
Con el auge del comercio electrónico, la falsificación de productos se ha convertido en una amenaza silenciosa pero constante para los consumidores y las marcas. Más allá de tratarse de un delito económico, este fenómeno afecta la confianza de los compradores y puede tener un impacto duradero en la percepción de calidad de una marca.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), los productos falsificados representan cerca del 3.5% del comercio global. Esta cifra refleja no solo la magnitud del problema, sino también los riesgos que enfrentan millones de personas al hacer compras, especialmente en línea.
Falsificaciones: un problema que va más allá del precio
Aunque muchas veces el precio atractivo es lo que lleva a los consumidores a optar por productos falsificados, lo cierto es que esta decisión puede salir muy cara. Al tratarse de artículos que no han pasado por controles de calidad ni cumplen con estándares sanitarios o técnicos, las consecuencias pueden ser peligrosas: desde reacciones alérgicas por cosméticos falsos, hasta fallos mecánicos por autopartes adulteradas.
Además, cuando una persona adquiere un producto falsificado, su experiencia suele ser negativa, lo que impacta directamente la imagen de la marca original. De hecho, estudios de la OCDE revelan que una compra de este tipo puede reducir la percepción de valor de una marca hasta en un 300%, lo que demuestra cómo el problema repercute también en las empresas.
Tres claves para evitar caer en la trampa
Ante esta realidad, los expertos de Cadena, empresa colombiana que trabaja en soluciones tecnológicas para la trazabilidad y seguridad de productos, proponen tres recomendaciones prácticas para que los consumidores puedan protegerse:
1. Revisa las etiquetas de seguridad avanzadas
Los productos auténticos suelen incorporar elementos especiales en sus empaques. Entre los más comunes están los hologramas, códigos QR únicos, tintas invisibles y tecnologías NFC (Near Field Communication). Estos detalles permiten validar la autenticidad del artículo en segundos. Si un empaque luce genérico, sin información clara, o el diseño parece impreciso, es mejor desconfiar.
2. Verifica el origen del producto
Uno de los errores más frecuentes al comprar por internet es hacerlo en sitios no autorizados. Para evitar riesgos, es clave investigar de dónde proviene lo que se va a adquirir. Las marcas responsables suelen tener canales oficiales de distribución y ofrecen garantías verificables. Comprar directamente en tiendas físicas o plataformas autorizadas siempre será más seguro.
3. Infórmate y comparte el conocimiento
Una gran parte de los consumidores no son conscientes de que están comprando falsificaciones. Por eso, educarse es fundamental. Aprender a identificar las señales de autenticidad y compartir esa información con familiares y amigos puede generar una cultura de consumo más consciente y responsable.
Tecnología al servicio de la autenticidad
En Colombia, empresas como Cadena han tomado la delantera en la lucha contra la falsificación. A través de etiquetas autoadhesivas que integran elementos físicos y digitales, han logrado proteger sectores sensibles como el de licores, alimentos, cosméticos e industria química.
Estas etiquetas no solo dificultan la imitación, sino que también mejoran la trazabilidad del producto desde su origen hasta el punto de venta. Tecnologías como códigos únicos, hologramas interactivos y tinta de seguridad permiten a los consumidores comprobar la autenticidad en tiempo real, brindando mayor confianza durante el proceso de compra.
Combatir la falsificación no es tarea exclusiva de las marcas ni de las autoridades. Los consumidores también tienen un rol activo al tomar decisiones informadas, denunciar irregularidades y exigir transparencia. Con acceso a las herramientas adecuadas y una cultura de consumo responsable, es posible frenar este fenómeno que afecta la economía, la salud y la confianza de todos.