El trastorno de estrés postraumático (TEP), surge a raíz de algún momento que resultó ser terrorífico y/o abrumante para la vida de la persona que lo vivió o también puede ocurrir en un segundo plano, y haber solo estado allí presente.
Por lo general, los síntomas de este trastorno no suelen ser inmediatos. Es decir, es cuestión de meses o semanas para que empiecen a aparecer. Sin embargo, en algunos casos, existe la posibilidad de que se manifiesten incluso varios años después.
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Estos episodios están relacionados a los momentos de violencia por los que la persona ha pasado, ya sea maltrato intrafamiliar desde pequeños, muertes cercanas, algún accidente o similares. También puede ser alguna catástrofe natural.
Los síntomas pueden ser a veces muy visibles, por los comportamientos que el individuo presente frente a su entorno social, pues la relación que lleve con quienes le rodeen o afronte una situación, pueden ser una señal de ello, lo cual, de ser así, podría afectar muchos proyectos, relaciones interpersonales y en general, más aspectos a lo largo de sus días.
Los recuerdos de dicho acontecimiento se pueden presentar con consecuencias diferentes dependiendo de la persona. Por ejemplo; uno de ellos es revivir el momento en el pensamiento repentinamente, así la persona no lo quiera, esto causaría síntomas físicos como sudar frío.
También, está el hacer rotundo caso omiso a lo que se vivió y dejar de concurrir cualquier lugar, persona u objeto que pueda hacer que la persona referencia la tragedia con lo que le recuerde. Así que, evadirlo creerá que es su mejor opción.
Por otro lado, y no menos importante los cambios de ánimo, los pensamientos depresivos como de suicidio, desmotivación, el no querer levantarse de la cama o ya sean repentinos, que la persona se encuentre bien y en cualquier momento empiece a sentirse ansiosa o abrumada también son síntomas que este trauma genera.
Además, la persona puede empezar a sufrir de insomnio, migraña, hiperventilación, irritabilidad o falta de concentración con sus labores. Por eso, se recomienda hablar sobre esto con un profesional de la salud que tome el caso y de un tratamiento adecuado a la situación, ya sea para uno mismo o para alguien que esté pasando por esto.