“Sé el cambio que querrías ver en el mundo”
Mahatma Gandhi
Uno de los impulsos más fuertes programados por la naturaleza en la mente del hombre, es el de la competencia. Cuando se encuentran uno o varios líderes, ellos pueden ejecutar una contienda en pos de imponer alguna premisa o idea que beneficiaría a los integrantes de su grupo.
En caso de que la idea sea la misma, pero la forma de administrar este beneficio sea diferente a la del otro, aparece la rivalidad. Entonces, surgen enfrentamientos y ganará aquel que, con su carisma e inteligencia logre resolver los conflictos y ofrecer nuevas opciones para superar los problemas de la comunidad, fortaleciendo su capacidad de asimilación y efectividad al momento de cumplir los objetivos propuestos.
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Sin embargo, existe un camino medio para beneficiar a todos los grupos que participan en esta lucha y son las llamadas “negociaciones de ganar – ganar”.
Según la ley de unidad, más allá de perder o ganar, está el espíritu solidario con el perdedor. Es desde esta posición, que es posible encontrar soluciones creativas y flexibles al momento de mejorar las posiciones de las partes.
La idea de progreso encuentra sus bases en la unión y no en la división, como resultado de ganar o perder. No obstante, es posible buscar incentivos para continuar concertando opciones mutuas a partir del diálogo, la escucha activa, la amabilidad y la madurez emocional, con el fin de generar interacciones positivas entre las personas que traerán múltiples beneficios.
En realidad, un grupo bien dirigido por un líder competente no puede convertirse en un campo de batalla de los egos. Este aspecto es esencial, pues al hacerlo el temor, la ira, el descontento y muchas otras emociones negativas estarán a la orden del día entre sus seguidores.
Recordemos que no hay nada que perder o ganar en el trabajo de grupo. Cuando se trata de trabajar unidos, lo más importante es el valor de la relación humana. Por esta razón, las discusiones o el deseo de tener siempre la razón resultan opuestas a las virtudes de un líder maduro y sabio.
Liderazgo consciente
El liderazgo exitoso se apoya en la capacidad de permanecer dentro del sentido común, el cual es necesario para resolver cualquier conflicto en el aquí y el ahora, de forma espontánea y sin emplear una conducta calculada basado en la idea de que las cosas deben ocurrir “a su manera”.
Lo contrario a este ejemplo de liderazgo consciente, es el de ejercer el poder desde una moralidad impuesta enfocada en los “debieran” o “no debieran ser”. Por eso, cuando las personas piden explicaciones o se oponen a estas ideas, serán atemorizadas y reducidas mediante el castigo y la coerción.
Está comprobado históricamente que, más allá de los caprichos de un mal líder, las cosas con el tiempo vuelven a su cauce natural guiadas por la ley de la compensación.
En realidad, lo entendamos o no, todos somos uno, es decir, seres biológicos, mentales, emocionales y espirituales aportando hacia el crecimiento personal y social.
La estabilidad y el equilibrio de una organización proviene de un buen líder, capaz de reconocer el talento humano de los miembros de su equipo de trabajo.
El fruto de esta acción se ve reflejado en la armonía y bienestar de todos. Solo un verdadero líder puede pensar primero en las necesidades de los demás sin apegos o intereses personales.
Un líder eficiente cuenta con un gran sentido de ayuda y apoyo incondicional a todo su equipo y, además, por cada una de las personas que integran su empresa.
Su ejemplo debe estar contenido en la sencillez, el sano juicio, la ausencia de ostentación materialista junto con una actitud optimista, justa y equilibrada hacia cada decisión o proyecto que se vaya a ejecutar mancomunadamente.
Estas cualidades lo convierten en un faro de luz y guía para sus seguidores a los que considera por igual sin darle prelación a sentirse “superior” a los demás.
El auténtico líder consciente, no necesita envanecer el ego para demostrar que vale. Si lo hace, en algunos casos, es porque está disfrazando la sensación de inferioridad que habita en él.
El liderazgo consciente está conectado al alma humana
El sentido de transparencia y la buena intención son fuerzas unificadoras para acrecentar la confianza con el objetivo de lograr sus metas, las cuales al ser enmarcadas en esta misión-visión humanística, mejorarán la calidad de vida de todos sus directivos, asociados y trabajadores.
Por tal motivo, el éxito está contenido en la paz interior que no necesita de la premisa “ganar o perder” para ser preservada. A veces, perder es ganar libertad personal y resignificar creencias que nos limitan en nuestro crecimiento espiritual.
Recordemos que, al juzgar al otro por sus defectos de carácter, paradójicamente estoy aumentando los míos a través del mecanismo de la negación lo que impide mi proceso de sanidad integral, pues sólo cuando reconozca esos defectos los podré gestionar y superar.
Si otra persona gana, no tengo porque sentirme inferior. En el fondo, somos seres sociales y no podemos seguir intentando cambiar esta ley universal de unidad, al tomar partido con quien pierda o gane la disputa.
De ser así, seguiremos polarizados, confusos y divididos al continuar con esa terca y negativa actitud, la cual tarde o temprano, nos pasará una cuenta de cobro que deberá ser pagada con nuestra salud integral.
En mi caso, paradójicamente la ganancia más grande que he podido disfrutar durante la emergencia sanitaria mundial causada por el virus del COVID-19, ha sido la de aprender a ser más feliz desde la orilla de una vida simple donde tengo tiempo para conocerme y ser amigo de mí mismo.
Así he experimentado la maravillosa libertad de decir la verdad tal y como es, y no la verdad que otros quieren escuchar.
Me siento muy bien sin buscar de forma obsesiva el éxito personal y ayudando a mis semejantes a encontrar su propio éxito, ya que la ley de unidad asegura que la motivación y el entusiasmo siempre permanezcan de nuestro lado. Más allá de perder o ganar es darnos cuenta de que “ todos somos uno”.
Quizás, lo más importante, es que tenemos el derecho natural de descubrir en nuestro interior la fuerza para convertirnos en “líderes conscientes” de nuestra propia vida.