
En un país donde aún hay madres esperando que sus hijos regresen del monte, donde miles de víctimas siguen buscando justicia y reparación, los medios públicos —sí, los que pagamos todos— le abren espacio a la exaltación de un criminal de guerra. Esta semana, RTVC decidió rendirle lo que muchos interpretan como un homenaje al fundador de las FARC, alias ‘Tirofijo’, el hombre que lideró una guerrilla responsable de secuestros, atentados, extorsiones y reclutamiento de menores durante más de cinco décadas.
En un especial transmitido por el canal público, se mostraron imágenes inéditas de Manuel Marulanda Vélez, y se escucharon frases como “muy linda, muy tierna” para describir una escena del comandante guerrillero alimentando a un pajarito. La senadora Sandra Ramírez, viuda de Marulanda, compartió anécdotas personales. El tono: condescendiente, casi nostálgico.
¿Muy tierno? ¿El mismo hombre que reclutó niños? ¿El que ordenó tomas violentas, voladuras de torres, emboscadas a soldados, masacres y secuestros masivos? ¿Tierno?
Colombia ha caído en la trampa del relato mal contado: el que romantiza a los verdugos y silencia a las víctimas. Porque sí, podemos hablar de historia, de memoria, de los orígenes del conflicto. Pero no se puede disfrazar de documental histórico, lo que termina siendo un acto de exaltación. Entre contar y glorificar hay una frontera ética que un medio público jamás debería cruzar.
“No nos merecemos una televisión pública que, sin ningún tipo de reparo ni consideración con las víctimas del conflicto, homenajee a un criminal de guerra como ‘Tirofijo’.”
— José Guarnizo, periodista.
“Un gobierno que enaltece a nuestros victimarios, asesinos y terroristas y es negacionista con las víctimas, es infame y revictimizante.”
— Federación de Víctimas de Colombia.
¿Qué pensarán los padres de los niños reclutados al ver este especial? ¿Qué sentirán las víctimas de las minas antipersona, de los cilindros bomba, de los secuestros de civiles? ¿Dónde están sus voces?
Colombia no puede convertirse en el país donde se canoniza a los criminales y se entierra en el olvido a las víctimas. La paz no se construye edulcorando el pasado. Se construye con verdad, con justicia y con memoria, sí, pero una memoria completa, sin maquillaje, sin ternura, sin falsos ídolos.
¿Y si el próximo homenaje es a Carlos Castaño o a Popeye? ¿También habrá un especial con música suave y pajaritos?