Jonathan Gutiérrez y su pareja, Blanca Lara, pensaron que disfrutarían de un momento poco común de esperanza en este campamento lleno de miseria en la frontera entre México y Estados Unidos ahora que Joe Biden es el presidente. En cambio, la pareja y su recién nacido juntaron sus cuerpos para resguardarse del frío y la lluvia en una total confusión.
Para Gutiérrez, de 23 años, un nicaragüense que fue enviado a esperar en México hace dieciséis meses por las políticas del expresidente Donald Trump, la decisión de Biden de reiniciar el procesamiento de solicitantes de asilo esta semana significa que él podría pronto estar esperando su día en la corte migratoria en Estados Unidos.
No obstante, para Lara, de 19 años, quien fue expulsada con rapidez el mes pasado como parte de otra declaración de emergencia pandémica de la era Trump, el otro lado de la frontera no se ve más cerca. La nueva administración no ha emprendido ninguna acción para levantar la declaratoria de emergencia de la era Covid.
“Lo más duro que podrían decirnos sería que ella no puede ingresar después de todo lo que hemos enfrentado”, dijo Gutiérrez a través de la barda de acero que ahora rodea a este campamento de migrantes.
Uno de los puntos de campaña de Biden fue un enfoque más humanitario en la frontera y comienza a hacerlo al abordar el laberinto logístico de procesar a más de 25.000 migrantes obligados a esperar en México como parte del programa conocido como los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, por su sigla en inglés), una de las políticas fronterizas de la era Trump que tuvo más consecuencias.
Antes de que Trump pusiera la política en vigor a principios de 2019, los miembros de las familias que buscaban asilo eran, en general, detenidos durante un breve periodo antes de ser liberados en Estados Unidos para esperar la adjudicación de su caso. Durante más de un año, afirman los activistas de inmigración, las familias han estado sujetas a ataques sexuales, secuestros y acceso limitado a representación legal en México.
Aquellos que buscan ingresar a Estados Unidos con la nueva iniciativa de Biden para procesar a los solicitantes de asilo obligados a esperar en México se les requiere que primero se registren en línea y que den negativo en coronavirus . Funcionarios de la administración han enfatizado que un número limitado de migrantes serían procesados de manera inicial y aquellos que han esperado el mayor tiempo serían priorizados.
Al mismo tiempo, Biden mantiene en vigor una regla pandémica que ha empoderado a los agentes a rechazar de manera acelerada a migrantes como Lara, quien es originaria de Honduras. Su administración ha dicho que un enfoque cauteloso es necesario para desbloquear las restricciones dejadas por Trump y para evitar alentar migración adicional de familias centroamericanas que podrían saturar las instalaciones en comunidades que enfrentan las dificultades del coronavirus.
Para complicar más las cosas, en las últimas semanas un pequeño flujo de migrantes que afirman que huyen de la persecución y la pobreza ha cruzado la frontera de manera exitosa y ha sido liberado en Estados Unidos. Su presencia en estaciones de autobuses con boletos con destinos al norte solo se suma a la desesperación de aquellos que han esperado en México durante más de un año.
Matt Leas , un vocero del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por su sigla en inglés), dijo que el gobierno de Biden estaba trabajando en reconstruir un “sistema migratorio diezmado durante los últimos cuatro años”.
“Va a llevar tiempo”, dijo Leas. “Mientras tanto, la frontera no está abierta y las personas no deberían hacer el recorrido para llegar a ella”.
Para aquellos que trabajan con los migrantes, el estado de ánimo es de exasperación.
“Fue completamente turbio durante el gobierno de Trump y la administración de Biden lo está intentando, pero tiene que hacer muchísimo más”, dijo Charlene D’Cruz, una abogada que ha brindado asistencia a solicitantes de asilo en Matamoros, México. “La confusión se podría evitar”.
Algunos aspirantes a asilo que han esperado largo tiempo por la oportunidad de ser procesados finalmente están llegando a suelo estadounidense. El viernes, a 25 solicitantes de asilo les permitieron atravesar el puerto de entrada en San Ysidro, California, mientras del lado mexicano de la estación fronteriza, la multitud solo crecía a medida que el día avanzaba. José, un nicaragüense que dijo que huyó de la persecución política, estaba entre los 25 solicitantes de asilo procesados en San Ysidro el lunes, el segundo grupo al que se le permitió el ingreso al país desde que el gobierno de Biden comenzó a desmantelar el programa Permanece en México .
Tras ser rechazado en la frontera el 2 de marzo de 2020, policías mexicanos que intentaban obtener dinero a través de la extorsión lo robaron y lo golpearon en diversas ocasiones, según su abogada del Centro de Derecho de Defensores de Inmigrantes , Paulina Reyes.
