En diciembre del 2019 fue identificado el nuevo coronavirus 2019nCov en China, que hasta la fecha ha causado más de 4.300 muertes y 121.564 casos de contagio en el mundo.
El nuevo virus pertenece a la misma familia de coronavirus, los cuales tienen su forma recubierta por partículas microscópicas que forman una corona. Es decir que es similar a otros dos coronavirus ya conocidos, SARS del 2003, que se trasmitía de persona a persona mediante cualquier tipo de contacto y MERS del 2012 que se contagiaba principalmente de animal a humano.
Causa diversas enfermedades desde el resfriado común hasta el síndrome respiratorio agudo severo, por lo que las autoridades de la Salud recomendaron a las personas tener cuidados básicos como uso de tapabocas, lavar sus manos y taparse la boca al estornudar. Actualmente, las comunidades científicas se encuentran en la búsqueda de una posible vacuna que contrarreste el virus, dado que ya están disponibles las secuencias genéticas de las anteriores etapas.
China ha sido el país más afectado, pero la enfermedad llegó a países como Tailandia, Japón, Singapur, Estados Unidos, Australia, Francia, Alemania, Macao, Malasia, Australia, Camboya, Canadá, Hong Kong y Vietnam, entre otros. La rápida propagación del virus y las muertes que ha causado este primer mes del 2020, tiene preocupada a la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo que, en la reunión de hoy con su Comité de Emergencia, determinó que el 2019nCov es una emergencia de salud pública de interés internacional.
Hasta la fecha, la OMS solo había utilizado la expresión en raros casos de epidemias como la gripe H1N1 en 2009, la Poliomielitis en 2014, los brotes de Ébola en África Occidental y la República Democrática del Congo en 2014 y 2018, y el Zika en 2016.
H1N1
Durante la temporada de gripe de 2009-2010, el H1N1 causó la infección respiratoria en humanos que comúnmente se denominó gripe porcina. La transmisión del H1N1 se dio de forma similar a lo que ocurre con una gripa estacional.
La persona enferma al toser o estornudar libera en el ambiente micro-gotas que contienen gran cantidad de virus los cuales son inhalados por las personas que están en contacto a una distancia menor de 2 metros. Los signos y síntomas de la gripe porcina se manifiestan 3 días después de contraer el virus, son similares a los de las infecciones causadas por otras cepas de la gripa y pueden incluir:
- Fiebre (pero no siempre)
- Escalofríos
- Toser
- Dolor de garganta
- Congestión o goteo nasal
- Ojos rojos y llorosos
- Dolores del cuerpo
- Dolor de cabeza
- Fatiga
- Diarrea
- Náuseas y vómitos
El 30 de abril de 2009 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la denominó gripe AH1N1 y fue calificada de pandemia mundial de fase 6, lo que representa una alerta de epidemia global. Los Centers for Disease Control and Prevention (Centros para el control y la prevención de enfermedades) recomiendan la vacuna anual contra la gripa para todas las personas de 6 meses de edad o mayores; y así prevenir los virus del H1N1 en ellas.
En agosto de 2010, la Organización mundial de la salud declaró la finalización de la pandemia, 14 meses después y luego de haberle dado la vuelta al mundo. La pandemia tuvo una mortalidad baja, en contraste con su amplia distribución, dejando tras de sí unas 19.000 víctimas. El virus H1N1 ahora se conoce como H1N1v, en la que 'v' significa "variante" e indica que el virus normalmente circula en animales pero se ha detectado en seres humanos.
Zika
Este virus es transmitido a humanos a través de la picadura de mosquitos Aedes infectados, también se puede propagar a través de relaciones sexuales y de madre a bebé. El periodo de incubación estimado de la enfermedad es de 3 a 14 días.
