García Márquez y otros que ya se fueron reflexionan sobre la vida y la muerte

Dom, 27/03/2016 - 13:49
Los invitados acogieron rápido la propuesta del maestro Germán Arciniegas, que este encuentro se llamaría “la mesa redonda”. Arciniegas es el más viejo del grupo y el más respetado, aunque en
Los invitados acogieron rápido la propuesta del maestro Germán Arciniegas, que este encuentro se llamaría “la mesa redonda”. Arciniegas es el más viejo del grupo y el más respetado, aunque en el estado actual de cosas la palabreja sobra. Con los 99 años vividos y los que lleva muerto está completando 115. Aprobaron que todo se grabara y en caso de ser publicado se haría con la mayor fidelidad. Otro pacto: nadie hablaría de sus experiencias después de la muerte, por la diversidad de criterios al respecto y por la confidencialidad convenida para aceptar este encuentro. El único ser viviente autorizado para concurrir a esta conferencia soy yo, aunque muerto del susto por la enorme responsabilidad. Y también por una cierta sonrisilla que escuché al fondo, cuando alguien susurró: -Y pronto nos volveremos a ver. No hay nada mejor que la vida, entre otras cosas porque no hay otra, empezó en tono pausado el premio Nobel Gabriel García Márquez: –Yo no me quejo de lo vivido y no tengo porqué hacerlo, aunque tendría que reconocer que hice mucho esfuerzo para que todo me saliera bien. Gabo bajó la voz: -Lamento, eso sí, no ser oído en mi propuesta de que las mujeres sean las que gobiernen. Siempre fui bien tratado por ellas. Tuve una mala relación con los hombres, me entendí mal con ellos. Dije siempre que hemos debido entregarles el poder a ellas, porque los hombres no pudieron. -La vida fue un viaje turístico, interrumpió el maestro Rodrigo Arenas Betancur, el más prolífico de todos, en referencia a sus esculturas que son monumentos nacionales, y no a sus varias esposas. Arenas me leyó el pensamiento (tonto yo que me olvidaba de la calidad de los presentes), y reorientó su comentario: -Se lo dije en vida, se lo repito ahora: Nadie, ni hombres ni mujeres, tienen que soportar por siempre una pareja para malvivir. La única relación perdurable es la que se tiene con los hijos, por puta que sea la hija, por ladrón que sea el hijo. Le presenté excusas, temiendo que me aplastara con el Bolívar Desnudo o el monumento a La Gaitana, y le pedí proseguir su análisis anterior. -Este viaje no lo organizamos, lo organizaron otros. Vivimos, vimos y nos fuimos. Así es la vida humana, un simple transcurrir de especies sobre la tierra. En lo personal puedo decir que sí disfruté la vida. Para mí fue un viaje de turista, no a Acapulco ni al mar, pero sí a otras partes y fue un gran viaje, un bello viaje. [caption id="attachment_221407" align="alignnone" width="540"]Carlos Fuentes Carlos Fuentes[/caption] Interviene con prudencia otro premio Nobel, Carlos Fuentes. Levantó la mano para detener al volcánico Arenas, que ya tomaba aire para nuevas apreciaciones. -Siempre sentí –empezó Fuentes- enorme entusiasmo por la vida y por la época que me tocó vivir. Hubiera preferido otros momentos, otras épocas, pero viví con la mayor plenitud posible: amatoria, erótica, intelectual, creativa, de relación, de amistad, política. A todas las cosas que me interesaron traté de acercarme, y en ese sentido no tengo desengaños profundos. -¿Y cómo le fue con las mujeres?, pregunté tímidamente.. -Las mujeres fueron otra manera de soñar. Claro que me arrepiento de muchos pasos, ¡pero más se arrepienten ellas de haber andado conmigo! -Ah mujeres….terció el compositor Jorge Villamil Cordovez, autor nada menos que de Espumas, los Guaduales y Oropel, entre otras bellas canciones del folclor colombiano. -El concepto de amor ha cambiado, explica el maestro Villamil. Antes había misivas, suegras, chaperonas, serenatas y muchos otros factores que hacían el asunto muy interesante. El hombre rogaba, ahora a los varones les toca treparse a los palos para que no los persigan las mujeres. ¡De allá no los bajan sino con un trincho! Antes una infidelidad se pagaba hasta con la vida o con duelos. Ahora hombres y mujeres se arreglan por las buenas. Pleno silencio, todos escuchando la perorata musical del maestro: -La felicidad es plena cuando se reúnen los condimentos de la vida: amor, belleza, posición social, nivel económico y amistades. Pero cuando