Ya van 100 días del gobierno de Gustavo Petro, el primer gobierno de izquierda en la historia de la República. Según quien lo vea, el balance puede ser positivo o negativo, pero lo cierto es que hasta los opositores más acérrimos del presidente han llegado a reconocerle coherencia entre el discurso y los hechos. 100 días de debate entre un país que está aprendiendo a reconocer a su nuevo gobierno y un presidente que llegó con energía para sacar adelante los cambios que siempre consideró necesarios para Colombia.
A pocos días de haber empezado su gobierno, aquel 7 de agosto, el presidente Petro ya iba mostrando señales de lo que sería su gobierno, con anuncios como el fin de la aspersión con glifosato y los bombardeos en zonas con presencia de menores. Señaló entonces y señala ahora, que en un “gobierno por la vida” siempre será la vida la que sea priorizada.
Aunque en un principio se demoró en conformar su gabinete, al final terminó llenando sus ministerios con perfiles duros como el de José Antonio Ocampo en Hacienda, que ya asestó su primer gran triunfo con la aprobación de la reforma tributaria en menos de 100 días. Una labor que en gobiernos anteriores requería de un esfuerzo sobrehumano y que Petro calificó tras la victoria como “un trabajo más que excelente”.
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Aunque bastante ‘peluqueada’ en algunos aspectos, como el impuesto a la exportación de hidrocarburos o a las pensiones de más de 10 millones de pesos, bajando el monto a recaudar a $20 billones, miembros del gobierno y de su coalición política se refieren a esta reforma como necesaria para lograr resarcir el déficit fiscal y a la vez garantizar el flujo de caja para sacar adelante varios programas sociales.
Sin embargo, ello no la salva de estar en el centro de críticas de quienes la acusan de ser regresiva, sobre todo por la afectación que tendría en el bolsillo de los colombianos de clase media para abajo, por cuenta de los llamados impuestos saludables.
Frente a ello, el analista político Carlos Arias señaló para Kienyke.com que es indudable que “haber sacado una reforma tributaria de esta magnitud tan pronto es un éxito indudable del gobierno”, no obstante es probable que el coletazo político lo sientan más adelante para avanzar con otras reformas importantes, “más si a esto le suma que el ministro Prada señala que se va a hacer un llamado de urgencia para pasar la reforma al código electoral, con miras a las elecciones de 2023”.
A cuentas de hoy, ya son varios los logros del Gobierno en el Congreso de la República: la ratificación oficial del Acuerdo de Escazú, la aprobación de la reforma tributaria y de la paz total. Apenas una calentada de motor, teniendo en cuenta que falta la reforma a la salud, la reforma al código electoral, la creación de la jurisdicción agraria, la ley de acogimiento a la justicia para grupos de crimen de alto impacto, la reforma pensional, entre otros.
Los hitos de los 100 días
Cumplir 100 días ha sido para el gobierno la oportunidad de mostrar lo logrado. Más allá de lo mencionado, también se destaca la reanudación de los diálogos con el ELN y la reapertura de la frontera con Venezuela, que tuvo ese sinsabor de no lograr desaparecer las economías ilícitas de las trochas.
Otro tema del que se habla mucho es del lanzamiento de la ruta para la protección de los líderes sociales, donde ha tenido protagonismo la ministra de ambiente Susana Muhammad con el Acuerdo de Escazú, que insta al gobierno a proteger a sus líderes ambientales.
A eso se le suman asuntos claves como el desarrollo de los diálogos regionales vinculantes, con vista en el Plan Nacional de Desarrollo, que sentará las bases de la política pública regional y de paz. Misma donde jugará un papel fundamental el tema agrario, que a hoy ya suma la entrega de 590 hectáreas a organizaciones campesinas y un acuerdo con Fedegan para comprar 681 mil más.
De igual manera, se tiene presentado ante el Congreso el proyecto de creación de la Justicia Agraria y Rural, se creó el servicio social para la paz (reemplazo del servicio militar), se instalaron puestos de mando unificados por la vida en 65 municipios y se blindaron de nuevo los acuerdos con las Farc en la ley de paz total.
A eso se le suman una gran cantidad de anuncios desde los diferentes ministerios y sectores, entre los cuales se encuentran la condonación de varios créditos del Icetex, la suspensión del fracking por parte de Ecopetrol, la eliminación de las visas para colombianos en Reino Unido, etc. Poco más de tres meses bastante movidos.
De lo bueno a lo malo
A la par con estos logros, el Gobierno de Gustavo Petro ha estado bajo constante crítica por varias razones, una de las cuales ha sido cierta soltura en las comunicaciones tanto del presidente como de algunos de sus funcionarios. Ejemplo de ello es lo que ha sucedido varias veces con la ministra de Minas, Irene Vélez, que ha estado bajo los focos por cuenta de algunas declaraciones sobre el destino de los hidrocarburos.
“No hay una estrategia de comunicación política de gobierno y eso explica que muchos opinadores digan que hay un ejercicio de campaña electoral (...) Seguimos en una Twittercracia, en la que solamente se informa y no se hace por canales institucionales de la presidencia y el ejecutivo, se informa por la cuenta del presidente que a veces tiene ejercicios de personalización política”, señaló el analista Carlos Arias.
En medio de todo ello ha quedado el problema de la fluctuación del dólar, que ha llegado a romper techos históricos por numerosos factores de la economía global y la coyuntura local. Sin embargo, hay quienes le han pedido mayor serenidad en sus comunicaciones a los ministros y las ministras, así como al presidente, para no sumarle otro factor de incidencia al costo de la divisa.
Todo esto, en un momento en el que Colombia enfrenta una de las inflaciones más altas de los últimos años (un 12% en octubre) y con las tasas de interés en el cielo. Realidad que pone contra la espada y la pared al Gobierno, quien tiene a micro, pequeñas, medianas e incluso a grandes empresas con expectativas sobre lo que se vaticina en el futuro. El reto es a toda costa evitar una crisis.