Los síntomas consisten en fiebre, erupciones cutáneas, conjuntivitis, dolores musculares y articulares, malestar y cefaleas. Si se contrae esta infección durante el embarazo puede causar microcefalia y otras malformaciones al feto. También produce otras complicaciones durante el embarazo como parto prematuro o aborto espontáneo. Mosquitos Aedes[/caption] El diagnóstico solo se puede confirmar mediante pruebas de laboratorio en muestras de sangre o de otros líquidos corporales, como la orina o el semen y aún no tiene un tratamiento específico para la infección, ni para las enfermedades a las que se asocia.
Aunque su origen está en África, se detectó un brote epidémico en Suramérica, América Central y el Caribe entre 2015 y 2016. Actualmente el virus se ha extendido a 86 países y territorios, aunque ya es menos visto.
Poliomielitis
Es una enfermedad viral que afecta el sistema nervioso y puede llevar a la parálisis total o parcial.
Según la OMS, "una de cada 200 infecciones produce una parálisis irreversible (generalmente de las piernas), y un 5% a 10% de estos casos fallecen por parálisis de los músculos respiratorios". La enfermedad por lo general afecta los niños menores de 5 años de las regiones más pobres y vulnerables y los síntomas iniciales son fiebre, cansancio, cefalea, vómitos, rigidez del cuello y dolores en los miembros.
El poliovirus se propaga por contacto directo con otra persona o por contacto con mocos, flemas y heces infectadas, también se transmite a través de los alimentos y agua contaminados, y se multiplica en el intestino, de donde puede invadir el sistema nervioso. Muchas personas infectadas no tienen síntomas, pero excretan el virus en sus heces y por lo tanto, pueden transmitir la infección a los demás.
La OMS declaró la alerta mundial en mayo de 2014 ya que el número de afectados se incrementó un 183% ese año.
Este virus no tiene cura, sin embargo se puede tratar de prevenir con una vacuna antipoliomielítica, administrada varias veces para garantizar una protección de por vida.
Ébola
Este virus produce unas infecciones sistémicas que suprime el sistema inmune, causando síntomas como fiebre, dolor de cabeza, dolores articulares y musculares, debilidad, diarrea, vómitos, dolor de estómago, falta de apetito y sangrado anormal.
El periodo de incubación del virus oscila entre 2 y 21 días. Las personas no son contagiosas hasta que aparecen los síntomas. La infección comienza a propagarse con el animales como chimpancés, murciélagos, antílopes y puercoespines, que después contagian al hombre a través del contacto o por consumir carne infectada.
Luego del contagio animal-persona, empieza la transmisión de persona-persona por contacto directo con fluidos corporales infectados que incluyen la orina, la saliva, el sudor, las heces, el vómito, la leche materna y el semen. El virus puede entrar al cuerpo a través de una ruptura en la piel o las membranas mucosas, que incluyen los ojos, la nariz y la boca.
Este virus no se propaga tan fácilmente como los resfriados, la gripe o el sarampión. Tampoco con el aire, el agua, los alimentos o los insectos (mosquitos). En África, también puede transmitirse por manipular animales salvajes infectados o con el contacto con sangre o fluidos corporales de estos.
Según la OMS, los brotes de enfermedad por el virus del Ebola (EVE) "tienen una tasa de letalidad que es de aproximadamente 50%. En brotes anteriores, las tasas fueron de 25% a 90%".
El reporte difundido por el Comité Multisectoriel de Respuesta a la Epidemia (CMRE) acumula los casos desde el inicio de que hace 17 meses fue declarada la epidemia, que afecta principalmente a las provincias de Kivu del Note e Ituri, en el este.
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El brote más reciente del virus comenzó a mediados del 2018, causó hasta el 30 de diciembre del 2019 la muerte de 2.231 personas y un total de 3.373 casos de contagio, según las autoridades de Salud del país africano. Esta fase de epidemia de ébola fue la décima en territorio Congolés desde 1976 y la segunda más grave de la historia después de la de África del Oeste en 2014, la cual dejó 11.000 muertos en Liberia, Sierra Leona y Guinea.