eso se derrumba, viene la debacle y se confirma que casi todo es falso, como el oropel ese que abunda en los ríos y quebradas pero que no es oro de verdad sino un latón brillante de mala calidad. Es la realidad de la vida. Con guitarra en mano se levantó, sin pedir permiso, el popular Jorge Ezequiel Ramírez Salazar, Emeterio, del grupo “Emeterio y Felipe, los Tolimenses”. –Estoy de acuerdo, gritó en su tono característico: las mujeres son seres adorables pero con el correr del tiempo se volvieron difíciles de manejar, muy interesadas, muy vivas. -¡La vida es una estafa!, gritó María Dolores Pradera. Hubo sorpresa en la sala. Pradera no está muerta, aunque anda por los 92 abriles, y lo suyo es una intromisión inconcebible. Manos invisibles la empujaron fuera del recinto. Volvamos a nuestro tema central, la vida. Después hablaremos de la muerte, puso orden el maestro Arciniegas. Y le concedió la palabra a otra gran figura colombiana, Otto Morales Benítez. GAGermán Arciniegas -Yo fui un hombre feliz, empezó el historiador y periodista. Nunca estuve sometido a nadie y eso me dio mucho goce, mucha euforia, una permanente sensación de independencia. No sufrí la censura porque no me la dejé imponer. No como hoy, los monopolios manejando la información, los radioperiódicos, los noticieros. ¿No les parece duro que el país tenga esa censura mental? Por eso digo que la mejor lección de la vida me la dio el periodismo porque al permitirme decir la verdad me dio la oportunidad de no estar con los poderosos, de ser fiel al país, de no doblegar la inteligencia a ningún poder. Extrañamente, al fondo estaba silenciosa Fanny Mikey, la actriz y promotora de teatro. Estaba pensando –dice Fanny- en mis viejos amores. Tuve grandes pasiones. Frustraciones, no, equivocaciones, pero que no importan porque en el amor uno se equivoca. Los seres creadores vivimos muy solitarios en muchas cosas. Hay otros que viven en pareja pero no sé hasta qué punto su pareja sea una pasión continua. Muchos viven en pareja por comodidad, pero yo prefiero rescatar mis grandes pasiones. Yo amé y me amaron, pero siempre elegí la manera de seguir siendo libre. Y tuve grandes amores para que no fueran eternos. Las mujeres de generaciones anteriores siempre fueron subestimadas y eran destinadas a procrear o a ser amas de casa. Al ser yo una mujer de proyectos, trabajos e independencia, siempre tuve problemas con los hombres en mi vida. Pero les aseguro que hasta mi muerte siempre palpité en función del amor. -El problema, comentó una voz anónima con acento español, es que “la vida nos enseña a punto de morir” ¡Qué putada! Yo quisiera para cerrar este tema de la vida, expresó solemnemente García Márquez, referirme a los poderosos, con quienes tuve intensa relación. El poder es una de las más altas manifestaciones del ser humano. -Lo que siempre me llamó la atención del poder es la soledad del poder. Hasta qué punto, a medida que aumenta el poder aumenta el aislamiento y se llega al punto de no saber dónde se está parado. Generalmente el que tiene el poder depende de quién le maneje el poder, es decir, de quién le haga llegar la información. Yo no envidio el poder. Algunos poderosos lo hacen bien, otros mal, pero ese es otro juicio. -Son desdichados los poderosos? -Desdichados somos todos, poderosos y no poderosos. Los primeros porque lo son y los otros porque no lo fuimos. La felicidad es como la paz: no dura sino un momento, y no se sabe que se tuvo sino después de que pasó. -Y la fama? -Creo que es lo que más se parece al poder, tiene los mismos riesgos, pero el poder tiene una defensa que no tiene la fama. La fama se sustenta de sí misma, del medio en que está, del reflejo, de la admiración. El gran peligro de la fama y la gran desgracia de la fama es la permanente amenaza de la vida privada. Si uno no aprende a defenderse, termina completamente perdido. Había otros asistentes a la mesa redonda, que mostraron desgano por el tema de la vida y prefirieron callar. Propuse, entonces, pasar al tema de la muerte “y el más allá”. -De acuerdo, respondieron casi en coro. Pero hagamos una pausa, dejemos para mañana. Nota: Juro que todas las afirmaciones que pongo en boca de los ilustres invitados son textuales y están grabadas. Ni más faltaba que me pusiera a inventar.
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