La relación bilateral entre Colombia y Venezuela se sigue dibujando a medida que avanza el nuevo gobierno de Gustavo Petro, quien parece estar estableciendo límites a las peticiones de su homólogo venezolano, Nicolás Maduro. Así lo dejó claro el presidente luego de una declaración de Diosdado Cabello, director del Partido Socialista Unido, en la que aseguró sentirse confiado de que Colombia extraditará a los opositores venezolanos.
“Una cantidad de gente que está por allá, que Venezuela está solicitando en extradición, que sean detenidos y enviados a Venezuela por delitos cometidos contra nuestro país. Tienen hasta asesinos por allá resguardados, ladrones”, señaló el líder chavista.
En ese sentido, basado en el restablecimiento gradual de las relaciones, señaló que la extradición de las personas buscadas por Venezuela es cuestión de “voluntad política” y que las autoridades de ambos países ya estaban en contacto para adelantar los trámites necesarios.
“Tengo la impresión de que la Justicia colombiana va a comenzar a actuar ahorita (...) Por eso es que ya no queda ninguno, se desaparecieron”, señaló Cabello.
Sin embargo, a través de su cuenta de Twitter el presidente Gustavo Petro decidió ponerle un tatequieto al líder venezolano, asegurando que Colombia respeta el derecho al asilo y refugio.
Cabe recordar que en la normatividad colombiana el derecho al refugio y asilo están debidamente establecidos y no pueden ser vulnerados. Es importante mencionar que el refugio es una condición que una persona extranjera puede obtener en el territorio nacional en caso de sentir algún tipo de peligro sobre su vida o integridad en su país de origen.
En ese sentido, está estipulado que las condiciones para solicitar la condición de refugiado en el país son: temer ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, ideología política o pertenencia a un grupo social específico y no pueda o no quiera acogerse a la protección de su país (o lo mismo para las personas sin nacionalidad); haberse visto obligado a abandonar su país tras ver amenazada su vida, seguridad o libertad; así como estar fuera ante la presunción de estar en peligro de ser sometido a tortura u otros tratatos inhumanos o degradantes.
De igual manera, en función de todos los acuerdos internacionales suscritos por Colombia (incluídos en el marco jurídico), uno de los principios inviolables de la condición de asilado o refugiado es el de la no devolución a su país de origen u otro país “donde su vida, libertad e integridad personal peligre por causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social, o de sus opiniones políticas”.
En ese orden de ideas, la petición de Diosdado Cabello no solo sería imposible, sino que de tajo metería en problemas en Colombia al violar numerosos tratados internacionales como la Declaración universal de los Derechos Humanos; el Estatuto de los Refugiados suscrito en Ginebra (1951); el Estatuto de los Refugiados adoptado en Nueva York (1967); la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, adoptada en la ONU en 1984; entre otros.
Diosdado Cabello y Juanes
Lo cierto es que este es, de lejos, uno de los primeros choques entre los gobiernos de Colombia y Venezuela después de que el canciller Alvaro Leyva anunciara el restablecimiento de las relaciones y de que incluso ambos países empezaran a nombrar delegados diplomáticos. Por ejemplo, desde el lado colombiano, nombrando a Armando Benedetti como embajador en Caracas.
En el fondo, habría que preguntarse si una negativa ante las solicitudes de extradición de los opositores venezolanos podría tener un efecto negativo en esta reconciliación diplomática que va a pasos agigantados. Cabe recordar que hace pocos días el propio Nicolás Maduro hizo una declaración grandilocuente en el que ordenaba revivir las relaciones militares entre ambos países.
Caso contrario al de Gustavo Petro, quien se mantiene modesto y aseguró que existen prioridades con mayor grado de urgencia como la reapertura efectiva de la frontera entre ambos países, así como la reconstrucción de las “relaciones comerciales, culturales, sociales (o) familiares”.
No obstante, para nadie es un secreto que desde el lado Venezolano se tiene mucho afán en este proceso, influenciado también por el rotundo apoyo que tanto Maduro como Diosdado Cabello le dieron a Petro desde su triunfo electoral. De hecho, una vez posesionado, el líder chavista le deseó éxitos al nuevo mandatario y envió un “abrazo bolivariano” a Colombia.
Aún así, una de las situaciones que precisamente hace pensar con extremo detalle esta situación y reflexionar sobre la forma en cómo Venezuela históricamente ha abordado el tema de la oposición, es la arremetida del propio Diosdado Cabello contra el cantante colombiano Juanes, quien tendría planeado un concierto en Caracas para el próximo 4 de noviembre.
No muy feliz con la noticia, sobre todo por las inclinaciones políticas del artista paisa, Cabello arremetió contra él asegurando que su carrera musical ha sido apoyada por el narcotráfico y cuestionando que decida regresar a Venezuela luego de haber participado en el concierto benéfico de “Venezuela Live Aid”.
“El presidente sigue siendo Nicolás Maduro, el mismo que, según tú, no te dejaba entrar a Venezuela (...) Es una inmoralidad. Eres un inmoral supremo. Un gran inmoral eres, vienes por la plata después de decir que no venías a Venezuela, después de que cantaste en un concierto cuando se iba a invadir a Venezuela… por la platica”, agregó, antes de señalar que supuestamente Juanes es sobrino de Álvaro Uribe.
En todo caso, con esta situación queda más que claro que Diosdado Cabello podría ser uno de los retos más grandes en esta labor diplomática de recuperar las relaciones entre Colombia y Venezuela, teniendo en cuenta lo que puede implicar no ceder ante una petición como la que hizo y recordando que Colombia tiene también peticiones en curso como la extradición de Aída Merlano. Un verdadero reto de negociación, en la que se tiene la importante tarea de restablecer la normalidad con el vecino país sin renunciar a la soberanía o ningún otro principio en el camino.