Martín Caparrós es en esencia un viajero. Durante 25 años los personajes y las historias de Argentina, Bangladesh, Madagascar, India, España y Sri Lanka han sido retratados con sus palabras, ya sea en su último libro 'El Hambre', escrito después de pasar cinco años analizando dicha problemática, o aquella que considera hasta hoy su crónica más difícil de escribir: 'El sí de los niños' sobre el turismo sexual y la pedofilia en Sri Lanka.
Para Caparrós los viajes son sinónimo de escritura. “No viajo de vacaciones, vacaciones para mí es estar en casa. Paso la cuarta parte de mi vida viajando, entonces lo que me gusta es llegar a mi casa y decir: tengo cinco días en que no voy a ninguna parte”
Es historiador y tuitero activo. Transita de la crónica y la columna de opinión a la novela y el lenguaje de la web. Fue bloguero en El País de España con Pamplinas: “Un intento -insistentemente fracasado– de mirar el mundo desde la Argentina, o la Argentina desde algún otro mundo” y con 'Los Living', la vida de Nito, un personaje que nace en Buenos Aires el día de la muerte de Juan Domingo Perón, gana el Premio Herralde de novela en el 2011, galardón entregado a las voces literarias que más eco generan en las nuevas generaciones: Roberto Bolaño, Alan Pauls y Juan Villoro.
—Leo bastante historia, estudié historia. A veces leo crónicas, pero no me paso la vida leyendo crónicas. Lo último que me dio vueltas en la cabeza fue una novela que se llama ‘Vida y Destino’ del escritor ruso Vasili Grossman, una novela del año sesenta, la cual estuvo perdida mucho tiempo y que reapareció hace poco. Es una novela decimonónica, donde el autor te podía llevar por 84 escenarios al mismo tiempo. Esa fue la última gran novela que leí.
Entre redacciones ruidosas, máquinas de escribir, la efervescencia política en la Argentina de los setenta y cientos de desaparecidos, Caparrós con solo 16 años llega al medio Noticias de la mano de Miguel Bonasso, allí conoce a Rodolfo Walsh, el autor de las míticas 'Operación Masacre', '¿Quién mató a Rosendo?' y el cuento ‘Esa Mujer’.
“Está tan lejos que ya no sé quién era: lo sospecho, le recuerdo cositas. Sé que era un chico y me da vértigo pensarlo: hoy cumplo 40 años de periodista. O, para decirlo más despacio: hoy hace 40 años que escribí mi primera nota. Hace 40 años yo tenía 16 y servía el café en un diario hecho por escritores que admiraba: Rodolfo Walsh, Juan Gelman, Paco Urondo. Hoy hace 40 años un periodista uruguayo que seguro se llamaba Luis, probablemente Rico, y me parecía viejísimo –me pidió que lo ayudara: un sábado de febrero, la redacción era un desierto y él tenía dos o tres páginas vacías por delante. Entonces me preguntó si me atrevía a escribir una noticia que había llegado en un cable. Decir un cable es decir también el tiempo que pasó” Cuarenta años después. Pamplinas. 16 de febrero de 2014.
@martin_caparros es el hombre de negro al que Julio Cortázar le confesó alguna vez que no quería que le pusieran a ninguna calle su nombre y la fascinación de los jóvenes con su literatura: “Además, por un misterio que no alcanzo a explicarme –los críticos tal vez lo hagan–, los jóvenes son mis mejores lectores, en toda América Latina y ahora en Francia y España” y al que Luis Alberto Spinetta intentaba explicar algunas de sus composiciones y confesaba: "Que te digan loco es realmente alucinante, sobre todo si no estás rematademente loco."
Caparrós es un periodista que cuenta a los otros y se cuenta a sí mismo en sus libros, en múltiples entrevistas y en la web.
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Es la segunda edición de los Premios de Periodismo Gabriel García Márquez ¿cuál es su balance, qué aportan al ejercicio del periodismo en Iberoamérica?
