Toda clase de mercancía es almacenada en las decenas de bodegas que tiene en Colombia la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian). Un funcionario de esa dependencia dice que en estos lugares se encuentran “desde alfileres hasta maquinaria pesada o aviones”. Los productos esperan allí tres destinos posibles: donaciones, ventas o destrucción.
Kienyke.com tuvo acceso a una de las bodegas de Bogotá, cuya cantidad de objetos supera en extravagancias y curiosidades a cualquier centro comercial. Queda en Fontibón, en el occidente de la capital, ocupa un espacio superior a tres canchas de fútbol y es tan custodiado que su acceso sólo está permitido a funcionarios autorizados.
Las bodegas donde llega la mercancía aprehendida no son propiedad de la Dian, la entidad debe contratar a alguna compañía que tenga la infraestructura y experiencia en manejo de bienes tan diversos como ropas, vehículos, armamento, animales, alimentos y tecnología.
En Fontibón, la entidad encargada es Almagrario, que destinó la zona 1A para la función aduanera. La bodega interna tiene once rack, o gigantescos soportes metálicos que pueden ser de más de 200 metros de largo cada uno, y cada estante tiene seis niveles de altura con módulos de dos metros. En este depósito hay 2’477.256 unidades de mercancía. En Bogotá sólo hay dos bunkers de tesoros del contrabando; el segundo está en Bosa, en el sur de la ciudad.
Afuera de la bodega cubierta hay un patio gigantesco con hasta tres niveles en el que se guardan más de un centenar de carros de gama alta y otra docena de vehículos no tan lujosos, pero que cayeron en poder del fisco por entrar al país sin papeles de importación. “Hay 123 posiciones habilitadas para vehículos, casi todos avaluados en más de 40 millones de pesos”, explica la coordinadora del almacén que prefirió no ser identificada. No obstante nos mostró que de este ‘auto lote’ hay un carro especial, un Dodge Journey avaluado en 125 millones de pesos que lleva más de un año guardado allí, pero que pronto podría salir a la venta. Por este lote ha pasado también volquetas y hasta maquinaria pesada. A finales del año pasado acogieron un coloso Caterpillar aprehendido en Tunja, y en otras bodegas también han reposado hasta motores de aeronaves.
Un inventario humanitario y sensual
En efecto, el tipo de mercancía que más entra al país por las porosas fronteras es textiles, calzado, bisutería y tecnología. Pero la subdirectora de Gestión Comercial de la Dian, Mónica Cadavid, que acompañó y guió el recorrido de Kienyke.com, aclara que el volumen y características de productos que ingresan por contrabando varía de acuerdo a la región. Por Venezuela entran animales, alimentos y gasolina, mientras que por el sur, entre Ecuador y Perú, se surte al país de condones y juguetes sexuales sin papeles de legalidad.
Vibradores, consoladores de plástico, lubricantes, preservativos, muñecas inflables, bolas chinas, ropas eróticas y otros tantos productos para elevar el placer sexual tratan de llegar al mercado colombiano por la clandestinidad, valiéndose de rutas a través de Ipiales (Nariño).
En los últimos años ha disminuido la cantidad de electrodomésticos, videos pornográficos, películas y medicamentos que ingresan por contrabando. En el caso de producciones audiovisuales, la Dian se apoya en las autoridades encargadas de la protección de derechos de autor.
En la bodega de Fontibón había una caja repleta con juguetes sexuales que pretendían entrar a Bogotá. El material será destruido.
Ocasionalmente entran productos químicos, bélicos y, en alguna oportunidad, hasta restos humanos. Mónica Cadavid relató que con frecuencia en los depósitos de tráfico postal llegan mercancías que los remitentes abandonan y son luego entregadas a la Dian para su revisión. En esa inspección también puede haber sorpresas. “Una vez, en una maleta enviada por correo, llegó un cráneo”, recordó. “Por su característica, el objeto quedó en disposición de las autoridades de salud. Otras mercancías en abandono, que por naturaleza pueden estar en mal estado, con fecha expirada, o pueden atentar contra la seguridad y la salud, la norma dice que se pueden destinar a un procedimiento abreviado de destrucción de mercancía”.
¿Qué pasa con la mercancía decomisada por contrabando?
Octubre 1 de 2013. La Dian informa de un duro golpe al contrabando en Barranquilla. El control aduanero, dirigido por la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa), realizó una aprehensión de 10 mil memorias USB, 90 mil juguetes, 530 cajas de material industrial e indumentaria para la construcción avaluada en 600 millones de pesos. Según el procedimiento que se debe seguir, explicado por la funcionaria Cadavid, la autoridad de fiscalización luego de retener la mercancía que no presenta declaración de importación, otorga plazos para que el dueño de los productos demuestre su legalidad y puedan ser devueltos. Esto ocurre en menos del 9% de ocasiones.
“Puede suceder que el dueño de esa mercancía extranjera no lleve consigo la documentación; por eso tiene un término establecido en la norma aduanera que depende de la cuantía de la mercancía y el tipo. El proceso de aprehensión implica un procedimiento administrativo que culmina en un decomiso. Al ser proceso administrativo, puede ser sujeto a recursos hasta que sea resuelto”, aclara la subdirectora de Gestión Comercial para tratar de explicar que desde que se retiene la mercancía hasta cuando la Dian define su destino, pueden pasar muchos meses.
