Muchos años después frente a sus pantallas, millones de personas en todo el mundo verían Cien años de soledad y Gabriel García Márquez había de recordar aquella tarde remota en la que comenzó a construir algo más que una novela, erigió su propia inmortalidad. Y la adaptación de Netflix con esta serie sobre la obra máxima de Gabo, tiene un desafío sin comparación.
Pero ya llegará el momento del análisis de lo que haga Netflix, dedicaré esta columna como un homenaje a una de las novelas más importantes de todos los tiempos, escrita por el hijo ilustre de Aracataca, Magdalena.
El origen de Cien años de soledad, es tal cual lo comentó Gabo en varias oportunidades: 'Desde hacía tiempo me atormentaba la idea de una novela desmesurada, no sólo distinta de cuanto había escrito hasta entonces, sino de cuanto había leído. Era una especie de terror sin origen'.
Y todo ocurrió casi como un milagro: ´A principios de 1965, iba con Mercedes y mis dos hijos para un fin de semana en Acapulco, cuando me sentí fulminado por un cataclismo en el alma, tan intenso y arrasador, que apenas si logré eludir una vaca que se atravesó en la carretera´ Ese sin duda, fue el instante reconocible de la musa de inspiración.
La primera estrofa de la novela ocurrió el segundo día de la semana: ´El martes cuando regresamos a México, me senté a la máquina para escribir una frase inicial que no podía soportar dentro de mí: Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en su padre lo llevó a conocer el hielo´.
Cuenta Gabo, que, desde ese momento fundamental, no interrumpió un solo día. ´Era una especie de sueño demoledor, hasta la línea final en que a Macondo se lo llevó el carajo´.
Fueron dieciocho meses sin parar. ´Llegué a trabajar de noche hasta muy tarde para cumplir con mis compromisos pendientes, hasta que la vida se me volvió imposible. Poco a poco fui abandonando todo hasta que la realidad insobornable me obligó a escoger sin rodeos entre escribir o morir´.
Pero para fortuna de Gabo, se encontraba a su lado una mujer insustituible y magnífica: Mercedes Barcha. Tal vez sin ella, el mundo jamás habría conocido Cien años de soledad.
Así precisa Gabo el protagonismo de su esposa: 'Se hizo cargo de todo cuando acabamos de fatigar a los amigos. Logró créditos sin esperanzas con la tendera del barrio y el carnicero de la esquina'.
´El toro negro de la misera nos embestía por todos lados. Parecía mentira, pero uno de mis problemas más apremiantes era el papel para la máquina de escribir. Y no tuvimos ánimos para eludir la solución, empeñar el automóvil´ contó Gabo.
Llegaron a deber siete meses de arriendo, pero Mercedes Barcha se comprometió a pagarlo todo, cuando Gabo sentenció que, en agosto de 1966, tendría lista la novela.
´A fines de agosto, de un día para otro, se me apareció a la vuelta de una esquina el final de la novela. Era un solo original de dos mil cuartillas´ relató Gabriel García Márquez.
Asegura que no recuerda ni dónde ni cuando ni cómo se le ocurrió el título de la novela. Lo cierto es que a principios de agosto de 1966 enviaron a la editorial Sudamericana de Argentina los originales de Cien años de soledad en 590 cuartillas, pero no les alcanzó el dinero para la remisión completa y les tocó empeñar un calentador y dos días después mandaron el resto.
Y Mercedes Barcha sentenció la épica historia de esta obra, aunque para fortuna de la humanidad, fue de las pocas veces que se equivocó: 'Lo único que falta ahora, es que la novela sea mala'.