Lo que tratamos de hacer con el premio es señalar y hacer una exploración de qué es lo mejor que se está haciendo en el periodismo en América Latina, por supuesto muchas cosas se nos escaparán pero poder elegir tres trabajos en cada área (imagen, texto, cobertura periodística e innovación), es señalar ejemplos posibles de periodismo. En realidad cuando damos un premio estamos diciendo: “Sería bueno tratar de seguir por este camino”. Esa es la función de los premios.
Usted fue jurado en la categoría de Cobertura, ¿cómo ser rápido, luchar contra una hora de cierre y entregar un trabajo de calidad?
A veces se ha sospechado que la Fundación Nuevo Periodismo privilegia el trabajo más elaborado, más reposado y más a largo plazo. El trabajo de los cronistas por encima de los periodistas de batalla, del día a día y justamente la categoría de cobertura la hicimos para mostrar que no es así, que está el aprecio por esa forma de hacer periodismo que es la que todos hemos hecho y que consiste en que hay que salir a la calle, a buscarse la vida porque a las 6 de la tarde hay que tenerlo todo listo, porque hay que escribir 40 líneas rápido porque viene el cierre.
En esta categoría, una de los finalistas fue texto puro, otro fue una mezcla de cobertura, video, sonido, con mucho aderezo en la web y el otro (‘Sucesos del 12F’, Últimas Noticias de Venezuela) fue el uso de tecnologías muy contemporáneas, usando teléfonos móviles, haciendo grabaciones y entrevistas para tratar de dilucidar una noticia que estaba oculta porque el gobierno venezolano en este caso quería que se ocultara. Las herramientas con las que se hace cobertura han cambiado mucho, pero la base del asunto sigue siendo el mismo, salir a la calle y buscarse la vida.
Foto Pamplinas. Blog de Matín Caparrós. 16 de febrero de 2014
¿Qué significó empezar a ser periodista de la mano de Rodolfo Walsh? Yo tenía 16 años cuando empecé a trabajar en el periodismo y efectivamente mi primer jefe fue Rodolfo Walsh. Lo admiraba muchísimo por Operación Masacre y ¿Quién mató a Rosendo?, como jefe, era como cualquier jefe, me encantaría poder decir: “Me formó, me hizo”, pero no. Trabajé seis meses con él y el diario en el que trabajábamos lo cerró el gobierno en ese momento. Me enseñó algunas cosas pero no era un jefe muy presente, estaba muy metido en sus cosas, en sus investigaciones. Estaba más interesado en su trabajo de periodista que en su trabajo de editor. No lo culpó por eso, yo hubiera hecho lo mismo. Así que aprendí mucho más de él leyéndolo que teniéndolo ahí al lado. Supongo que eso es una suerte porque quiere decir que cualquiera puede aprender de él. Que no se necesita tenerlo al lado para aprender de él. El 18 de julio de 2014 fue su última entrada en Pamplinas, ¿qué pasó con su faceta de bloguero? No sé todavía qué va a pasar con eso. Efectivamente la dirección de El País decidió cerrar buena parte de sus blogs. Incluyendo el mío, ahora tengo un raro blog en una revista italiana que se llama Internazionale. Todos los jueves sale un texto mío ahí pero en italiano, seguramente voy a retomar con algo en la web al principio del próximo año. No sé si exactamente un blog. Voy a seguir haciendo algo en la web, es el lugar donde hay que estar. ¿Qué le gusta del lenguaje de los blogs y de la web? Hay que reconocer que Pamplinas que tenía en El País no tenía un lenguaje muy bloguero, era más bien una columna de opinión publicada en la web pero no aprovechaba las herramientas que la web te da para completar el trabajo. Eso me dio un poco de pena y me parece que el entorno de El País hizo también que fuera algo mucho más serio, porque todos los blogs funcionaban de acuerdo a ese modelo, una columna, publicada una vez por semana. Al principio me imaginaba hacer un poquito más de intervención irregular, publicar un día seis líneas, otro día una imagen, pero el espacio no daba. Y terminó siendo una columna que podría ser publicada en un diario de papel, pero estaba publicado en