Si salía campeón con Deportivo Táchira en el campeonato de Venezuela en 2011, Jorge Luis Pinto prometió que se quitaría el bigote y conseguido el objetivo cumplió. ¿Qué habrá prometido si llegaba a dirigir en un mundial de fútbol?
Al entrenador santandereano siempre lo obsesionó dirigir en una copa del mundo. Desde que empezó en el oficio de la dirección técnica, el ‘explosivo’ Pinto se transformó en un amante por la táctica. Así fue como logró dirigir en equipos grandes de Colombia, entre ellos en Millonarios e Independiente Santa Fe.
Pero como nadie es profeta en su tierra como recita el dicho, el oriundo de San Gil consiguió sus primeros títulos en el fútbol peruano. Una seguidilla de trofeos con Alianza Lima le otorgó el reconocimiento de la prensa, que en Colombia siempre lo vio de forma peculiar por sus rígidos esquemas de entrenamiento. Pinto regresó a Colombia y otra vez tropezó con la misma piedra.
Por segunda vez tuvo que emigrar del país pero en esta ocasión el éxodo lo llevó hasta Costa Rica. Allí, la vida le sonrió nuevamente y logró el campeonato nacional en dos oportunidades con la Liga Deportiva Alajuelense, lo que le valió tener la oportunidad que tanto soñó: dirigir una selección.
Para Pinto, sus logros son un premio al trabajo que realiza
La Federación de Costa Rica creyó en 2004 que la actitud de disciplina de Pinto los podría llevar al mundial nuevamente. Sin embargo, Jorge Luis encontró enemigos que no sospechó. Los ídolos anteriores, que llevaron a los ticos a jugar el mundial de Italia 1990, criticaron el proceso del entrenador colombiano al considerar que no necesitaban entrenadores extranjeros para llevar a la selección a un torneo orbital.
Aunque los resultados acompañaron, en el primer traspié durante el hexagonal final, los detractores de Pinto consiguieron su despido. Las riendas costarricenses las tomó Alexandre Guimarães, que alcanzó el objetivo de clasificar a Alemania 2006, pero que se despidió de manera humillante del certamen.
Con esa frustración, Jorge Luis Pinto regresó a Colombia para darse la oportunidad de esta vez sí, alcanzar la gloria. El entrenador creyó que era el momento de empezar de cero y tomó las riendas del equipo recién ascendido de su región, Cúcuta Deportivo, y en su primer año en primera división luego de una década, lo sacó campeón por única vez en su historia.
La hazaña lo hizo levantarse en andas. Las críticas se volvieron en elogios, en aplausos. Jorge Luis Pinto tocó el cielo con las manos cuando le dieron la rienda de la selección Colombia. El golpeado equipo tricolor venía de fracasar una vez más en su intento de volver a un campeonato del mundo.
El 'explosivo' Pinto llegó a Colombia para poner disciplina. Su carácter y algunos malos resultados no le dieron la oportunidad de triunfar con su país.
Los directivos creyeron que era el momento de poner a un ‘general’ para que dirigiera con disciplina el proceso rumbo a Sudáfrica 2010. Pero la historia inició mal. La selección Colombia se sintió como en casa en la Copa América de Venezuela 2007, pero ni bien debutó, recibió un cachetazo: Paraguay lo goleó 5-0.
Una derrota más ante Argentina decretó la eliminación temprana de Colombia en el campeonato. Sin embargo, pese al revés, la Federación le dio un voto de confianza al santandereano. Pinto se peleó con los referentes en ese entonces, siendo la disputa con Iván Ramiro Córdoba la más recordada. Al zaguero lo acusó de estar más pendiente de los premios que de poner la actitud necesaria, e inició un nuevo proceso más renovado en las eliminatorias.
Todo empezó de la mejor manera. Ocho puntos en las primeras cuatro presentaciones, entre ellas victoria ante Argentina y empate ante Brasil, alimentaron el sueño mundialista. Pero una estrepitosa caída 4-0 ante Chile en Santiago acabó con el sueño de Jorge Luis y lo mostró como pocas veces afligido.
Pinto cayó en el llanto pero rápidamente secó sus lágrimas para disparar contra los que creyó culpables de su prematura salida. No quiso darle la mano a Ramón Jessurum, presidente de la Dimayor, al tildarlo de hacer política para su despido. Luego, se enfrascó en una batalla contra el periodista Carlos Antonio Vélez, que siempre pidió su cabeza. El enfrentamiento fue tal que el entrenador inició acciones legales contra el cronista.
La carrera de Jorge Luis Pinto cayó en un declive del cual se creyó jamás se volvería a levantar. Más sereno, el renacimiento empezó el día que se rasuró el bigote, luego de conseguir el campeonato venezolano con Deportivo Táchira. Al nuevo santandereano le llegó la oportunidad de dirigir otra vez a Junior de Barranquilla, pero al segundo partido lo dejó por el llamado de la selección de Costa Rica.
Una vez más, el entrenador colombiano tendría la oportunidad de pelear para alcanzar su sueño de dirigir en un mundial. Pese a las dificultades iniciales, Pinto alcanzó la clasificación con un empate en Jamaica y otra vez lloró. Esta vez no de tristeza, tampoco de frustración, sino de alegría. Por fin se cumplió el sueño que inició a mediados de la década de los 80, algo que como él definió es un “premio merecido que le da la vida”.
El sueño esquivo que cumplirá Jorge Luis Pinto
Dom, 08/06/2014 - 06:14
Si salía campeón con Deportivo Táchira en el campeonato de Venezuela en 2011, Jorge Luis Pinto prometió que se quitaría el bigote y conseguido el objetivo cumplió. ¿Qué habrá prometido si lle