El fútbol es el lenguaje mundial, para muchos, y en Tailandia no es la excepción. El pasado sábado 23 junio, Los Jabalíes Salvajes, un grupo de 12 niños entre 11 y 16 años, llegaron a su práctica como de costumbre. Cuando acabaron, su entrenador de 25 años decidió visitar la cueva de Tham Luang Nang Non. Una determinación que hace 14 días los tiene entre la vida y la muerte.
El lugar cuenta con un entramado de pasillos y cuevas y, por lo mismo, es una atracción muy popular entre los turistas que se aventuran en la oscuridad. Sin embargo, con las cuartas más largas del país y diez kilómetros de longitud, se extienden bajo la ladera de la montaña al este del país. Uno de los lugares más recónditos.
El peligro de las cuevas
En Tailandia se produce el fenómeno atmosférico conocido como monzón del suroeste, que proviene del mar de Andamán, y se dirige tierra adentro causando lluvias que duran desde marzo hasta mediados de octubre o primeros de noviembre. A pesar de las condiciones climáticas, el grupo decidió adentrarse en esta peligrosa aventura y las crecientes lluvias los obligaron a seguir avanzando entre los túneles. El agua iba tras ellos.
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Los 13 quedaron atrapados. De inmediato se prendieron las alarmas y los equipos de rescate iniciaron la búsqueda. Fueron ocho largos días en lo que tuvieron que sobrevivir sin alimento, luz y comida. Sin mencionar el frío y lo tenebroso del lugar.
El contraalmirante Apagorn Youkonggaew, jefe de las fuerzas especiales de la Armada Tailandesa que coordina los equipos de búsqueda y rescate, aseguró que un equipo de siete personas, incluidos un médico y una enfermera se unió al grupo.
Fueron alimentados con cosas fáciles de digerir, con alta energía, vitaminas y minerales. Sin embargo, apresurarse no es una opción, porque la seguridad y salud de los menores se convirtió en una prioridad. Lo que se sabe por ahora es que los niños deben aprender a nadar y bucear para mantenerse con vida.
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Pero la temporada de lluvias monzónicas amenaza con retrasar el rescate de los 13, sumado a la muerte de uno de los buzos profesionales que atravesaba el "enrevesado y brutal" camino para llegar a los niños. Uno de los voluntarios, el danés Ivan Karadzic, describió cómo fue su experiencia en la húmeda, oscura y peligrosa gruta de Tham Luang.
Son once horas para recorrer el trayecto ida y vuelta, solo el primer tramo demora ocho horas y hay múltiples obstáculos. No hay visibilidad, tiene desniveles y es estrecho en algunos puntos, además hay muy pocos puntos para descansar.
Los desafíos llegan incluso antes de llegar al agua. Deben caminar una hora y media por un camino que tiene barro hasta la rodilla y entre los desniveles arriba y abajo hay caídas de hasta cinco y diez metros. “Paramos 45 minutos para recuperar fuerzas”, menciona Karadzic.
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El difícil rescate en Tailandia deja una víctima
Aunque son personas experimentadas, la muerte de uno de los voluntarios dejó en claro lo traicionero que es el camino. Samarn Kunan, de 38 años, exmiembro de la marina, falleció al quedarse sin aire cuando retornaba. Les había entregado a los 13 botellas de oxígeno.
Mientras tanto, el gobernador anunció que equipos están tratando de reducir el nivel del agua con bombas de drenaje y que se realizó un levantamiento de tierras fuera de la cueva para encontrar espacios de aire que les dé una salida alternativa.
Pero no se espera que el nivel del agua disminuya pronto, aún faltan un poco más de dos meses para que acabe la temporada del monzón. El rescate ha llamado la atención de medios internacionales y llegó a los oídos de un multimillonario estadounidense, Elon Musk.
El empresario e inventor que dirige SpaceX, Tesla y otras empresas de tecnologías, ofreció su ayuda con una de sus empresas, The Boring Company, que se especializa en las obras de excavación. Desde su cuenta de Twitter, Musk dijo que "Boring Co. tiene un avanzado radar de sondeo terrestre y es muy buena para cavar hoyos".
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James Yenbamroong, el fundador de la empresa mu Space Corp que ofrece servicios de Internet de banda ancha en las zonas rurales de Tailandia, reveló que el equipo de SpaceX se puso en contacto con ellos el jueves "para ayudar a conectarse con el gobierno tailandés" y averiguar los detalles necesarios.
La cueva en la que permanecen atrapados 12 niños y su entrenador tiene una sección transversal de 70 centímetros en la parte más estrecha, según él, y una longitud de cinco kilómetros; para un taladro vertical también es complicado porque son casi 800 metros hacia abajo.
"Tal vez valga la pena intentarlo", le respondió Musk en otro tuit.
Según él, se podría insertar en la red de cámaras un tubo de nylon de un metro de diámetro, o un juego de tubos más cortos para las secciones más difíciles, e inflarlas con aire como un castillo hinchable.
Mientras se resuelve el rescate, en las últimas horas se conoció que en la cueva hay escasez de oxígeno debido a la muerte del buzo, pero los niños no paran de practicar para poder nadar. Paralelamente, los rescatistas siguen tendiendo un cable para que los menores puedan comunicarse con sus familias.
Con el alma en vilo, todo el mundo sigue desde entonces la operación de rescate que se desarrolla contrarreloj. El tiempo podría agotarse y lo que inició como una aventura terminaría con un trágico final, en caso de no lograr salvarlos de esta situación.