la web. Espero que la próxima vez sea más bloguero. En una entrevista con RCN Radio decía que “los dueños de los medios son gente que cada vez tiene que ver menos con el periodismo” si ese es el panorama ¿cuál es futuro de las historias de largo aliento y la investigación? Y no lo digo yo ahora, lo decía Ryszard Kapuściński hace 15 años, es un fenómeno que viene de hace un rato más o menos largo y efectivamente más allá de si esto influye o no en ciertos géneros periodísticos, sobre las crónicas o grandes investigaciones, influye sobre todo en la autonomía del periodista, en la medida que esos empresarios son gente que tienen intereses económicos particulares y no tienen ningún interés en que sus medios de prensa le compliquen sus negocios. Obviamente ejercen ahí cierta censura y cada periodista está en capacidad de aceptar o no aceptar. El que lo acepte está en su derecho, hay gente que no lo acepta y esa gente me gusta más. Hábleme de su faceta de viajero, ¿qué destino tiene en mente para escribir? Este año he viajado mucho por trabajo, trabajos como estos, venir a un encuentro, o dar una conferencia, estar en un festival, en un taller. Y eso ya no es tanto viajar, es como ir a un día de trabajo. Estoy pensando justamente en hacer un viaje, ir a un lugar que no conozca, para contarlo, para buscar alguna historia, espero hacerlo en dos o tres meses pero todavía no tengo nada planeado. ¿Y cuando está en un viaje de vacaciones? No viajo de vacaciones, vacaciones para mí es estar en casa. Paso la cuarta parte de mi vida viajando, entonces lo que me gusta es llegar a mi casa y decir: tengo cinco días que no voy a ninguna parte. En “Asco” publicado por la Revista Soho decía qué la crónica “El sí de los niños” fue la más difícil de escribir, ¿hay otro tema que sea equiparable para usted en dificultad de escribir? Sí, el hecho de que señores muy amables y muy educados de los países más ricos de Europa, de Suiza, de Alemania, Inglaterra, Bélgica fueran a una isla lejana como Sri Lanka para tratar de aprovecharse sexualmente de chicos de 6 años, 7 años me sigue pareciendo muy tremendo y fue muy duro para mí convivir con ellos durante unos días. Ahora estoy pensando también en otra historia que tiene un contenido sexual fuerte de una chica de Moldavia, el país más pobre de Europa que estaba embarazada cuando su marido la vendió a unos traficantes que se la llevaron a un burdel en otro país. Y la idea de alguien que puede vender a su mujer embarazada por un poco de dinero para que se la lleven para que la violen y la exploten sexualmente me parece que es otro de esos mundos muy bajos de la escala humana. Pero después me pasé todos estos años viajando a muchos lugares escribiendo este libro sobre el hambre y también tuve momentos muy duros. Pero no es eso lo que importa, lo que vale la pena recordar es si de eso salió un texto que haya movido a alguien. Si las redes sociales obligan a los periodistas a trabajar más y mejor, ¿cuál es ese plus que ofrece un medio hoy a la gente? ¿La firma de un autor? La firma de un autor te dice que hay algo especial, un talento y una técnica especial. No es alguien que se enteró, que le contaron que hay un choque en la esquina de su casa, no, es un periodista que lleva quince días trabajando, investigando el por qué en esa esquina, quiénes se chocaron, dónde está el taller a dónde llevan los coches. Y lo cuenta bien. Esa es la gran diferencia. Los periodistas seguimos teniendo unas herramientas específicas que otra gente no tiene. Si me pidieran que armara una casa, se caería pasado mañana, si alguien tiene que reportear y escribir una buena nota, bueno, debe tener las herramientas para eso. La diferencia es esa, se supone que cuando hay una firma y un medio detrás te está diciendo, acá hay una elaboración. El problema es que muchas veces no cumplimos con eso, si el periodista produce la misma porquería que un tipo que pasaba por ahí, entonces efectivamente estamos jodidos. Por @Lauquiceno