El acceso al crédito siempre ha sido una cuestión preocupante, principalmente para los sectores informales y más vulnerables de la economía nacional: micro y pequeñas empresas así como personas físicas que no gocen de impecables historiales crediticios o buenas garantías.
Esta cuestión es más importante hoy en día, ya que los efectos nocivos de la pandemia han hecho que muchas personas deban acudir a la financiación para hacer frente no solo a gastos extraordinarios, sino también a los del día a día. Esto se debe a que muchos colombianos han perdido sus puestos de trabajo en estos meses. Según el DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística), en septiembre el desempleo en Colombia fue del 15,8% lo que implica un aumento de 5,6 puntos porcentuales en comparación con igual período del año anterior. Según los analistas del Banco Central, el deterioro del mercado laboral colombiano es uno de los más grandes dentro del contexto latinoamericano.
Frente a este escenario es que muchas personas se la tienen que rebuscar para el pago de sus facturas e incluso de las deudas que ya habían contraído con los bancos u otras compañías financieras. Es allí que se comienza a ingresar en un círculo vicioso ya que: a los fines del pago de sus cuentas acuden a solicitar créditos, los que generalmente son rechazados atento a su historial crediticio, es decir, se les deniega el acceso a financiación por tener deudas que son justamente las que se pretenden saldar con el capital solicitado.
La situación de quienes “están reportados” se complica por causa de su “score crediticio” osea, el puntaje analizado por el sector financiero tradicional a la hora de otorgar préstamos y que se asigna de acuerdo, principalmente, con el comportamiento del cliente a la hora de pagar sus créditos.
En estos casos es importante tener en cuenta a las fintechs como alternativa al mercado tradicional de préstamos para poder salir de ese escollo. Así por ejemplo, fintechs como Lineru o Zinobe han otorgado el 76% de sus créditos on-line a personas con puntaje por debajo de 694 puntos mediante un modelo de evaluación de riesgos más flexible. Para entender la diferencia basta saber que el año pasado las entidades bancarias tradicionales concentraron el 76% de sus créditos de consumo en personas con un puntaje superior al mencionado.
De esta manera, para muchos es posible impulsar la inclusión financiera en el país ampliando el margen de personas que pueden acceder al recurso de la financiación.
Esta inclusión se logra no solo mediante flexibilización en las evaluaciones de riesgo sino también en los mecanismos de contratación. Al ser de base tecnológica, la mayoría de las fintechs ofrecen formas de solicitar y recibir un crédito de una manera mucho más simple, y por ende también menos costosa para el cliente.
Las tasas también suelen ser más convenientes si se trata de personas “reportadas”. Según la Asociación Colombia Fintech es posible contratar préstamos online con una tasa de interés anual promedio de 25%, contra más del 40% que pueden llegar a cobrar prestamistas personales a los que se suele acudir cuando la banca tradicional rechaza el perfil del cliente.
