Guillermo decidió renunciar a su salario, trabajo estable y comodidades de la ciudad para emprender un camino desde el Valle del Cauca hacia un destino donde conoció a la Madre Tierra. Después de 10 años de estar en contacto con la naturaleza y aprendiendo de ella, es reconocido como uno de los pioneros del turismo en el Caquetá y la persona que tiene una conexión experiencial con la naturaleza. Un hijo pródigo que encontró su nueva tierra, una nueva vida.
El Horeb paraíso natural y ecoturístico es una reserva natural ubicada en Belén de los Andaquíes, municipio con el nombre más bonito de Colombia. A 7 km de casco urbano de belén por la carretera la marginal de la selva que va hacia San José del Fragua y finalmente se toma el desvío hacia la vereda Sarabando Medio donde se pueden ver diferentes fuentes hídricas y vastas zonas verdes.
La fauna cuenta con una variedad de especies y colores, convirtiendo la suma de todas estas partes en un paraíso mágico, cuidado por Guillermo, un hombre que junto a sus amigos decidieron comprar este terreno hace 15 años y que hace 10, empezó a trabajar de forma continua en la zona.
“Si va a llevar esa botella de plástico, no la puede dejar, la regresa y la bota afuera de la reserva” una de las tantas indicaciones de Guillermo. Fiel a su estilo contaba las historias, leyendas, detalles de aves, especies del territorio y lo que había vivido en esta región del país, para él, lo más importante en su vida después de su esposa Mónica.
El estilo de vida cambió drásticamente y su alimentación decidió conectarla con este nuevo ambiente en su diario vivir. Dejó las carnes y apostó por convertirse en vegetariano con el objetivo de ser coherente con lo que habla sobre el respeto a la vida y a los animales. Además de cuidar su salud.
Pasó de pesar 110 a 88 kilogramos, con la salud en su cuerpo y la felicidad en la mente. Él se autodenomina un amante fervoroso de la ‘Pacha Mama’ (Madre Tierra) y lo ha demostrado a través de los años cuidando, conservando y adorando cada centímetro del mágico lugar llamado El Horeb, Monte Sagrado.
Territorios de Oportunidad por medio de un programa de cooperación con recursos de la agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional – USAID, ayudaron a capacitar a este amante de la naturaleza, a organizarse con su grupo de colaboradores en la Asociación de Turismo Andaqui Siete Ríos para mejorar sus condiciones.
Sus ayudas para equipos o infraestructura, pensando en mejorar las condiciones del lugar y del encargado para las visitas de los turistas. Guillermo también ha realizado diferentes cursos para ser un guía profesional y profundizar en los conocimientos necesarios como primeros auxilios y logística de eventos.
Los paisajes de este imponente lugar se complementan desde una llegada en motocarro, mototaxi o coche porque los caminos solo son viables en ruedas hasta cierto punto. De ahí, se camina más de 20 minutos para llegar al primer encuentro con la madre naturaleza. La puerta de El Horeb.
Una fuente de agua potable y cristalina en la entrada de la reserva natural y que tiene por nombre el Beso a la pacha mama es el lugar donde Guillermo afirma que se debe pedir permiso para poder ingresar, además de refrescar a todos los caminantes que llegan a ese punto para iniciar la travesía del Horeb, un lugar único en la tierra para vivir una de las mejores experiencias del turismo de bienestar.
Puentes colgantes, cascadas, quebradas, ríos y pozos de agua, son el escenario para los protagonistas, los animales. El guía y guardián de El Horeb recomienda no seguir andando por los caminos trazados por el hombre e insistir por los senderos o sendas donde van caminando las diferentes especies. “Así sufre menos el terreno y podemos disfrutar de la misma manera”.
La voz de Guillermo es el manual de indicaciones para encontrar diferentes paisajes y aventuras para realizar allí. Un lugar único donde se puede volver a nacer en el útero de la ‘madre tierra’, no renacer. Su forma de ver la vida y dejar atrás tantas limitaciones que tenía, le han permitido adoptar una nueva cotidianeidad marcada por la tranquilidad, el compromiso por el medio ambiente e impulsar a la región como una de las más fuertes en turismo del país.
Protector del agua, los seres vivos, la comida y las costumbres, este hombre es considerado el Guardián de la Manigua. Arribó al Caquetá y se enamoró perdidamente de la suma de todos los factores, que hacen de esta región una de las más bellas y exóticas del país, que se conjugan con la atención y el buen humor de los oriundos, para confirmar que esta zona del país ya no tiene nada que ver con los sinónimos de la guerra y que hay mucho para crecer, desarrollar y evolucionar como departamento de Colombia.