El terror se apoderó del personal médico de un hospital ubicado en zona rural de Barranca de Upía, en el departamento del Meta. Los hechos se registraron en plena jornada de elecciones locales y de lo ocurrido quedó un mensaje en el que se registra, de manera muy intensa, el desespero de quienes estaban en el hospital.
Allí llegó, inicialmente, un hombre con heridas graves. Habían atentado contra su vida.Justo cuando lo estaban estabilizando llegaron hombres armados, que a las patadas querían ingresar para rematar su víctima.
Un médico trata de contener la situación, pero de cuando en cuando esta se pone más caótica. Una mujer, que se presume es una enfermera, grita desesperadamente "no más" una y otra vez, en un llanto irrefrenable.
La escena está llena de sangre, pues el herido estaba realmente grave el ataque propicio desorden al interior del centro hospitalario.
A medios de comunicación algunos de quienes vivieron esta pesadilla relataron:
“Llegaron a dañar las puertas para poder agredirnos y matarnos, no sé. Tuvimos que salir corriendo como Dios nos ayudó y estamos aquí encerrados a la merced de Dios, porque sinceramente no sabemos qué está pasando afuera”.
Este lamentable hecho reabre un debate sobre las condiciones que en Colombia deben enfrentar los médicos en medio de sus labores sociales obligatorias.
“A esto es a lo que se somete el médico rural del servicio social obligatorio, a prestar un servicio con calidad humana sin garantías. Porque qué va a hacer un pobre guardia de seguridad solo contra 20 personas que estaban armadas con armas blancas; el hombre se paró, también por él es que estamos vivos”.