LONDRES — Érase una vez, no hace mucho tiempo, que el duque y la duquesa de Sussex eran aclamados como la bocanada de aire fresco que necesitaba la monarquía británica para volverse más inclusiva y moderna.
Luego, esta pareja escandalizó al país y sacudió a la familia real al anunciar en Instagram que se van a separar de la familia real y piensan dividir su tiempo entre el Reino Unido y Norteamérica.
Para el 10 de enero, Meghan ya se había ido a Canadá —donde en su vida anterior había filmado el programa de televisión “Suits”— para estar con su hijo, les dijo su vocera a los reporteros.
Se ha escrito mucho sobre esta sorprendente decisión, pero aquí hacemos un recuento de cómo llegamos a este punto.
Entrada: Meghan
El príncipe Harry y Meghan Markle se conocieron en una cita a ciegas y empezaron a salir juntos en julio de 2016. Los periódicos amarillistas británicos de inmediato publicaron un reportaje sensacionalista de Markle, la actriz que ya había estado casada, hija de padre blanco y madre negra.
La describieron como la “divorciada picante” del príncipe Harry, dijeron que le habían tomado “fotografías lascivas” e insinuaron que tal vez cuando conoció a Harry todavía salía con un exnovio.
Pronto, el 8 de noviembre de 2016, el príncipe publicó un comunicado que tenía doble propósito: reconocer su relación con Markle y reprender a la prensa británica por el trato que le estaban dando.
Eso estableció el carácter de la relación entre la pareja y la prensa sensacionalista: Harry, quien durante mucho tiempo había culpado a los paparazzi del accidente automovilístico de 1997 en París donde murió su madre Diana, la princesa de Gales, había puesto un límite de parte de la familia real.
“No está bien que a los pocos meses de tener una relación de noviazgo con él, Markle esté sujeta a ese revuelo”, decía el comunicado. “No es un juego, se trata de la vida de ella y la de él”.
Hubo más pruebas de su relación: ¡Están comprando un árbol de Navidad en Londres! ¡Van a ver la aurora boreal en Noruega! ¡Se toman de la mano en la boda de unos amigos en Jamaica! Luego de que Markle concedió una reveladora entrevista a Vanity Fair en septiembre de 2017, se supo que ambos estaban pensando a largo plazo.
“Somos dos personas que en verdad estamos felices y enamoradas”, afirmó.
Dos meses después, anunciaron su compromiso. “Creo que a ambos nos sorprendió muchísimo, tras los cinco o seis meses que tuvimos para nosotros, lo que en realidad sucedió a partir de entonces”, dijo el príncipe Harry en una entrevista con la BBC.
Una semana más tarde, The Daily Mail publicó una historia sobre la supuesta ambición de Markle que incluía expresiones racistas. “¡Eso es lo que se llama un ascenso social! Cómo en 150 años, la familia de Markle pasó de la esclavitud en los campos de algodón a la realeza gracias a la libertad obtenida en la Guerra de Secesión de Estados Unidos… mientras que entre los antepasados de su padre había una sirvienta en el castillo de Windsor”, decía el titular.
Pero el mundo vio cómo esta pareja celebró su fastuosa unión en el castillo de Windsor en mayo de 2018. Según la BBC, casi dos mil millones de personas en todo el mundo vieron una boda del tipo que la familia real nunca había tenido: en la capilla del castillo de mil años de antigüedad resonaron el sermón de un obispo afroestadounidense y un coro de góspel.
Una familia con piedras en el zapato
Antes de la boda, la prensa amarillista puso su implacable y poco halagadora mirada en el padre de Meghan Markle, Thomas, un ex director de iluminación de Hollywood de 73 años que vivía en México. El tema era si asistiría o no a la boda.
Uno de los periódicos logró que proporcionara fotomontajes. Luego, The Daily Mail informó con certeza que el padre de Markle había decidido no ir a la ceremonia y no la conduciría hacia el altar.
Finalmente, el príncipe Carlos hizo los honores.
Sin embargo, siguió apareciendo un caudal de reportajes desagradables relacionados con sus medio hermanos, en especial sobre una medio hermana con quien estaba enemistada. En febrero pasado, The Mail on Sunday publicó fragmentos conmovedores de lo que presentaron como una carta escrita a mano que Meghan había enviado a su padre, en la que decía que “le había roto el corazón en mil pedazos”.
En octubre, salió a la luz que la duquesa de Sussex —el título de Meghan desde que se casó— había presentado una demanda contra este periódico sensacionalista y su empresa matriz por la publicación de la carta.
