Dicen que la justicia cojea pero llega. Podría perderse en el camino; parar y descansar; o de ir renga la pobre, se tarda más de lo justo: 22 años por ejemplo. 22 años desde que mataron a Álvaro Gómez Hurtado, y la justicia no ha llegado.
A las 10: 20 de la mañana del jueves 2 de noviembre de 1995, Álvaro Gómez Hurtado, que entonces era profesor de Historia política y constitucional de Colombia, en la Universidad Sergio Arboleda, fue asesinado saliendo de la institución. Cuando murió era uno de los más duros opositores al gobierno de la época, el de Ernesto Samper Pizano.
Samper estaba en el ojo del huracán por el ‘Proceso 8000’. Se decía que su candidatura había sido respaldada por dineros del Cartel de Cali. Al respecto dejó una frase para la posteridad: “los colombianos pueden tener la seguridad de que, de comprobarse cualquier filtración de dineros, su ingreso se habría producido a mis espaldas”.
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La investigación contra Samper no avanzó, y en 1996 fue liberado por la Cámara de toda responsabilidad. La defensa de Horacio Serpa, entonces ministro del interior, ayudó a que la balanza se inclinara del quien fuera presidente de Colombia entre 1994 y 1998.
El magnicidio de Gómez Hurtado
Ante la inoperancia de la justicia, la familia ha sido la encargada de buscar respuestas. Mauricio Gómez, hijo de Álvaro, periodista de profesión, artista de corazón, ha dedicado los últimos años de su vida a investigar quiénes y por qué mataron a su padre. 22 años y, dice, “la Fiscalía no tiene ni una teoría ni un sospechoso”.
La lentitud en la investigación se debe al cambio constante de fiscal del caso. Hasta ahora se sabía que el crimen podría precluir en 2022. Hay, sin embargo “un vilo de esperanza”, ahora que la Fiscalía ha dicho que el homicidio fue de lesa humanidad, lo que significa que no podrá ser archivado. Tarde o temprano, la familia tendrá las respuestas que ha buscado durante algo más de dos décadas: quiénes y por qué mataron a Álvaro Gómez Hurtado.
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En ese sentido, la Fiscalía dijo que “Un fiscal de Derechos Humanos concluyó que el atentado en el que perdió la vida Álvaro Gómez Hurtado, fue uno de los asesinatos que se cometieron por el cartel de narcotráfico del Norte del Valle, uno de los grupos al margen de la Ley que operaba en el año 1995 y que tenía una política de exterminación o aniquilamiento de personas que se convertían en sus adversarios, por las posturas que asumían frente al fenómeno del narcotráfico o por la defensa de la extradición, instaurada por el temeroso cartel de los “extraditables” en la década de los 80”.
“Desde que lo mataron, el crimen de mi padre reunía las condiciones para ser de lesa humanidad –le contó Mauricio Gómez a Kienyke.com–. Él fue un periodista y por eso lo mataron. Unos días antes había dado unas declaraciones en contra del gobierno de Samper y dos días después de dar unas declaraciones en ese sentido lo asesinaron.
Culpables e inocentes
La figura de Ernesto Samper constantemente ha aparecido ligada al homicidio de Gómez Hurtado. Sin embargo no se ha podido demostrar nada. Lo que sí se sabe es que fue un crimen de Estado que involucró a miembros de la fuerza pública.
Las pruebas, en su mayoría testimonios de narcotraficantes detenidos, apuntan a que hubo una alianza entre narcotraficantes, políticos y militares para acabar con la vida del profesor de bases conservadoras; al parecer, Gómez Hurtado empezó a ser objetivo de los criminales, desde que empezó a sonar el rumor de que se estaría orquestando un golpe de estado, en el que participaría Gómez y con el que se buscaba, entre otras cosas, extraditar mafiosos.
Danilo Gonzáles, un coronel de la Policía, habría sido el encargado para realizar la tarea.
Entre uno de los testimonios más importantes estaba el de Miguel Rodríguez Orejuela, exlíder del Cartel de Cali, extraditado a los Estados Unidos. Cuando iba a declarar, la Fiscalía, en cabeza de Eduardo Montealegre, detuvo a los hijos del capo para, según Mauricio Gómez, “presionar su silencio. Esa fue la manipulación de la justicia que hizo Montealegre”.
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“La Fiscalía de Montealegre fue la que logró frenar toda la investigación del asesinato de mi padre. Montealegre, íntimo amigo de Samper, enterró la investigación”, dijo.
Hay muchos testimonios que podrían servir como prueba. En algunos de ellos el nombre de Ernesto Samper y Horacio Serpa ha salido a relucir. “Así lo hayan negado, ellos tuvieron relaciones con la mafia”. Y fue esa mafia la que asesinó a mi padre, a Álvaro Gómez Hurtado.