Irlanda del Norte es un región que forma parte del Reino Unido y es conocido por ser muy conservador. Así que la decisión tomada por el parlamento británico de legalizar el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo en ese territorio es un vuelco a sus tradiciones.
La aprobación de estas reformas se da en medio de una situación política compleja que tiene a las instituciones autónomas de Irlanda paralizadas por lo que sus asuntos corrientes son gestionados desde Londres.
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Aprovechando la situación, los diputados británicos de Westminster aprobaron en julio enmiendas destinadas a extender a la provincia el derecho al aborto y al matrimonio homosexual si no se formaba un gobierno antes del 21 de octubre. La fecha se cumplió e Irlanda no encontró una salida para evitar estas nuevas normas.
Según The New York Times, es un cambio que ha tenido grandes contradictores provenientes de grupos antiaborto y eclesiásticos, pero también un apoyo de activistas por los derechos de las mujeres, que se habían sentido abandonadas después de que la República de Irlanda votara negativo para legalizar el aborto el año pasado.
"Ya no nos vamos a quedar con la culpa y la vergüenza", le dijo a la prensa Dawn Purvis, una destacada activista por los derechos de las mujeres y ex miembro independiente de la Asamblea de Irlanda del Norte. "Mañana la ley cambia en este lugar, y por primera vez en Irlanda del Norte, las mujeres serán libres".
Frente a la nueva oportunidad para la unión entre parejas del mismo sexo, el secretario de Estado para Irlanda del Norte, Julian Smith informó que las primeras bodas de personas del mismo sexo se celebrarán "a más tardar" durante "la semana de San Valentín de 2020".
Por otro lado los diputados regionales de partidos ultraconservadores como Arlene Foster, naturalmente se opusieron a las flexibilización de estas nuevas leyes.
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