“Gracias a Dios, ya estoy aquí”, dijo José, de 32 años. “Me siento seguro al fin”. Solicitó ser identificado solo por su nombre de pila por razones de seguridad.
El procesamiento de asilo para aquellos asignados al programa Permanece en México estaba programado para comenzar esta semana en el sur de Texas, dijeron dos funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional, aunque la agencia dijo en un comunicado emitido el lunes que “el DHS aún no puede especificar la fecha en que el procesamiento comenzará”.
Con anticipación, alrededor de una docena de migrantes cruzaron el viernes el Puente Internacional Gateway que conecta Matamoros con Brownsville, Texas, solo para que agentes fronterizos les negaran el paso. Entonces, Josely Murillo, de 27 años, su marido y sus cuatro hijos caminaron a la oficina de migración de México para pedir que los anotaran en “una lista” para ingresar a Estados Unidos. De nuevo, fueron rechazados.
“Ya han estado sin escuela durante tres años”, dijo Murillo entre lágrimas mientras miraba a sus hijos.
Incluso para aquellos migrantes con un camino más claro hacia el norte, las políticas de la administración de Biden han sido difíciles de manejar. Cuando se abrió el registro en línea para aquellos varados por Permanece en México, un equipo de abogados estadounidenses instalaron tres computadoras portátiles en una tienda de campaña en Matamoros para ayudar a los migrantes que se formaron a lo largo de un altiplano lodoso. Algunos de los solicitantes intentaron registrarse decenas de veces; después, el sitio web colapsó, según D’Cruz.
Aunado a su confusión, dijo ella, está el trato desigual que reciben los migrantes que logran cruzar.
Incluso aunque Biden ha mantenido en vigor la regla de emergencia pandémica que ha permitido a los agentes rechazar de manera expedita a más de 400.000 migrantes en la frontera desde que se puso en marcha en marzo pasado, alrededor de 50 migrantes al día han sido llevados por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza a una estación de autobús en Brownsville, con destino a lugares en el norte.
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Troy Miller, el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, dijo en una entrevista que la agencia había liberado a migrantes en parte debido a un cambio en la ley mexicana que prohíbe la detención de niños pequeños. Como resultado, los agentes fronterizos no han sido capaces de expulsar a algunas familias centroamericanas que llegan al sur de Texas. El sábado, agentes fronterizos dejaron a una docena de migrantes, todos eran madres y niños pequeños, afuera de la estación de autobuses de Brownsville. Algunos dijeron que fueron retenidos más tiempo del límite de 72 horas que los agentes fronterizos tienen permitido detener a niños. En cuestión de minutos, un equipo de funcionarios de la ciudad y voluntarios comenzaron a instalar una estación para hacer pruebas de coronavirus. Con una prueba negativa, les permitían ingresar a la estación para continuar su recorrido. Si daban positivo, los voluntarios usaron donaciones para pagar su cuarentena en un hotel local (aunque no era obligatorio). En tres horas, el número de migrantes en la estación creció a alrededor de 50.
Doris, madre de dos niños que escapó de una expareja abusiva en Guatemala y cruzó la frontera en las últimas semanas, no esperaba que se le proporcionaran pruebas, cobijas o libros para colorear para sus hijos cuando fue llevada el sábado.
“Son gente muy buena”, dijo sobre el personal del ayuntamiento y los voluntarios.
Un esfuerzo similar está en marcha en Matamoros. En el extremo norte del campamento, que alberga a alrededor de mil migrantes, las autoridades dan los toques finales a una gran tienda donde las familias migrantes recibirán una prueba para coronavirus antes de que crucen a Estados Unidos. Los voluntarios de la Cruz Roja caminaron por el campamento que durante meses fue descuidado tanto por el gobierno mexicano como por el de Estados Unidos.
Un hondureño, Walter Lara, quien vivía en el campo desde noviembre de 2019, estaba tan emocionado por la posibilidad de ingresar a Estados Unidos que le pidió a otro solicitante de asilo que le hiciera un corte de cabello para la ocasión. Estaba dispuesto a ser paciente.
“Creemos en el proceso que ocurrirá”, dijo Lara.
En todos los demás lugares, la confusión reinó. Aquellos varados por Permanece en México enfrentaron dificultades para registrarse a través del sistema en línea de la administración y se sintieron frustrados porque los recién llegados eran liberados del otro lado de la frontera, dijo D’Cruz.
Por: Zolan Kanno-Youngs, The New York Times