ego al que llamó Bruce LaBruce, detrás del que se esconde mientras rompe tabúes y les da más elasticidad a los límites impuestos por la sociedad. Lo que hace es explorar territorios prohibidos, porque es demasiado consciente de sí mismo para ser un exhibicionista. Estas fotos pertenecen a la exhibición llamada Obscenity realizada en Madrid. Hubo protestas en las que rompieron los vidrios de la galería y lanzaron una bomba que nunca explotó. A puerta cerrada, en la intimidad con su marido, no practica la gran mayoría de los fetiches que muestra en sus películas. Pero hay excepciones: en una de sus películas hay una escena de un hombre teniendo sexo anal con el muñón que le queda del brazo a un amputado, y esto no es algo que considere desagradable, e incluso consideraría hacerlo si se presentara la oportunidad. Estos fetiches lo excitan estéticamente, y la idea de que existen tendencias sexuales que aún no han sido exploradas. LaBruce es también columnista para la revista VICE, y entre las muchas entrevistas y perfiles que ha escrito, llama la atención la de la actriz porno Sasha Grey. Antes de la entrevista, LaBruce se puso a ver muchas de las películas que Grey ha hecho y se sorprendió a sí mismo por la vergüenza que sintió y por haberse sonrojado cuando vio una escena en que la actriz está arrodillada con varios hombres a su alrededor, todos eyaculando en su boca. Cuando el último ha terminado, Grey se traga todo el semen y así termina el film. Al ver su reacción, su marido le dijo: “Brucito, estas son las nuevas generaciones. Uno tiene que estar al día con los jóvenes”. De acuerdo a sus ideales feministas, LaBruce debería haber pensado que lo que Grey hace es absolutamente degradante, pero cambió de parecer cuando conoció a la actriz y se dio cuenta de que la mujer ama lo que hace, son sus propias fantasías y no solo eso, también está en control de su carrera y sabe muy bien lo que está haciendo. Esto lo hizo entender que lo que Sasha Grey hace no es degradante. A la gente le sorprende que Bruce LaBruce es introvertido, se avergüenza con facilidad y se sonroja, lo que, claramente, no es consecuente con el alter ego que ha creado, su persona pública. LaBruce, que al nacer lo bautizaron: Bryan Bruce, siempre se esconde tras unas gafas de sol, como su amigo el diseñador Karl Lagerfeld. Dice que lo hace por vanidad, pues como es una criatura nocturna, durante el día siempre tiene bolsas debajo de los ojos. Para él es como maquillarse los ojos con sombras. LaBruce conoció a Lagerfeld cuando lo entrevistó para un perfil de la revista VICE. Al principio de su carrera era muy agresivo, salvaje, intimidante y estaba fuera de control. Era el personaje que solía interpretar en sus películas, y después traspasó esa conducta al alter ego que creó de sí mismo. Mucha gente cree que era actor porno antes de empezar su carrera como cineasta, porque actuó en algunas de sus películas de ficción, pero la gente eso no lo entiende. Para él significó un gran reto aparecer en sus películas teniendo sexo. Nunca quiso ser actor y por eso se decidió a seguir haciendo películas sin aparecer en ellas. Esto hace que me pregunte cuál es la diferencia entre porno y el trabajo que él produce, y LaBruce me contesta que la distinción no tiene sentido, pues todo el porno es artístico porque es un proceso creativo que usa actores. Esto se entiende si se puede comprender que existe una gran diferencia entre el porno industrial y el porno independiente, que es el que él produce. LaBruce se considera un artista que trabaja en el género pornográfico, se considera un pornógrafo y esta muy orgulloso de ello. Es cierto que se le han cerrado muchas puertas debido al contenido de su trabajo, a muchos artistas les pasa lo mismo. Una vez que se hace pornografía o cualquier acto sexual en celuloide, siempre te van a juzgar y a desaprobar moralmente. El mundo del arte es muy conservador y cuando se les muestra algo que trabaja muy de cerca con pornografía, no lo tienen en cuenta por no considerarlo potencialmente negociable en el contexto del arte. Los artistas consideran el trabajo de LaBruce demasiado pornográfico, y los pornógrafos consideran su trabajo demasiado artístico, pues en la industria pornográfica también es muy criticado el arte. LaBruce considera a la pornografía arte, porque produce un trabajo de ficción y crea un producto. Rossy de Palma (izq.) y Alaska con su marido (der.). "Las vidas de los santos están llenas de actos extáticos y sexualidad sublimada", dice