Después del dizque “triunfo” de Colombia en los Juegos Olímpicos, donde a unos indios, negros y mestizos que no representan a la nación de la afortunada supremacía blanca sino a la gleba ignara y corrompida, les dieron unas medallas de consolación, la masa amorfa y el gobierno del traidor Juan Manuel Santos, han decidido incentivar esa vaina que solo produce sudor, pecueca y demás malos olores propios de la pobrecía y la subida de las endorfinas que lo que hace es envalentonar al vulgo.
Ahora el ñeramen no solo va a querer más deporte –más ocio, más peligroso esparcimiento y tiempo libre sacado de las horas laborables– sino que va a querer justicia, equidad y demás tropelías impensables. ¿Cómo se le ocurre al Santos llevarlos a los salones del Palacio de Nariño? Seguro pisotearon y mancharon los tapetes con sus tenis untados de barriada y se secaron el sudor con los gobelinos. ¡Si esos lo único que tienen es la enfermedad de “pie de atleta”!
Como si se tratara de los verdaderos héroes de la patria –que son los generales y Luis Carlos Vélez– los desechables recicladores de metal en Londres han sido recibidos por el Gobierno y la indiada como próceres, en una lamentable minga (que es gamín al revés) en la Capital.
¿Qué tienen de valerosos o de ejemplo a seguir gentes sin maneras, que nadan, corren o levantan pesas medio empelotos?
¿Cómo se le ocurre al tabarrón Presidente imponerles la Cruz de Boyacá a esa caterva de filibusteros en paños menores? Será por bolivarianos y chavistas que les dan esa otra lata.
Y no contentos con ello atracan al erario público que le pertenece a la gente decente, de donde saldrán las millonadas para financiarles gratiniano a esos pelafustanes vivienda y beca para que sigan sudando. Los han comparado a las huestes que luchan en la guerra contra la subversión. ¿Ganadores de qué? ¿De la batalla de la transpiración? De lo único que dan ejemplo es de mal gusto, obstinación, esfuerzo y demás vagabunderías.
Seguramente ahora que la mafia del deporte tendrá asiento en el Consejo de Ministros, van a tirarse más plata en pistas, canchas, coliseos, estadios y demás lugares execrables. Y aumentar el presupuesto para la “educación” y “preparación” de esos pati-hinchados.
Yo propongo que en lugar de gastar pólvora en esos gallinazos, que a todos los escenarios deportivos del país, se les haga reingeniería para que de ahora en adelante se conviertan en más estaciones de policía, más iglesias católicas y más batallones y una que otra sede del Puro Centro Democrático.
Veo en mis sueños, un estadio de El Campín como sede de un enorme batallón de Alta Montaña, el Coliseo del mismo nombre lleno de tanques de guerra y toda la vaina esa deportiva de El Salitre convertida en zona de ejercicios de artillería. Y el centro acuático de al lado, utilizadas sus piscinas para hacerles el interrogatorio del “submarino” a los presos de la guerrilla, para que confiesen sus culpas y sapien a sus compañeros, en espléndida tortura colectiva.
Me niego a ensalzar a esa sub especie de “triunfadores”. Si uno se pone a ver no pocos de los ocho medallistas provienen de zonas de violencia: dizque víctimas. A mi toda la gente del pueblo me produce sospecha de terrorismo. Aquí no hay desplazados sino migrantes, ¡ya dijimos! ¡No hay víctimas, sino pendejos! Y hasta la niñita esa del oro, la Pajón de la cicla, es una blanquita renegada que osó juntarse con pordioseros. Ahora, en plena mendicidad, le piden más plata al gobierno para el deporte. ¡Nanay cucas!
¿Cual potencia olímpica de la región? Al lado de gente de tercera como los guerrilleros cubanos, los socialistas brasileños y los esclavos de Jamaica. Esa gente no tiene disciplina sino obstinación y terquedad. No tiene coraje sino piedra.
