En el mundo son varias las prácticas sexuales que son concebidas como abusivas y aunque parezca que cada vez el margen de lo que es correcto se vuelve más difuso, el concepto clave para entender cualquier ruptura de la confianza en el plano afectivo-sexual es el consentimiento. Una noción que, por ejemplo, es completamente ignorada en el auge del fenómeno del “stealthing” en Estados Unidos y el mundo, que en resumidas cuentas se refiere a la retirada del condón sin ningún tipo de permiso de su pareja.
Sobre esta práctica, se ha generado un debate supremamente fuerte en los últimos años, debido a la aparición de cada vez más casos, testimonios de víctimas e investigaciones, que a su vez han derivado en la inclusión del “stealthing” como delito sexual en diferentes legislaciones del mundo. El referente más actual es quizá el Estado de California, en EEUU, que hace poco se convirtió en el primer lugar de ese país en tomar cartas en el asunto.
La iniciativa fue aprobada por el Gobernador de California, Gavin Newsom, y gracias a esta de ahora en más todo agresor o agresora que retire el condón sin consentimiento de su pareja durante el acto sexual incurriría en un delito de tipo civil (no penal), avalando a la corte a dictaminar una “compensación equitativa, que incluye, entre otros, una orden judicial, costos y cualquier otra compensación que considere adecuada”.
El proyecto de ley 453, cómo se le conoció a esta avanzada en pro de la protección de la indemnidad sexual de las personas, añade dos puntos a la sección 1708.5. del Código Civil de California, que aseguran que una persona comete agresión sexual cuando:
“Provoca el contacto entre un órgano sexual, del cual se ha quitado un condón, y la parte íntima de otra persona que no dio su consentimiento verbal para que se quitara el condón”, así como el segundo punto estipula que tampoco se puede forzar el contacto íntimo con una persona cuando se le ha retirado el condón sin su consentimiento. Ya que, aunque en menor proporción, los hombres también sufren de este flagelo.
¿Qué es el ‘stealthing’?
La razón por la que el ‘stealthing’ es un tema de revuelo en Estados Unidos, se remonta necesariamente (aunque no se limita temporalmente) a 2017, cuando una investigación de la entonces estudiante de la Facultad de Derecho de Yale, Alexandra Brodsky, documentó varios testimonios de víctimas de esta práctica que provenían incluso de relaciones inicialmente consensuadas o de parejas estables.
“Las sobrevivientes dejan en claro que, como resultado de la extracción de condones, experimentaron miedo a las ITS y el embarazo y también un sentimiento de violación menos concreto pero profundamente sentido. También presento escritos de perpetradores, a quienes no entrevisté directamente, pero que han brindado explicaciones sobre su comportamiento en foros en línea, para demostrar las motivaciones de género para la remoción no consensuada del condón”, señala Brodsky en su artículo, contando además que en dichos espacios los defensores del ‘stealthing’ lo señalan como un derecho natural a “esparcir su semilla”.
“Si bien uno puede imaginar una variedad de motivaciones para los "sigilosos" (mayor placer físico, una emoción por la degradación), las discusiones en línea sugieren que los delincuentes y sus defensores justifican sus acciones como un instinto masculino natural y un derecho masculino natural”, precisa.
Resulta pues, que el problema es de tal tamaño y tiene inscritas tantas ambigüedades éticas y normativas, que por mucho tiempo aquellos que realizaban esta práctica continuaron estando impunes y hasta compartían técnicas en foros de internet para quitar el condón en medio del coito sin ser descubiertos. En la investigación de Brodsky, incluso se asegura que muchas de las víctimas no se daban cuenta hasta que llegaba el momento de la eyaculación del perpetrador.
“Algunos se dieron cuenta de que su pareja se había quitado el condón en el momento de la re-penetración; otros no se dieron cuenta hasta que la pareja eyaculó o, en un caso, les notificó a la mañana siguiente”, asevera el documento.
Por esa razón, a ella se le atribuye el auge del término, que terminó por describir una problemática que era mucho más frecuente de lo que se pensaba, mientras las víctimas se debatían entre considerar o no una agresión sexual el episodio vivido.
Otro enfoque, todavía más preocupante, tiene que ver con todos aquellos casos en los que esta práctica iba mucho más allá del plano afectivo y se empezó a presentar por parte de clientes de la prostitución. Razón por la que organizaciones como el Proyecto Legal, Educativo y de Investigación de Proveedores de Servicios Eróticos (Esplerp), apoyaron con fuerza la nueva ley del Estado de California.
“Es una legislación pionera que agrega la extracción no consensuada del condón o el "stealthing" bajo la definición de agresión sexual en la sección 1708.5 del Código Civil de California. Confirma que el "stealthing" es un acto ilegal que provoca daños a largo plazo”, trinó el Esplerp.
En países como España, por ejemplo, el ‘stealthing’ también acarrea responsabilidades civiles en cuanto viola la indemnidad sexual de las personas (un concepto clave que abarca la capacidad de decisión de cada quien sobre las prácticas que desea realizar y de su propio desarrollo sexual). Incluso ya se han dado condenas al respecto, siendo la primera de ellas en 2019, con un caso de una mujer que denunció a su compañero tras este haberse retirado el condón en pleno acto sexual.
No obstante, en muchos países el tema se mantiene en la frontera de la ambigüedad, dando espacio a la posible revictimización de las personas que sufren de este tipo de prácticas, así como a la impunidad de los perpetradores que aún conciben el “stealthing” como un juego o un derecho sobre su pareja sexual. Desconociendo de plano su consentimiento y dejando en segundo plano su salud y bienestar.