LaBruce. Su trabajo no se ha vuelto tan popular como el trabajo del fotógrafo (y su gran amigo) Terry Richardson, pues para empezar, hay grandes diferencias entre ambos hombres. Terry es el hijo de Bob Richardson, un famoso fotógrafo de celebridades que cuando Terry tenía doce años era novio de la actriz Anjelica Huston. Richardson creció en Hollywood, rodeado de celebridades, lo que explica su pasión por el tema. LaBruce, en cambio, creció en una finca muy pobre en Canadá. No le interesan las celebridades ni la cultura Hollywoodense. Bruce LaBruce está muy cómodo donde está. Al principio de su carrera trabajó mucho con J.B. Jones, otra artista canadiense con la que produjo varias películas. La participación de J.B. Jones en sus proyectos era lo que aseguraba una fuerte presencia feminista en sus películas. Y a pesar de que hoy en día LaBruce perdió contacto con la artista, ha continuado con sus ideales político-feministas, porque él mismo se considera feminista. No está de acuerdo con aquellas corrientes feministas que pretenden ser iguales y tan corruptas como los hombres. Considera, en cambio, que las mujeres deben fortalecerse en sus propios términos, sin competir con los hombres. Cree que hay que cuestionar las instituciones patriarcales y enfrentar el mundo dominado por hombres que se basan en su testosterona y un ego desproporcionado. En sus películas tiene mujeres que son muy fuertes, con un rol muy feminista y dominante, y películas en que no aparece ni una sola mujer. Con respecto a los derechos de los homosexuales, y a pesar de haberse casado para que su pareja (un cubano) obtuviera la nacionalidad canadiense, LaBruce no está de acuerdo con el matrimonio para parejas del mismo sexo. En cambio, dice, se debería hablar de una reforma del matrimonio más general para que no se opriman las minorías. Cree que todos debemos exigir los mismos derechos, pero sin caer en la idea de una institución matrimonial que hoy en día, tal como es, resulta muy problemática. Tampoco está de acuerdo en esa nueva tendencia entre muchos homosexuales de compensar sus diferencias con la sociedad, volviéndose más conservadores. Siente que con esto pierden sus diferencias que son precisamente las que los hace especiales. Piensa que los homosexuales son diferentes, y por lo tanto deberían expresar estas diferencias. La sexualidad es algo natural, y cuánto más se reprima, más peligrosa se vuelve. LaBruce no entiende a los homosexuales que juzgan a la gente, como si se les hubiera olvidado que la sociedad, en general, ve al homosexualismo como una aberración extrema y desagradable. Obscenity es una mezcla de modelos famosos, cierto tono erótico e imaginería católica. Me llama la atención que en su trabajo haya tantos zombis y LaBruce me explica lo siguiente: Los zombis están directamente relacionados con el gay park cruising (que es esa tendencia de algunos  homosexuales de salir a buscar sexo anónimo en parques o baños públicos). Los gays, como los zombis, andan por ahí buscando a otros hombres anónimos, o buscando partes del cuerpo de otros como si éstas no pertenecieran a un cuerpo. El gay park cruising, como los zombis, es un horror que puede resultar muy peligroso. Es muy fácil caer en este mundo y dejarse llevar hasta ser destruido. El zombi, como el homosexual, es un forastero, pero con cualidades humanas con las que la gente se puede identificar. Para LaBruce, sus zombis gay son un símbolo de cómo la sociedad ha tratado a los homosexuales a lo largo de la historia, discriminándolos, maltratándolos y tratándolos como una minoría. Hemos estado conversando por Skype durante casi hora y media, y de pronto LaBruce expresa admiración por lo que alcanza a ver detrás de mí. Estoy en la redacción de Kien&Ke, en el piso 16 de un edificio desde donde se ve la mitad de Bogotá. Le da risa cuando le explico que casi todo lo que ve es ladrillo, y me cuenta que hace mucho tiempo quiere mostrar su trabajo en Colombia. Tiene muchos fans en Latinoamérica, y un gran amigo colombiano que aun no se aburre de invitarlo al país. Desde que vio La virgen de los sicarios muere de ganas de conocer Colombia, lo que cada vez se acerca más a la realidad. Le gustaría exponer sus fotografías en Bogotá, y le gusta la idea de hacerlo en una iglesia o una catedral. Y yo me pregunto: ¿Colombia está preparada para ver el trabajo de este artista que ha roto con todos los esquemas y aún conserva muchas sorpresas por exhibir?
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