Cuando el botín no puede regresar a sus dueños hay un decomiso administrativo a favor de la nación; es decir, todos esos bienes pasan a manos del Estado. ¿Qué hace el gobierno con ellos?
Ropas, calzado, accesorios, colchones, cobijas, elementos de oficina, incluso alimentos que se verifique no harán daño a la salud, pueden ser donados. Organizaciones de atención humanitaria y de desastres, los principales destinos.
Cadavid dice que hay tres destinos. El frecuente es la donación. “Toda mercancía que cumpla un fin social y que no afecte la economía del país puede ser donada solo a entidades públicas de orden nacional. Esos productos no pueden ser nuevamente comercializados por el beneficiario y la Dian lo reparte a los ministerios, que se encargan de redistribuirlo en las entidades a su cargo”, detalla. Todo tipo de calzado, vestuario, útiles escolares, juguetes inofensivos, implementos de aseo, equipos de oficina y cómputo, lencería y tantos otros elementos que reposan en las bodegas de la Dian pueden ser entregados a organizaciones que harían buen uso de ellos. Incluso este tipo de elementos pueden servir en caso de emergencias humanitarias y tragedias. “Durante el paro en el Catatumbo, la Dian donó alimentos, al menos cinco mil bultos de arroz decomisado”, relató otro funcionario de la entidad.
Según sus datos, durante 2012 la Policía Nacional fue la institución que más se benefició de las donaciones de la Dian. Le fueron entregadas mercancías por 20 mil millones de pesos. El Ministerio de Defensa también recibió otros 15 mil millones en productos que distribuyó con el ejército y otras entidades de las fuerzas armadas. Varios de estos tesoros son redistribuidos por las autoridades en poblaciones afectadas por la violencia. De cualquier caso, hay zonas en el país donde a duras penas pueden llegar los uniformados.
La Defensa Civil también se ha beneficiado de los decomisos por contrabando, con donaciones por 9 mil millones de pesos, y una cifra parecida en mercancía ha recibido la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres. El Sena, la asociación Computadores para Educar, el ICBF y varias universidades públicas han visto llegar a sus puertas papelería, equipos de oficina y de cómputo.
Los combustibles que decomisan especialmente en la frontera norte son donados a la fuerza pública. Los animales, especialmente ganado, son evaluados por el ICA y el Invima, y si es apto para el consumo humano, se envía a sacrificio para que su carne también pueda ser donada, según la Dian.
El otro destino más común para los tesoros que se almacenan en las bodegas de la Dian es la destrucción. Hay un estricto procedimiento para cumplir con el inevitable destino de todo tipo de mercancía que pueda provocar daño a la salud humana o la seguridad, o a la misma economía. Siempre se destruyen licores, cigarrillos, productos químicos, medicamentos, armas, los juguetes sexuales que tanto entran por el sur del país, vehículos y motores obsoletos, juegos de máquina tragamonedas y, por orden del gobierno, todos los equipos celulares, que al parecer, son también otro dolor de cabeza para las autoridades aduaneras.
Su camino al cadalso está a cargo de empresas contratistas debidamente autorizadas, que prometan que con su destrucción no afectarán el medio ambiente. Por si acaso, siempre hay vigilancia de varias entidades del Estado para verificar que la mercancía realmente será hecha polvo.
En la página web de la Dian se puede consultar los procesos de venta de carros decomisados, que se comercializan a través de subastas. Los vehículos son legalizados y se entregan 'como nuevos'.
Finalmente existe la posibilidad de que cierta mercancía sea comercializada. Es común este destino para vehículos, productos como joyería y maquinarias. La Dian, explica Cadavid, no hace la venta directamente sino que, a través de un proceso de contracción, seleccionan un intermediador comercial que se encarga de subastarlo. Carros, motocicletas y hasta estatuas de arte oriental o chatarra son comercializados a cualquier colombiano que esté pendiente de las convocatorias a subasta que la entidad pública en su sitio en Internet. El dinero recolectado se invierte en el funcionamiento interno de la Dian.
El año pasado tan solo en Bogotá, de mercancías valoradas en 43 mil millones de pesos, fueron destruidos artículos por 15 mil millones, donados productos por 13 mil millones y vendidos otros objetos decomisados por contrabando por 11 mil millones de pesos.
El trabajo de los funcionarios de la Dian, no obstante, tiene muchos enemigos. El contrabando a gran escala es ejercido comúnmente por carteles de delincuentes que toman represalias cuando sus productos no llegan al destino pactado, por ser interceptados por agentes aduaneros. Además parece acrecentarse la actividad del tráfico ilegal de mercancías por los kilómetros de frontera, terrestre y marítima, cuyo absoluto control es imposible de ejercer por las autoridades. Es un juego del gato y el ratón que cuesta más de seis mil millones de dólares anuales y afecta no al comprador, que puede adquirir un producto más barato, sino al comerciante que encuentra amenazada su supervivencia en el mercado porque se enfrenta a competidores que los aplastan por ofrecer tan bajos precios.
En la cárcel del contrabando: entre carros de lujo y consoladores
Mar, 08/10/2013 - 13:11
Toda clase de mercancía es almacenada en las decenas de bodegas que tiene en Colombia la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian). Un funcionario de esa dependencia dice que en estos lugar