Clítoris, órganos, penetración, homosexualidad, lesbianismo y placer, no parece que fueran temas de los que se sentarían a hablar jóvenes que están a pocos pasos de convertirse en sacerdotes. Lea también: Víctimas de centros que ‘curan la homosexualidad’ se confiesan
Sin embargo, en estos talleres que en Costa Rica le dictan a quienes tomaron la decisión de convertirse en mensajeros de dios y se preparan para serlo, los temas son el pan de cada día. Lea también: Señales de que tu cuerpo necesita sexo
Se habla con naturalidad y abiertamente porque como dice la sexóloga Margarita Murillo, la única profesora involucrada en esta iniciativa, “las cosas se deben llamar por su nombre”. Le puede interesar esta historia: La mejor sexóloga del mundo es una abuela de 100 años
Detrás los cursos de educación sexual hay un grupo de sicólogos –todos laicos–, liderado por Gastón de Mezerville, quien empezó a impartir talleres en el Seminario hace 14 años.
En diálogo con KienyKe.com, la doctora Murillo, quien se convirtió en la primera mujer no religiosa en participar en el programa, explicó el sentido de estas clases que toman hombres entre 20 y 30 años.
¿Por qué habar de sexo con hombres que van a ser sacerdotes?
Porque cuando decimos la palabra sexo y pensamos en sacerdotes, la gente cree que ellos no tienen sexualidad, como si la sexualidad estuviera ligada estrictamente ligada a la pelvis.
¿De qué se habla en el taller?
Son cinco semanas intensas en las que hablamos de sexualidad. Se tratan conceptos culturales de la misma. Allí se explica que el sexo tiene un enfoque neurológico, un vínculo que está lejos de la vergüenza y la vulgaridad.
¿Qué es lo más difícil?
Entender el manejo de los instintos para romper ese paradigma que señala que si un hombre no tiene sexo, no es un hombre. Entonces ¿si un sacerdote no tiene sexo, no es un hombre? Un hombre no se hace por tener sexo, es hombre desde mucho antes.
También hablamos de las edades para la sexualidad, de la identidad sexual, la orientación del deseo: heterosexualidad y homosexualidad.
¿Cómo tratan ese punto?
No se habla de la homosexualidad como pecado sino como opción. El taller los pone en cuestión con su identidad, vocación, sueños y proyectos de vida. Los confronta con ellos mismos para que definan la realidad de lo que quieren ser con los pies en la tierra.
Les llevamos testimonios de vida de sacerdotes, parejas, gente que ha estado en la cárcel por cometer pedofilia y adulterio. Esos testimonios son reveladores y los confronta con sus deseos.
Para ello se promociona el respeto a las distintas orienaciones sexuales. Por ejemplo, una parte de la clase se dedica a la transexualidad y de cómo una persona, pese a haber nacido como hombre, puede sentirse mujer.
La sexóloga Margarita Murillo.
¿Qué les dicen sobre el placer sexual?
Se les hace énfasis en que no pueden negar el placer porque es una forma que el cuerpo utiliza para estabilizar la emoción. Puede su cuerpo pedirles en determinado momento.
¿Y en ese caso qué se hace? Se supone que tienen voto de celibato y no pueden tener sexo
Hablamos de cómo manejar el deseo y el placer. Pensemos en la exploración, en la masturbación, eso no es pecado y se usa para poder calmar ese impulso. Si la masturbación es compulsiva algo pasa afectivamente.
¿Qué consejo les da a los seminaristas en este sentido?
Se les recomienda que hayan tenido su vida de pareja antes de pensar en el sacerdocio para que puedan tomar su decisión con más libertad.
¿Qué tipo de preguntas le hacen en clase?
De todo. Cómo siente la mujer, qué es orgasmo, qué voy a hacer si estoy alborotado.
¿Qué les responde? ¿Cómo hacer para manejar el deseo y no caer en la tentación?
Es un análisis profundo de sus convicciones. Tienen que tener muchas fuentes de place a nivel de corazón, sentimiento y piel. Por ejemplo, buscar placer con el deporte, la relación con los amigos, con el arte, la música. Es comprender que el deseo no es una obsesión.
¿Qué es lo que más les inquieta?
Que los persigan las muchachas.
¿Por qué?
Porque se convierten en objetos de poder, entonces los buscan las mujeres. Todos los fines de semana están en diferentes comunidades y ellas los seducen, los acorralan. Ellos quieren saber cómo hacen para controlar eso porque básicamente no les pasaba antes de ser seminaristas.
En las clases, ¿alguno ha tratado de seducirla?
Todos son muy respetuosos. Un tutor decía que quedaban enamorados de mí. Pero eso pasa porque oyen a una mujer que les habla directamente y con libertad sobre esos temas. En realidad se enamoran de su condición sexual y la aceptan para construir espacios equitativos.
¿Cómo hicieron para que la iglesia aceptara hablar abiertamente de estos temas?
Empezamos los talleres con los obispos, los que toman las decisiones en la iglesia y no fue difícil convencerlos porque el proyecto está bien estructurado.
De hecho, esta misma propuesta fue la base de la propuesta nacional de afectividad y sexualidad del ministerio de educación que se creó en 2010 y en todas las escuelas y colegios del país se habla con el mismo enfoque.
Por su parte, en diálogo con el diario La Nación de argentina, Gastón de Mezerville, el hombre que creó los talleres, señaló que “los cursos de educación sexual en el Seminario son una muestra de la apertura de las autoridades religiosas, que confían en dar una visión integral a la sexualidad, más allá del control de la natalidad.”
“No hay que disociar el sexo del amor. Hay que aprender a integrar la sexualidad y el amor, la sexualidad le sirve al ser humano para entablar círculos de amor, comprometido y maduro...”.
Señala que la iglesia procura aceptar y entender a cada persona en su realidad.
Por: @jcmentefacto
Ella les cuenta a futuros curas los placeres del sexo
Dom, 09/11/2014 - 03:55
Clítoris, órganos, penetración, homosexualidad, lesbianismo y placer, no parece que fueran temas de los que se sentarían a hablar jóvenes que están a pocos pasos de convertirse en sacerdotes.