En los últimos años, el papel de las mujeres rurales en Colombia ha cobrado una relevancia creciente, no solo por su contribución al sector agrícola, sino también por su capacidad de liderazgo y visión para transformar sus comunidades.
En este contexto, muchas de ellas están accediendo a programas de capacitación internacional, lo que les permite adquirir herramientas y conocimientos para mejorar sus emprendimientos y, a su vez, contribuir al desarrollo sostenible de sus territorios. Un ejemplo destacado de este fenómeno es el testimonio de Adriana Holguín, una cacaocultora y líder rural colombiana que participó en el Programa de Líderes Sociales en Córdoba, España junto con otros 20 emprendedores colombianos para potenciar sus negocios rurales y fortalecer sus proyectos productivos gracias a este programa de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia de Colombia (UNAD).
Adriana Holguín, quien lidera un emprendimiento cacaotero en Colombia, destaca uno de los principales aprendizajes que obtuvo durante su capacitación en España: el valor del cooperativismo. Este modelo de trabajo en grupo es esencial para el desarrollo rural, ya que permite a los emprendedores compartir recursos, conocimientos y esfuerzos para alcanzar metas comunes.
"El trabajo en grupo y el apoyo mutuo entre los emprendedores rurales es una herramienta valiosa que quiero llevar a los gobiernos locales para generar un mejor desarrollo en la región", comenta Adriana.
La capacidad de organizarse y trabajar en conjunto no solo es una solución para optimizar los recursos, sino que también permite a los emprendedores rurales acceder a mercados más amplios. En el caso del cacao, por ejemplo, este enfoque cooperativo puede ayudar a mejorar la producción y comercialización del chocolate colombiano en escenarios internacionales.
Desafíos para los emprendedores rurales colombianos
Los desafíos que enfrentan los emprendedores rurales en Colombia, especialmente en el sector cacaotero, son múltiples. Adriana menciona la importancia de generar valor agregado a los productos primarios que se cultivan en el campo.
En este sentido, las mujeres rurales tienen un papel crucial, ya que, en su mayoría, son ellas quienes gestionan la producción y comercialización de los productos en muchas zonas rurales del país. La clave está en la innovación de los procesos productivos para no depender únicamente de la venta de materias primas.
Para Adriana, el Programa de Líderes Sociales puede ser una plataforma valiosa para dar acompañamiento y herramientas a los emprendedores rurales. "Necesitamos apropiarnos de estas herramientas y articularnos con otras instituciones para lograr los objetivos de desarrollo rural", sostiene.
El impacto del emprendimiento femenino en el campo
Uno de los aspectos más destacados del Programa de Líderes Sociales es el hecho de que las mujeres rurales están tomando un rol protagónico en el emprendimiento. En el caso de Adriana, destaca que las participantes en este tipo de iniciativas son mujeres con una capacidad y un potencial extraordinario, que lideran proyectos clave en sus comunidades y abren nuevas oportunidades para otras mujeres.
Las mujeres rurales no solo tienen la capacidad de liderar iniciativas productivas, sino que también actúan como agentes de cambio en sus comunidades, promoviendo nuevas formas de trabajo y emprendimiento. "Es importante que los territorios, desde lo departamental y local, ayuden a sus emprendedoras a fortalecer cada una de las iniciativas", señala Adriana.
Esto es especialmente relevante en un país como Colombia, donde el empoderamiento de las mujeres en el ámbito rural puede ser un motor de cambio social y económico.
Buscando inspiración en otros modelos agricolas
Adriana también considera que el modelo agrícola de otros países puede ser una referencia útil para el sector cacaotero colombiano. La integración de todos los actores del sector rural, tanto agricultores como emprendedores, es fundamental para lograr un desarrollo económico y social sostenible. Para Adriana, este modelo no solo es aplicable al cacao, sino que puede extenderse a otros cultivos y actividades productivas en Colombia, especialmente en territorios rurales como el de Landázuri, en Santander.
"La idea es integrar a las personas que quieren ser protagonistas del desarrollo de la región y generar recursos para dinamizar el sector", explica Adriana. En este sentido, el cacao puede convertirse en una herramienta poderosa para el desarrollo rural, no solo como un producto de exportación, sino como un eje central para la dinamización de la economía local.
Emprendimiento rural: un camino hacia la paz y el desarrollo
El emprendimiento rural también juega un papel crucial en la construcción de una Colombia más inclusiva y equitativa. En zonas que han sido afectadas por la violencia, el emprendimiento se presenta como una vía para rehabilitar el tejido social y generar oportunidades económicas. Según Adriana, los emprendedores rurales deben organizarse para vincularse con las instituciones y acceder a los programas que les permitan mejorar sus procesos productivos y comerciales.
El rol del gobierno, tanto a nivel departamental como local, es clave para fortalecer las iniciativas rurales. Las mujeres rurales, como Adriana Holguín, son ejemplos de cómo, con las herramientas adecuadas, es posible superar las dificultades y transformar los territorios rurales en centros dinámicos de desarrollo.
La importancia de las redes de colaboración
Finalmente, Adriana destaca que uno de los mayores beneficios del Programa de Líderes Sociales es la posibilidad de crear redes con otros emprendedores. "Ya hemos comenzado a generar alianzas con otras emprendedoras y queremos continuar trabajando en nuevos proyectos", afirma Adriana. Estas redes no solo sirven para compartir experiencias y conocimientos, sino también para impulsar nuevas iniciativas que beneficien a las comunidades rurales.
Las mujeres rurales que se capacitan fuera del país están demostrando que, con el conocimiento adecuado y el apoyo institucional, es posible transformar sus emprendimientos en motores de desarrollo económico y social. Estas iniciativas no solo benefician a las emprendedoras, sino que también impactan positivamente en las comunidades rurales, contribuyendo a la construcción de un futuro más inclusivo y próspero para Colombia.