El príncipe Harry —quien había iniciado procesos legales contra los propietarios de dos periódicos amarillistas británicos acusándolos de haber intervenido su teléfono— dijo en un comunicado que Meghan se había convertido en la víctima de una “campaña despiadada” de estos periódicos británicos, y que él había “atestiguado en silencio su sufrimiento personal durante demasiado tiempo”.
“Esta implacable propaganda tiene un costo humano, específicamente cuando es deliberadamente falsa y malintencionada”, dijo el príncipe Harry, “y pese a que le hemos seguido poniendo buena cara —como muchos de ustedes pueden constatar— ni siquiera me atrevo a describir lo doloroso que ha sido”.
The Mail on Sunday dijo que “sustenta el reportaje que publicó y que defenderá su postura con firmeza”.
Todo bien
En medio de los rumores de la prensa amarillista, la pareja real anunció que estaba esperando su primer hijo, pero la cobertura adversa continuó a ritmo acelerado. Criticaron a Meghan por mostrar su pancita y por ir en avión a Nueva York en febrero a su fiesta del bebé.
Sin embargo, el príncipe Harry casi no pudo ocultar su alegría cuando frente a las cámaras de un noticiario anunció el nacimiento de su hijo el 6 de mayo de 2019. Eso fue dos días antes de que presentaran al mundo a Archie Harrison Mountbatten Windsor.
La pareja mostró a Archie poco a poco en Instagram: partes de su rostro, sus dedos y sus pies, casi siempre en imágenes sepia o blanco y negro. Cuando los medios se quejaron de que no les permitieran fotografiar al recién nacido de la manera tradicional, otros vigilantes de la familia real tenían una pregunta: ¿es pelirrojo?
Sí, parece que sí.
Una casa dividida
En noviembre de 2018, el palacio de Kensington anunció que el duque y la duquesa de Sussex se mudarían de Nottingham Cottage, situada en los terrenos del palacio de Kensington, donde viven el hermano del príncipe Harry, William, su esposa y sus hijos, para establecer su residencia en Frogmore Cottage en Windsor.
La prensa amarillista se regocijó en lo que consideró una fisura en la realeza, y describió a Meghan como “una diva exigente”.
En abril, estos periódicos hicieron su agosto con el costo de la remodelación de Frogmore: 2,4 millones de libras esterlinas del dinero de los contribuyentes, o más de tres millones de dólares, según la BBC.
El 20 de junio, anunciaron que el duque y la duquesa de Sussex se separarían de la Fundación Real, establecida por los príncipes William y Harry en 2009, y crearían su propia fundación.
Una entrevista reveladora
En septiembre, durante una gira oficial en África, el príncipe Harry habló de la relación con su hermano en un documental de ITV.
“Es inevitable que sucedan cosas, pero somos hermanos y siempre lo seremos”, dijo. “Desde luego, en este momento transitamos por caminos diferentes, pero siempre estaré ahí para ayudarle y sé que él siempre estará junto a mí”.
Pero la entrevista que provocó los chismes colectivos del Reino Unido fue la de Meghan.
“Pocas personas han preguntado si yo estoy bien”, dijo la duquesa de Sussex de manera conmovedora sobre las cuestiones de adaptarse a las presiones que implican su participación en la familia real, la cobertura adversa de los medios y sus problemas como madre primeriza.
Salida: Harry y Meghan
El 8 de enero, la pareja anunció su renuncia parcial. La noticia se propagó como fuego el 9 de enero, justo cuando Catherine, la duquesa de Cambridge y esposa del hermano de Harry, festejaba su cumpleaños número 38.
Un país dividido asimiló la noticia de que la pareja renunciaba como altos miembros de la familia real y aspiraba ser independiente económicamente. La prensa amarillista detonó con titulares cargados de indignación: “Ni siquiera le dijeron a la reina”.
La sensación general fue que la pareja había desatado una crisis potencialmente existencial para la familia real, a la que de inmediato llamaron “Megxit”, para la cual la reina de 93 años de edad y el padre de Harry, Carlos, estaban intentando encontrar una “solución viable” en una reunión urgente.
Por: Iliana Magra
Harry, Meghan y el RU: ¿Cuándo se amargó el cuento de hadas?
Sáb, 18/01/2020 - 06:18
LONDRES — Érase una vez, no hace mucho tiempo, que el duque y la duquesa de Sussex eran aclamados como la bocanada de aire fresco que necesitaba la monarquía británica para volverse más inclusiv