En el pequeño pueblo de Colchane, ubicado en la frontera con Bolivia, el número de inmigrantes ha superado al de la población en los últimos días, en los que los habitantes han visto la llegada masiva de personas que buscan entrar a Chile por pasos no habilitados huyendo de la violencia y el hambre de sus países.
La mayoría de los 1.800 inmigrantes que han arribado a la zona vienen de Venezuela, aunque también hay colombianos que se han sumado a la travesía por tierra que muchos han tenido que recorrer para llegar hasta esta frontera.
Sin embargo, la respuesta del Gobierno chileno ante la crisis humanitaria ha sido anunciar un plan de expulsión de inmigrantes que iniciará con un vuelo en el que irán 138 personas que serán devueltas a bordo de un avión de la Fuerza Aérea de Chile, a lo que se suma el lanzamiento de una campaña internacional para alertar sobre sus estrictos controles migratorios.
“Se va a agregar en el extranjero una campaña muy intensa de difusión de cuáles son las medidas que está adoptando el Gobierno chileno y, particularmente, que la medida principal para quienes ingresen irregularmente va a ser la expulsión”, señaló el canciller chileno, Andrés Allamand, quien se desplazó a la zona de Colchane con los ministros de Interior y de Defensa para supervisar la situación.
Mano dura en drama humanitario
La expulsión de 138 inmigrantes sigue a la militarización de la frontera norte y a la petición del gobierno de Sebastián Piñera para que países de tránsito como Perú y Ecuador endurezcan sus leyes y hagan controles más estrictos para evitar el paso del éxodo venezolano.
“Estamos avanzando para terminar con el desorden migratorio, para proteger mejor nuestras fronteras, para poner orden en nuestra casa y para tener una política migratoria que favorezca la inmigración regular y combata la inmigración ilegal para poder proteger la seguridad y la calidad de vida de todos los habitantes de nuestro país”, aseguró Piñera tras firmar el decreto que habilita a las Fuerzas Armadas a sumarse a labores de control de tráfico de personas en zonas fronterizas.
Sin embargo, para organismos humanitarios en Chile la fórmula empleada por el Ejecutivo para hacer frente a la crisis migratoria, que ya ha dejado dos inmigrantes muertos al tratar de cruzar la frontera, deja de lado los principios de solidaridad y acogida para quienes huyen de sus países en busca de un asilo y de mejor calidad de vida.
“Si uno pasa la noche a la intemperie en Colchane, uno muere. Acá se está pidiendo lo básico para que las personas puedan sobrevivir. Solamente han hecho la concesión de las residencias sanitarias, pero una vez terminada la cuarentena las personas quedan en situación de calle”, señaló a la Agencia Anadolu Victoria Cardemil, coordinadora del programa de refugio FASIC en la región de Iquique.
Cardemil señala que Chile está frente a un fenómeno migratorio nuevo y de alto impacto porque se trata de un éxodo contemporáneo en Latinoamérica, en donde Venezuela tiene a 5 millones de personas saliendo de sus fronteras y la región no está preparada para hacer frente a esta realidad.
También resalta que se trata de una migración que tiene altos niveles de estudio y que no busca vivir de subsidios estatales, sino trabajar. “Durante el 2020 más del 50% de las personas que nos tocó atender eran profesionales. Están migrando personas que nunca habían tenido la necesidad de salir de su país y de solicitar refugio, ayuda, alimento a otro país. Son personas que se atrevieron a atravesar el desierto más árido del mundo caminando”, asegura.
Entre los miles de migrantes que han ingresado a Chile en las últimas semanas se encuentra el chef Jesús Manuel Britto, cuya travesía por Colombia y Ecuador con su esposa y sus tres hijas refleja el drama que tienen que pasar los millones de venezolanos que se han visto forzados a dejar su país para llegar hasta esta frontera.
“Yo no quiero ser una carga para Chile, queremos ganarnos el pan porque somos gente productiva. Tengo 35 años de experiencia en cocina y trabajé con los mejores hoteles de Venezuela; cargo con mis currículos”, cuenta a la Agencia Anadolu.
Britto se quiebra al recordar cómo quemaron su restaurante y su casa en el estado de Delta Amacuro y asesinaron a su hermano y a su cuñada adentro, aunque se calma para agradecer la solidaridad que ha recibido de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas en Chile, que le brindó un arriendo de emergencia y provisiones para su familia.
Temor por inseguridad en la frontera
Aunque la gran mayoría de venezolanos y colombianos que han llegado a la frontera entre Chile y Bolivia son inmigrantes calificados y con la intención de buscar un trabajo, algunos han protagonizado tomas de viviendas de Colchane y se ha dado un aumento en los actos delincuenciales en la zona habitada por comunidades indígenas.
“Nos sentimos defraudados y abandonados. El Gobierno vino pensando en a dar soluciones a los inmigrantes, a los venezolanos, pero no vino pensando en nuestra gente ni en el 70% de las casas saqueadas. No hay alimentación, estamos desabastecidos”, denunció el concejal de Colchane, Edgar Mamani.
Sin embargo, desde la Coordinadora Nacional de Inmigrantes se señala que el hacinamiento y la tensión social que se está generando en la zona es una consecuencia de la política del Gobierno de usar la fuerza para resolver una situación humanitaria.
“No es que los migrantes quieran quedarse en Colchane, sino que se les pone como barrera para trasladarse a otras ciudades a lo largo de Chile. La situación ha generado una serie de conflictos debido a que el pueblo es pequeño y la cantidad de migrantes y su flujo ha sido significativo en las últimas semanas”, señaló a la Agencia Anadolu el vocero de la Coordinadora, Rodolfo Noriega.
Según cifras de organizaciones humanitarias, se espera que a finales del 2021 más de 300 mil inmigrantes lleguen a las fronteras de Chile para buscar ayuda humanitaria, un nuevo fenómeno que deberá enfrentar el Gobierno de Sebastián Piñera en pleno año electoral y en medio de la crisis generado por la pandemia de COVID-19.
Por: Andrea Aguilar Córdoba / Anadolu