Y volviendo al tema propiamente dicho de los deportes olímpicos, miremos algunos y la forma como se practican por la ralea popular colombiana:
Atletismo: reino del golpe de ala y de la hedentina pedicular. Un poco de negros correteados por la policía.
Baloncesto: hampones de barriada gay cascándose y cogiéndose las pelotas.
Boxeo: tropel de cantina, por lo general de dos costeños encordados. Alto riesgo de Sida.
Ciclismo: carrera contra el destino de unos enruanados paramunos que quieren emigrar.
Natación: fiestita playera o de chulos de piscina, pornográfica, propia de Danias.
Salto: evasión, fuga de presos y de escaladores de muros.
Levantamiento de pesas: Vaina de marimachas y lesbianas acostumbradas a llevar del bulto.
Lucha: Competencia transmilénica para entrar al articulado.
Tiro con arco: guasábara de indios fuertemente armados en el Cauca, desafiando a los aviones Tucano.
Vóley playa: desfile de maricas cartageneros y exhibicionistas
Afortunadamente y pensando en nuestro bienestar, el Comité Olímpico Internacional, no ha aprobado el patinaje como deporte olímpico. ¿Quién se hubiera aguantado diez medallas de oro de esos malacates que se ganan todos los campeonatos mundiales?
Sin embargo, hay deportes olímpicos rescatables como la esgrima, cosa de nobles, de estocadas como las que da mi discípulo José Obdulio Gaviria. O, por ejemplo, la equitación que nos podría dar medalla de oro si hubiera competido Álvaro Uribe con todo y taza. Y sin duda el tiro, que es nuestro deporte nacional, cuando la gente tira a matar o simplemente… tira.
Yo por mi parte si celebraría con ardor triunfos en los llamados deportes extremos. A mí todo lo que sea extremo me encanta… Colombia haría mejor papel en los olímpicos extremistas.
Veo a Fernando Londoño cayendo en Parapente sobre el Palacio de Nariño, veo a Roy Barreras como rey nacional de Paracaidismo, a Juan Lozano haciendo Rappel en su irresistible ascenso hacia el Puro Centro, a Francisco Santos en la caverna total como medalla de oro de la Espeleología, a tanto justiciero armado en pleno Motocross urbano buscando izquierdistas.
Avizoro en estos juegos del porvenir un precioso Rafting del Min ambiente por el Rio Bogotá, una gran Escalada de Andrés Felipe Arias por los muros de su prisión, a Gina Parody en su Ultra Liviano planeando sobre la conciencia nacional, al fiscal Montealegre en pleno Buceo en las insoldables aguas de la impunidad, a José Félix Lafaurie marcando vacas con su Paintball, a las Bacrim en pleno Montañismo, a los hermanos Moreno Díaz en Bongee Jumping sobre los contratos, a Luis Carlos Restrepo en Roller huyendo por los seis continentes, a “Fritanga” en su Snowboard brincando sobre la nieve derramada, a Andrés Uriel Gallego haciendo Puenting sobre las obras que nunca realizó…
Para no hablar de deportes que estimulan a la industria de la jartadera de pola, como la rana y el tejo. Tenemos hace rato la medalla de oro de jinchera gracias al patrocinio de Sabmiller.
Además, acá el oro, la plata y el bronce, el petróleo, el níquel y el carbón solo son para la gran minería. ¡Pretenciosos!
Nota: Con respecto a la columna de Godofredo Cínico Caspa de mi autoría, publicada en Kien y Ke el día 2 de agosto, aclaro y rectifico que el doctor Abelardo De La Espriella no tiene ni ha tenido nada que ver con movimientos de Autodefensa, como bien lo señalan las autoridades judiciales. El haber escrito que el abogado De la Espriella "sigue auto defendiéndonos" es un juego de palabras, por el cual me disculpo. Antonio Morales Riveira.
¡El deporte es una vagabundería!
Jue, 16/08/2012 - 06:41
Después del dizque “triunfo” de Colombia en los Juegos Olímpicos, donde a unos indios, negros y mestizos que no representan a la nación de la afortunada supremacía blanca sino a la gleba ignar