
Unas 2 horas desde Medellín al Carmen de Viboral, municipio del oriente antioqueño. 58 kilómetros en total. Se llama ‘El Carmen’ como un tributo que quisieron hacerle los colonos a la Virgen. Y ‘de Viboral’ porque en la zona había muchas serpientes. Su economía se basa en la agricultura y la industria de la cerámica. Precisamente por eso se le conoce como Cuna de la cerámica artesanal.
O así lo fue por mucho tiempo, más de medio siglo, porque en 1997 la industria quebró por la llegada de cerámica extranjera, hecha, y así lo reconocieron los artesanos “de calidad y más barata”. Sin embargo los lugareños, impulsados por ese propio empuje paisa no desfallecieron e intentaron sacar la industria local adelante.
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Renacer es uno de los talleres que hoy funciona en el municipio y que fue de las pioneras en apostar por la producción de cerámicas de forma artesanal. “Hoy el cambio más significativo que ha tenido la producción de cerámicas son los detalles decorativos”, explicó un guía del pueblo.
Hacer una cerámica es un proceso de varios días. Eso le da valor agregado a la obra. Una vajilla completa, por ejemplo, tarda en estar lista poco más de un mes. El proceso empieza con la obtención de la pasta de arcilla, a la que se le agregan más ingredientes –cuarzo y carbonato de calcio–, para que luego pueda ser moldeada.
“Moldean la pasta con diferentes técnicas: el vaciado, el torno del alfarero; luego de esto va una vez al horno para una primera quema y luego sale. Allí la pieza se llama bizcocho. Es decir, la pieza en bruto. Luego se pule y va a las manos artistas que le pintan las formas decorativas. El pigmento es secado, pasa al esmalte y finalmente nuevamente al horno que da el producto final”, contó el guía.
La tecnología también ha permitido que se mejore el proceso de producción. Eso ha permitido, a su vez, que se revitalice la industria. “Antes los hornos eran a leña, pero ahora son eléctricos o a gas. Con estos nuevos hornos se ha mejorado la calidad de cada pieza; y eso sumado a la decoración, es que la cerámica del Carmen de Viboral ha retomado su altísima reputación”.
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Pero sin duda, el valor más importante de la cerámica del Carmen de Viboral es que el hermoso decorado final de las piezas se hace paso a paso, manualmente, con una precisión y un cuidado que sólo podrían tener artesanos de mucha experiencia. Tan arraigada está la tradición, que hay una institución que enseña todos los secretos –los más importantes por lo menos–, del arte de la cerámica.


