"El que no vive para servir, no sirve para vivir", es una de las frases más célebres para destacar la vocación de servicio a la comunidad, de aquellas personas que de manera desinteresada trabajan por cumplir los sueños de otras personas.
Kienyke.com dialogó con Jorge Iván del Valle, nadador de Tuluá que quiere dejar en alto siempre la bandera de Colombia, y no ser indiferente a los sueños de otras personas, en especial de niños.
Jorge Iván del Valle conoce de primera mano cómo buscar patrocinar sus sueños: trabajo en comunidad. A través de la venta de cojines, que su abuela hizo, pudo viajar y competir. Desde ese entonces surgió lo que hoy se conoce como: la fundación el Taller de Rosita.
A través de diferentes actividades, Jorge Iván ha ayudado a más de 1.000 niños en diferentes zonas de Valle del Cauca. Incluso con challenges a empresas privadas como Totto, niños y niñas tienen las mejores maletas para ir a clases.
Pero este año, su ayuda se ha visto reducida en número por su nueva residencia: San Francisco, California.
"Queríamos llegar a muchos más niños, pero pues por cuestiones de logística es complicado, porque no estoy en Colombia y es difícil conseguir gente en días de mucho movimiento para cotizar y empacar", confesó Jorge Iván del Valle a este medio de comunicación.
La fundación el Taller de Rosita espera llevarle a 25 familias de comunidades indígenas, que se ubican en un asentamiento en zona rural en el Águila, en Valle del Cauca para llevarles regalos a niños y unas cenas navideñas a esta comunidad.
Nunca es poco y todo suma a la hora de ayudar
En cada actividad, Jorge Iván del Valle junto a su fundación lanzan una vaki para recolectar y así poder comprar ya sea mercados, útiles escolares o cenas para ayudar a las personas que más lo necesitan.
De hecho cada ayuda cuenta, así muchos consideren que pueda ser poco, pero Jorge Iván rescata ese entretejido para crear una red y no ser indiferente a la realidad de muchos niños, niñas y familias colombianas.
"Entre todos sumamos y ya vamos en 10 millones en la vaki para estos niños y nunca es poco, todo todo suma y entre todos podemos hacer cosas maravillosas para nuestra comunidad".
Si bien no es una tarea fácil, Jorge Iván ha sacado provecho de su experiencia a la hora de encontrar patrocinadores o ser su propio patrocinador con su familia y vender diferentes artículos para costearse sus propios sueños. Una realidad de muchos deportistas.
"Es que el que no conozca aun deportista que no haya hecho una rifa, o vendido postre creo que no es deportista colombiano y es el diario vivir de nosotros", sentenció el nadador vallecaucano.
Año 2022: historia en la natación colombiana
Jorge Iván con una sonrisa y con ojos iluminados se emocionó con tan solo nombrar el año 2022, como el año de grandes retos pero también, lo que el considera que será el tiempo de la historia de la natación colombiana.
"Vivo y respiro por el reto de los 7 mares", confesó entre risas a la hora de explicar lo que hará el siguiente año y toda la preparación que ha hecho desde que comenzó a vivir en Estados Unidos.
"Dije que lo iba a hacer y me enfoqué. Encontré a la mejor entrenadora. Es la primera mujer latinoamericana en hacer el reto. Es mexicana y se llama Nora Toledano. Yo la admiro mucho y estoy feliz de estar de la mano de ella".
La cita más importante de Jorge Iván con la natación será en el mes de julio para hacer el cruce del Canal de Catalina a las costas de Los Angeles, Estados Unidos. Son 35 kilómetros de nadar sin parar y superar este reto.
"Si lo logro, seré el primer colombiano en la historia del Canal de Santa Catalina en hacerlo y eso me motiva mucho más para entrenar".
Triple corona de aguas abiertas y un propósito
Sin embargo, Jorge Iván sabe mezclar muy bien su pasión por la natación y su objetivo de servirle a su comunidad al nadar con un propósito claro, que no es ganar trofeos, sino dejar un gran legado.
Al sueño de cumplir el reto de los Siete mares, se le suma la triple corona en aguas abiertas: nadar en el Canal de Santa Catalina, el Canal de la Mancha y los 20 puentes de la isla de Manhattan en Nueva York.
"El reto no es nadar por nadar, sino que a través de estos retos y con la Fundación el Taller de Rosita, porque quiero que sea grande e histórico, que podamos nadar con un propósito. A cada reto le organizamos un propósito ya sea por nuestros niños de la Guajira, o del Valle del Cauca o del Chocó y es mi sueño. El hecho de ser deportista de alcanzar una medalla ya pasó a un segundo plano y ahora quiero dejar un legado y así cumplir el sueño de muchos más".